ESTACIÓN CINCUENTA Y OCHO - DISCUSIÓN PEDAGÓGICA ENTRE PAULO FREIRE E IVÁN ILLICH

ESTACIÓN CINCUENTA Y OCHO

DISCUSIÓN PEDAGÓGICA ENTRE PAULO FREIRE E IVÁN ILLICH

 

Bien – dijo Freire –, resumamos lo que veníamos conversando. Lo primero es que estamos de acuerdo, tú y yo, en que el actual sistema de educación escolar es, por decirlo de algún modo, desastroso, porque inhibe la libertad de las personas, tiende a subordinarlas, y se orienta a consolidar un sistema económico y político injusto y opresivo. ¿Lo digo bien?”.

– respondió Illich –, aunque tenemos matices y énfasis distintos en cuanto al diagnóstico. Para mí, el problema principal es la sociedad institucionalizada en exceso, que estandariza y establece protocolos para todos los aspectos de la vida, no solamente en la educación, sino también en la salud, en el ejercicio de las profesiones, en las comunicaciones.

Esto atrofia la creatividad, inhibe la libertad, exime de la necesaria solidaridad a todas las personas, no solamente a las de una clase social. Y en eso, para mí, la raíz principal no son las empresas y el mercado, como dices tú, sino el Estado”.

En efecto – reconoció Freire –, el énfasis lo pongo yo en la división de la sociedad en clases sociales, entre opresores y oprimidos, que se origina en la organización capitalista de la economía”.

Esta diferencia en nuestra visión crítica de la sociedad moderna – comentó Illich –, se traduce en importantes divergencias en cuanto a cómo debe ser la educación para enfrentar los males de la sociedad”.

Es cierto – dijo Freire. – La educación liberadora que yo propuse se orienta a la toma de conciencia crítica de las injusticias sociales y de sus causas, lo que llamé “concientización”.

Y ésta no se queda en el conocimiento del problema sino que debe orientarse hacia la acción política consecuente. La educación prepara para una acción política organizada que se inserta en la lucha de clases; es una educación al servicio de la liberación social de los oprimidos, que requiere organización y acción política de clase.”

Pues bien, ahí tenemos una diferencia importante – afirmó Illich. Porque si bien tu propuesta se centra en la actividad educativa, al final esperas la solución de los problemas a través de la política, que lleva inevitablemente a confiar y esperar en el Estado.

Y para mí, como te dije, el Estado está en la base y en el centro de la sociedad institucionalizada que causa el empobrecimiento de la experiencia y de la vida humana”.

Sin embargo – rebatió Freire –, no sería justo que se diga que mi propuesta es estatista, porque yo creo en la gente que ha desarrollado su conciencia. La concientización convierte a las personas y a las comunidades en protagonistas de su destino”.

 

Albert Anker

(Albert Anker)

Illich insistió:

Pero tú crees en el sistema escolar. Es cierto que sostienes que debe ser completamente modificado en cuanto a sus métodos pedagógicos y a los contenidos de la enseñanza. Yo, en cambio, no creo en el sistema escolar”.

Freire sintió la necesidad de precisar su pensamiento al respecto. Explicó:

Lo primero que te debo decir es que yo asigno gran importancia a la educación de adultos, a la alfabetización crítica y a la educación en comunidades. No me limito a la educación escolar.

Ante los que piensan que la escuela reformada podría ser la solución a todos los problemas, y los que piensan que la educación está inevitablemente sometida al marco económico y social, yo sostengo que ambas posiciones terminan por negar su papel transformador de la sociedad.

Los primeros porque atribuyen a la educación un poder que no tiene, y los segundos porque le niegan todo poder. Yo sostengo un enfoque intermedio”.

Illich precisó también su punto de vista: “La educación liberadora por medio de la escolarización no es factible. Ni siquiera cuando se la intenta mediante instituciones alternativas, construidas según el estilo de las escuelas actuales.

Ni unas nuevas actitudes de los maestros hacia sus alumnos, ni la proliferación de nuevas herramientas y métodos en el aula, ni ampliando la responsabilidad del pedagogo hasta que englobe las vidas completas de sus alumnos.

 

Pieter Bruegel - Niños jugando

 (Pieter Bruegel)

 

La búsqueda de nuevos embudos institucionales debe revertirse hacia la búsqueda de su antípoda institucional: tramas educacionales que aumenten, para que cada cual transforme cada momento de su vida en un momento de aprendizaje, de compartir, de interesarse”.

Mi propuesta – replicó Freire – es que los educadores, en las escuelas o fuera de ellas, asuman una postura revolucionaria, y que concienticen a las personas sobre la opresión en que viven, despertando el compromiso por la liberación, que será tarea conjunta de educadores y de educados, del pueblo y de sus líderes.

Así como el opresor precisa de una teoría para mantener la acción dominadora, los oprimidos igualmente precisan de una teoría para luchar por la libertad.”

Noté que a Illich esa respuesta le gustó muy poco, pues se apresuró a replicar:

¿No ves que en ello, querido Paulo, hay una imposición de una ideología por parte del educador sobre los educados? Estarías cambiando una dominación pedagógica por otra de signo opuesto, pero dominación al fin?”.

¡Eso no lo puedo aceptar!” replicó Freire airado. “Pues la metodología que propongo es la educación dialógica. La educación crítica es realizada mediante el diálogo. El no-diálogo es la imposición de ideas, el diálogo es liberador.

La disyuntiva es, o ayudar a la opresión, o estar al servicio de la liberación. La metodología dialógica es posible en cuanto se tenga fe, confianza y esperanza en el pueblo, por lo que no hay imposición del educador.

Educador y educandos comparten y se expresan libremente, lo más lejos que hay a la imposición o la manipulación. El objetivo pedagógico es llevar al educando a asumirse como sujeto, como ser capaz y responsable; así como también a sobrepasar la compresión mágica de la realidad y desmitificar la cultura letrada.

Durante este proceso el estudiante va desarrollando una visión crítica que le permitirá convertirse en un agente de cambio y de producción cultural, en oposición al modelo de reproducción cultural que impera en la escuela”.

 

Nikolai Petrovich Bogdanov Belsky

 (Nikolai Petrovich Bogdanov Belsky)

 

Illich reflexionó un momento antes de responder. Y lo hizo enfáticamente: “El diálogo, sí, es el método. Pero en el sistema escolar, y en una educación institucionalizada de cualquier nivel, el diálogo entre educador y educando no es entre iguales. ¡No están en el mismo nivel, y no veo cómo ello pueda ser evitado mientras se mantengan los roles institucionales!”.

Freire rebatió: “Yo planteo redefinir las relaciones pedagógicas y el papel del profesor, quien deviene coordinador del proceso de enseñanza y aprendizaje, promueve el diálogo entre los educandos, y propicia la participación activa de los actores en la gestión y el desarrollo de los aprendizajes.

Si en la concepción “bancaria” el educador es siempre quien educa y el educando quien es educado, en la educación crítica y dialógica ya no hay un educador del educando, no hay un educando del educador, sino un educador-educando con un educando-educador.

Lo que significa que nadie educa a nadie; que nadie se educa solo; que las personas se educan entre sí mediatizadas por el mundo. La concepción humanista descarta toda posibilidad de manipulación del educando”.

Entonces – concluyó Illich – estamos muy cerca uno del otro. Solamente yo insisto en que, en un contexto institucionalizado, los roles de educador y educando siempre subsistirán.

Por eso mis propuestas son el autoaprendizaje y el aprendizaje en redes, fuera del sistema escolar y de la institucionalización pública.

 

George Pierre Seurat

(George Pierre Seurat)

Es posible crear tramas educacionales que aumenten la oportunidad para que cada cual transforme cada momento de su vida en un momento de aprendizaje, de compartir, de interesarse.

Cada uno puede encontrar los compañeros con quienes aprender juntos. La tecnología puede ayudar mucho en la creación de redes descentralizadas de aprendizaje y llegar por ese medio a un nuevo sistema educativo en plena libertad.

Un buen sistema educacional debería tener tres propósitos: Uno, proveer a todos los que quieran aprender, el acceso a los recursos disponibles, en cualquier momento de sus vidas.

Dos, empoderar a todo aquel que quiera compartir lo que sabe, para que pueda encontrar a quienes quieren aprenderlo de él. Y tres, facilitar a quienes quieran presentar un asunto público, la oportunidad de hacer conocido su desafío.”

Todo el diálogo se desenvolvió mientras subíamos en busca de la siguiente explanada. En cierto punto mi guía mostró una señal que indicaba un atajo, pero los educadores respondieron que ellos ya conocían ese lugar, y que debían continuar ascendiendo.

Así, nos despedimos afectuosamente. Yo me quedé mirándolos, y cuando se distanciaban de nosotros me pareció que continuaban discutiendo amablemente.

 

Luis Razeto

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