ESTACIÓN TRES - MULTITUD DE ATONTADOS E INDIVIDUOS SIN VALOR

ESTACIÓN TRES

MULTITUD DE ATONTADOS E INDIVIDUOS SIN VALOR


Iba yo entusiasmado sabiendo que pronto me encontraría con ilustres personajes de la filosofía y la ciencia.

Deseo llegar pronto – dije a Dante en el momento en que se detuvo a la sombra de un árbol.

Comprendiendo la razón de mi ansiedad el Maestro me miró con afecto:

 

Peregrinación 3a1

 

"Ya llegaremos – me dijo; – pero debo advertirte que antes de entrar en el espacio donde se encuentran los personajes con los que dialogaremos y discutiremos, será necesario atravesar una cavidad muy desagradable.

Y para que no te alarmes cuando entremos, te contaré cómo es ese lugar y quiénes se encuentran allí, pues lo conocí en aquella ocasión en que hice el recorrido acompañado por Virgilio.

Recuerdo bien que pasé mucho susto y que me sentí acongojado. Íbamos por este mismo sendero, y de pronto el aire fue poniéndose denso y las tinieblas no nos dejaban ver por dónde pasábamos.

Se escuchaban suspiros, llantos y quejas que resonaban en la oscuridad bajo un cielo sin estrellas. Llegaban a nosotros imprecaciones, juramentos y palabras soeces en diversas lenguas, y gemidos, gritos y carcajadas, quejidos de dolor y alaridos de ira.

A las voces roncas y agudas se unían aplausos y golpes de puños que creaban un estrépito sórdido, tumultuoso, en aquél espacio sin aire y sin colores. El ambiente era pestilente.

 

Peregrinación 3c

 

Yo me compadecí de aquella gente, sin poder ver ni comprender lo que les sucedía, por lo que pregunté al Maestro que me guiaba: “Dime, Virgilio, ¿estamos ya en el infierno? ¿Quiénes son esos que sufren de ese modo? ¿Qué hicieron en vida que les hizo merecer tal castigo?”

Virgilio me respondió: “Aquí yacen y se quejan de esas maneras miserables los pusilánimes; hombres y mujeres que pasaron por la vida sin mérito alguno, sin dejar rastro de sí, llevando una vida mediocre y sin valores.

Su oscura existencia fue tan anodina que ni siquiera tomaban decisiones, pues eran llevados por la corriente, como rebaños. El mundo no quiere que se guarde memoria de ellos y están condenados al olvido.

Sujetos que conociendo las fechorías de un político corrupto, votaban por él en la elección siguiente sólo porque era de su partido.

Individuos intrascendentes que pasaron indiferentes por la vida, sin apreciar las cosas bellas, las ideas verdaderas, las acciones buenas. Que nunca leyeron un libro, que jamás asistieron a una muestra de arte ni visitaron un museo, que no plantaron un árbol ni cultivaron una flor.

Seres sin valor que ni siquiera disfrutaron de la vida. Lo mejor que podemos hacer – me dijo Virgilio – es no hablar de esos infelices, pasar de largo sin siquiera mirarlos”. Ese consejo del poeta es el mismo que ahora me permito darte."

No dije nada, porque el relato de Dante había despertado mi curiosidad, y ya que habíamos emprendido la extraña aventura no quería perderme nada.

Con una señal del brazo el Maestro me dio a entender que habíamos llegado a la cavidad que me había anunciado. Bajamos, pero el ambiente era muy diferente al que el poeta me había descrito, y creo que él mismo se sorprendió, pues dijo:

"¡Tantos! ¡Qué multitud interminable! Y sin embargo no escucho lamentos ni alaridos. ¡Parecen más bien adormecidos! Este lugar ha crecido, y ha cambiado mucho desde entonces."

 

Peregrinación 3.3

 

Nos acercamos a un primer grupo con la intención de distinguir qué tipo de individuos conformaban esa masa inmensa.

"Es curioso – fue la primera observación que me hizo Dante – que estén todos con la vista fija, los ojos enteramente abiertos, sin pestañear siquiera, como si algo delante de ellos atrapara sus miradas.

Y ¡observa!” – agregó Dante aguzando la vista. “Salen de sus orejas unos hilos negros, como cables sutiles que los mantienen a todos conectados con quizás qué demoníaco sistema, mientras con los pies y las manos repiten interminables movimientos rítmicos.

Parecen atontados, como si desde algún lugar, algo que no llego a descubrir, los mantuviera controlados."

Esta vez fui yo el que explicó a mi guía lo que a esas gentes sucedía:

Esos que ahí vemos, se pasaron la vida embobados, mirando pantallas en unas cajas que hipnotizan con falsas imágenes que se olvidan tan rápido como pasan, y escuchando músicas estridentes reproducidas con artefactos electrónicos y sintetizadores de elevada potencia acústica, que causan efectos singulares sobre el sistema nervioso induciendo movimientos rítmicos del cuerpo.

Creo entender que si están aquí es porque vivieron externamente y ni siquiera llegaron a conocer quiénes eran. Fueron vividos, en vez de vivir ellos por sí mismos.

Volcados hacia afuera, no desarrollaron una vida interior personal, y quedaron atrapados en transmisiones que otros les mostraban y que les hacían escuchar con la intención de adormecerlos y domesticarlos.

Dante asintió con un gesto. Traté de hablar con alguno de ellos, pero embobados como estaban, ninguno me prestó atención.

Decidimos continuar caminando y fue entonces que atrajo nuestra atención otro grupo multitudinario, tanto o más numeroso que el anterior, si bien internamente más diverso en sus extraños movimientos y actitudes.

Me acerqué a uno de ellos y lo interrogué: “Quiénes son ustedes”. Pasó de largo sin mirarnos ni responder; pero otro que estaba cerca y que caminaba bamboleándose explicó con voz gangosa: “Aquí estamos los adictos, que no asumimos la dirección de nuestras vidas y preferimos borrarnos”.

Se alejó empinando el codo como alzando una botella que vaciara en su garganta. Lo miré hasta que se perdió en medio de un grupo de bebedores que repetían incesantemente similares movimientos, junto a otras sombras que se tapaban un lado de la nariz, se inclinaban y con algo entre la mano jalaban una y otra vez.

Pero eran sólo gestos vacíos, pues nada real tenían en sus manos, y sus rostros demostraban ansiedad y frustración desmesuradas, que sus gestos inútiles no calmaban.

Estaba yo conmovido. Miré al Maestro y me pareció que aún estaba desconcertado, como si no comprendiera lo que esas gentes habían hecho de sus vidas.

Nos propusimos atravesar rápidamente ese espacio, demasiado extenso y concurrido, pues queríamos llegar pronto a encontrarnos con aquellos que eran el motivo de la travesía emprendida.

 

Peregrinación 3d

 

En el camino vimos grupos numerosos de individuos de distintas calañas. Estudiantes que se encontraban en ese espacio del olvido por no haber tenido interés verdadero en el aprendizaje, y que pasaron por las aulas sin experimentar conocimientos ni virtudes.

Funcionarios y burócratas que permanecían sentados, con los ojos opacos y desatentos, y que con gestos reiterados rutinariamente apilaban carpetas y documentos imaginarios que cambiaban una y otra vez de lugar, desordenándolos y ordenándolos sin llegar a resultado alguno.

Trabajadores desganados que perdían el tiempo sin avanzar en las tareas encomendadas, y que mantenían la sola expectativa de llegar al final de la jornada; sólo que para ellos la jornada se reiniciaba siempre igualmente monótona y vacía.

Profesionales enclaustrados en alguna minúscula porción de vida, que no atinaron a mirar más allá de sus narices; expertos en el control burocrático o en la represión de sus semejantes, que ejercieron sus funciones sin manifestar siquiera unas pizcas de amor.

Estaba yo angustiado al ver multitudes tan grandes de gentes de miradas, corazones y mentes tan vacías. Dándose cuenta mi guía que la tristeza embargaba mi ánimo, dijo sin conmoverse:

"No debieras dolerte de estas gentes porque ellos mismos escogieron pasar sus vidas sin sentido, amor ni odio, vacíos por dentro. Sólo cabe, para con ellos, la indiferencia y el olvido, pues nada puede ya salvarlos."

Un juicio tan severo me dejó pensando, hasta que me atreví a expresar al Maestro unas palabras de conmiseración por esas gentes perdidas.

Muchos de estos que no han desarrollado su interioridad, desde niños fueron instruidos con grave daño a su auto-estima. El sistema los necesita pequeños, mezquinos e inseguros, y de ese modo son funcionales a un ordenamiento económico y político que los manipula y subordina de por vida.

Se les enseña que la especie humana es poco más, y en cierto sentido incluso peor, que cualquiera otra especie de animales. Y a los que llegan a manifestar aspiraciones espirituales, cuando no se los avergüenza y menosprecia se los orienta hacia el culto del cuerpo y de los instintos, o les venden sucedáneos que no atienden la verdadera necesidad interior.

Dante me escuchó, hizo un gesto como de haber comprendido, y sin embargo agregó:

Pero todo hombre y toda mujer puede, si verdaderamente lo desea, rebelarse y sacudir el yugo que lo convierte no solamente en siervo, sino en sostenedor de aquello que lo oprime y limita.

El problema es, también, que ser dependiente termina siendo lo más fácil y cómodo, porque encontrarse consigo mismo en la intimidad, y superarse, requieren esfuerzo y dedicación.

Además, asumirse como víctima de un sistema o de unas circunstancias o condiciones particulares, es una forma complaciente de justificar la propia mediocridad”.

No supe qué responder. Entonces el Maestro se sacudió los pies y aceleró los pasos. Lo seguí, levanté la vista y distinguí a lo lejos una multitud inmensa de individuos que se amontonaban a la orilla de un gran río. Me dijo Dante:

"Aquellos son los pillos, ladrones, estafadores y bandidos. ¿Te interesa pasar también por allá?".

Lo pensé un momento y respondí:

No, amigo Dante, que ya demasiado los conozco, pues he sido víctima de sus desmanes. Salgamos de este espacio repleto de gentes vacías, que aquí no hay nada que apreciar ni que aprender. Lleguemos pronto donde se encuentran los inmortales.

"Vamos, pues" – replicó Dante enfilando por un delgado sendero ascendente.

 

Luis Razeto

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