ESTACIÓN CINCUENTA Y TRES - ENCUENTRO CON ANTONIO GRAMSCI

ESTACIÓN CINCUENTA Y TRES

ENCUENTRO CON ANTONIO GRAMSCI

 

Habíamos avanzado un buen trecho de la montaña cuando el que siempre caminaba delante se volvió y me dijo:

Ya no podemos ir tan despacio. ¿Ves a aquél que allá arriba nos espera? Procura que te vea resuelto y esforzado, para darle una buena impresión”.

Yo me había acostumbrado a las premuras con que Dante me acicateaba, por lo que sin vacilar apuré el tranco para ir al encuentro de la sombra que nos esperaba.

Era el alma de un hombre de unos cincuenta años, que usaba lentes y el cabello despeinado, de regular estatura, más bien bajo y algo jorobado. Cuando llegamos a unos treinta pasos de él, exclamó:

¡Vengan! ¡Acérquense! Reconozcan el privilegio que tienen, pues son muy pocos los que sin ser sombras y aún viven en el mundo, han merecido escuchar esta invitación.

Los seres humanos están hechos para remontar el vuelo, pero son muy pocos los que agitan sus alas”.

Cuando nos acercamos se presentó diciendo su nombre y extendiendo el brazo en señal de acogida.

Soy Antonio Gramsci.”

 

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Yo experimenté un sobresalto, pues los extensos Cuadernos que ese hombre escribió en la cárcel me ocuparon cinco años de estudio concentrado, cuando viví el exilio en Roma, y fueron fundamentales para el desarrollo de mi propio pensamiento.

Emocionado y feliz por tan singular e inesperado encuentro, me incliné en señal de respeto y admiración.

Como si hubiera sabido que yo estudié sus escritos, o tal vez suponiendo que pasadas tantas décadas desde su partida su obra sería bien conocida en el mundo, Gramsci me habló como a quien ya conociera su obra.

Escribí para las generaciones futuras sabiendo que en mi tiempo no serían comprendidas. En el contexto en que lo hice, encerrado en la cárcel fascista, y con contactos exteriores sólo de los compañeros comunistas, me vi obligado a escribir dejando huellas en los textos, de modo que una lectura atenta permitiría descifrar el verdadero sentido de mi elaboración. ¿Acaso puedes informarme si eso ha ocurrido?”.

En efecto – le dije –, tus escritos cayeron en manos del partido comunista italiano y del marxismo internacional. Los publicaron recortando aquí y allá y reordenando los textos según ‘temas’, lo que impidió durante décadas que se entendiera que tus análisis y reflexiones te llevaron a abandonar el marxismo.

 

Censura

 

En esas publicaciones ‘oficiales’ no se puede apreciar que reemplazaste el materialismo dialéctico por una ‘filosofía de la práxis’, y el materialismo histórico por la que llamaste ‘nueva ciencia de la historia y de la política’.

Esto pudimos descubrirlo, yo y mi amigo Pasquale Misuraca los primeros, cuando fueron publicados en Italia tus Cuadernos originales.

Nuestro estudio de tu pensamiento lo dejamos consignado en dos libros de una obra que titulamos La Travesía. Lamentablemente muchos todavía mantienen una errónea interpretación de tu trabajo.

 

La Travesía 1

 

Me alegra saber que mis cuadernos hayan sido finalmente rescatados, y que ustedes hayan descubierto su verdadero sentido. Espero que sea ya la época propicia para que se comprendan” – replicó.

Como los que cruzan el umbral del mundo de ultratumba ya no pueden desarrollar nuevas teorías – le dije –, te pido sólo que me escuches lo que yo he entendido, y que me digas si es una interpretación fiel de las ideas que comunicaste en los Cuadernos de la Cárcel, o si he cometido errores.

Seré feliz de escucharte, y no dudes de que si has incurrido en errores de interpretación te corregiré enseguida. Dime, pues, lo que entendiste”.

Intervino mi Maestro para advertirme que contamos solamente con media hora para conversar, por lo que me apresuré y fui directamente a lo esencial:

Empecemos por el diagnóstico. Sostuviste que lo que ocurre en el mundo es la crisis orgánica de la civilización moderna, que abarca no sólo al capitalismo sino también al Estado y a las ciencias positivistas, y que en consecuencia no se supera reemplazando el capitalismo por el socialismo estatista, sino mediante la construcción de una nueva civilización integral. ¿Entendí bien?

Perfectamente” – confirmó Gramsci, por lo que continué:

Sostienes que es un error confundir el capitalismo con la economía de mercado, porque el mercado es una construcción social indispensable e inevitable, y que por lo tanto no se trata de estar contra el mercado, sino de transformarlo, de democratizarlo, de hacerlo más integrador, justo y equitativo.

 

Las Hilanderas

 

Es así. El mercado es una relación de fuerzas sociales, en la cual todos los participantes tienen algún poder que ejercer, y que la estructura institucional y jurídica tiende a consolidarla para que se mantenga en el tiempo y que no cambie en favor de las clases subordinadas”.

Sostienes que otro error es concebir el Estado como un aparato que puede ser conquistado por fuerzas revolucionarias, que desde el poder político pueden crear una sociedad justa.

Dices que el Estado es, por su propia naturaleza, un conjunto de instituciones y de actividades mediante las cuáles las clases dominantes y dirigentes ejercen el poder sobre los ciudadanos, combinando elementos de coerción con elementos de persuasión.

Gramsci: “Sí, y también engañando y prometiendo lo que no cumplen, y repartiendo privilegios y beneficios menores, con lo que mantienen subordinadas a las multitudes”.

Afirmas que la civilización moderna en su dimensión política, se funda en la fuerza y en la lucha que despliegan los partidos políticos y los Estados, que se combaten recíprocamente, fraccionando no sólo a la sociedad sino también a los que luchan por las transformaciones sociales.

 

La rendición de Breda

 

Que como esa lucha se da al interior del Estado, no va más allá de reformas menores al interior de la civilización en crisis orgánica. En base a ello, postulas nuevas formas de acción transformadora.

Es correcto. La transformación verdadera consiste en la creación de una nueva civilización. Ello supone un conjunto muy complejo de iniciativas y actividades económicas, políticas y culturales.

Y ante todo, nuevas ciencias que orienten y guíen la acción. Porque la transformación comienza en la mente de las personas, con el intelecto, la voluntad y la imaginación. De ahí se proyecta en una cultura social, que da lugar a la creación de la nueva civilización”.

 

La Travesía 2

 

Así lo entendí, y me alegra que me lo confirmes – le dije. – En cuanto a los agentes de la transformación, sostienes que es una estructura de sujetos activos en tres niveles.

Por un lado son indispensables grandes intelectuales, capaces de entender la realidad, sus problemas y sus potencialidades, y de elaborar los fundamentos filosóficos de la nueva civilización, y las ciencias de su construcción.

Por otro lado, son necesarias las multitudes sociales que sienten vitalmente los problemas y la necesidad imperiosa de vivir de otro modo, activándose como actores fuertes.

Y en tercer lugar, los que llamaste ‘intelectuales orgánicos’, que son los ‘organizadores’, que están en contacto, tanto con el conocimiento de los grandes intelectuales, como con las multitudes sociales y sus necesidades. Ellos conectan la fuerza de la praxis con la lucidez de la teoría. ¿Entendí bien?

Perfectamente. Pero hay que agregar – me dijo Gramsci – un concepto esencial. El concepto de ‘autonomía’. ¿Lo entendiste, también?”

Creo que sí. Sin la autonomía intelectual de los grandes científicos; sin la autonomía económica de las multitudes; y sin la autonomía política de los organizadores, no puede haber nueva civilización, porque unos y otros de esos actores se mantendrían subordinados y dependientes de la civilización existente.

Por eso el proceso incluye unas ciencias comprensivas que superen el positivismo; una economía de cooperación que supere el capitalismo; y una política no orientada a la conquista del poder del Estado sino a la creación de una nueva sociedad civil y política.

No fueron esas mis palabras, y tú agregas la autonomía económica, en la cual no profundicé; pero en general expresas bien lo que pensé, incluso mejor de lo que yo mismo lo hice, y el complemento me parece esencial.”

Yo me disponía a continuar, pero en ese momento se nos acercó Dante advirtiéndome que el tiempo disponible había terminado.

Espera un momento” – le pidió Gramsci. “Solamente quisiera ver si tu amigo entendió bien la autonomía intelectual, que es un concepto esencial. ¿Le permites que lo resuma para mí?”

Mi Maestro aceptó, y yo expliqué:

La autonomía intelectual no consiste en tomar distancia, criticar y descartar las teorías o concepciones distintas a las que uno impulsa, sino en conocer todos los enfoques y puntos de vista, recoger todo lo verdadero y válido que se encuentre en ellos, e integrarlos y superarlos a todos en una concepción superior, más amplia y más profunda.

 

Velazquez autoretrato

 

Es como acceder a un vértice inaccesible a los adversarios, de modo que no se teme ser subordinado, absorbido o cooptado por ellos, pues se está por sobre ellos, fuera de su alcance.

Perfecto” – confirmó Gramsci. “No sabes cuánto me alegro de que me hayas comprendido. Y te felicito por haber no sólo entendido mi trabajo sino incluso haberlo llevado a mayor coherencia”

Gracias. También me iré contento.

Mi Maestro y yo agradecimos a Gramsci por sus inteligentes elaboraciones y su tan valioso trabajo. Le aseguraré que su pensamiento saldría de la oscuridad en que lo pusieron los marxistas, y que tendría en el futuro cada vez más relevancia.

Nos despedimos, pero cuando se había alejado unos veinte metros se volvió y agitando un brazo dijo, gritando:

 

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Y no olvides nunca que el que fuertemente desea, identifica los medios para realizar su voluntad”.

Lo saludamos con los brazos y sin esperar un minuto más, partimos en busca de otros intelectuales que nos estaban esperando en esa misma séptima explanada.

 

Luis Razeto

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