II. El mismo día de la reunión

II.


El mismo día de la reunión de Alejandro y Antonella con el abogado del CCC, en la Colonia Hidalguía se encontraban reunidos el ex-general Conrado Kessler, Jefe de Seguridad, Inteligencia y Control General; el Director de Obras, Ingeniero Rigoberto Sandoval; el Administrador de Campo, el ex-capitán Onorio Bustamante; el Jefe de Personal, el ex-coronel Juan Carlos Osorio; la Directora de Finanzas, Susana Rosende, y el Director jurídico, abogado Benito Rosasco. Esperaban en silencio la entrada de Presidente de la Colonia, dueño de las tierras y jefe de todos ellos el ex-Ministro de Seguridad Interior del Estado don Ramiro Gajardo.

No era habitual que Ramiro Gajardo convocara a toda la Primera Línea de mando de la Colonia a una reunión. Prefería tratar cada asunto por separado con el responsable que correspondiera. De ese modo ejercía más férreamente su poder y no se generaban discusiones que pudieran obligarlo a someter sus decisiones al acuerdo de los subordinados. Pero esta vez era diferente, pues se trataba de una reunión informativa, en que explicaría lo que en ese momento sus subordinados debían saber sobre el proyecto Hidalguía, para dar comienzo a la Nueva Etapa de su Plan Estratégico, entregando a cada uno las instrucciones correspondientes.

La Asistente personal de Gajardo, que todos sabían que era también su amante, entró a la Sala y dejó sobre la cabecera de la mesa el maletín del Jefe. Enseguida, muy seria y sin pronunciar palabra, se mantuvo de pie tras el sillón que ocuparía el Jefe. Era una jovencita rubia, aunque no estaba enteramente claro si el color de su pelo era el natural; no muy bella de rostro, delgada pero de formas curvilíneas pronunciadas, respondía al ideal de ciertos hombres que entran en la edad en que se requieren atributos especiales para excitar sus sentidos. Su entraba anunciaba la inminente llegada del Jefe.

Ramiro Gajardo se detuvo en el umbral de la puerta. Miró uno a uno a sus súbditos para comprobar que estuvieran presentados en la forma correcta que ameritaba una reunión tan importante, y caminó hacia la testera para tomar su puesto. En las reuniones privadas que mantenía habitualmente con ellos no requería formas ni establecía protocolos, y las conversaciones discurrían informalmente; pero en reuniones como ésta, muy raras por lo demás, la situación era diferente. Les exigía una presentación impecable, que pidieran siempre la palabra dirigiéndose a él como Señor Presidente, y limitando las palabras a lo estrictamente necesario.

– Puede retirarse, señorita Nubia, y esperar por si la necesito.

No le despegó la vista mientras la joven asistente se salía contoneando las caderas, hasta que cerró la puerta.

– Señores. He citado esta reunión porque tengo muy grandes noticias que darles, y porque es necesario organizar y ejecutar un conjunto de decisiones que son de notable importancia en el desarrollo de la Sociedad Anónima y de la Colonia Hidalguía. El acontecimiento que celebramos resume el conjunto de las buenas noticias que les informaré a continuación. Es que hemos completado la Fase 2 del Plan Quinquenal de la Colonia Hidalguía. Ello se cumple con sólo 60 días de retraso y una reducción de costos del 8 % respecto de lo presupuestado. La reducción de costos se logró por la buena gestión del Jefe de Personal, el Coronel Juan Carlos Osorio, quién pudo bajar el precio de la mano de obra en un 28 %, aunque implicando el prolongamiento del tiempo de ejecución de ciertas obras debido al conveniente reemplazo parcial de maquinaria pesada de alto costo operacional por trabajo humano de costo inferior.

Gajardo miró complacido a los asistentes. Estos dieron señales de aprobación, dirigidas especialmente al Jefe de Personal cuando su labor fue destacada. Gajardo accionó su IAI y mientras continuaba su explicación comenzaron a aparecer en la pantalla fotografías alusivas a lo que continuó explicando.

– Lo que, en resumen, les puedo informar es lo siguiente. Uno: Se terminó la construcción de la represa, y el embalse se está llenando de agua, alcanzando al día de hoy el 40 % de su capacidad. Se han construido también los principales canales de riego destinados a la producción agrícola y pecuaria. Dos: Hemos comprado y viene cruzando el océano en barco, la turbina para la generación de electricidad que permitirá aprovechar la energía que se produce con la caída del agua. Ello hará posible no solamente proporcionar energía eléctrica a toda la Colonia, sino además, vender electricidad a residentes en la zona e incluso en la ciudad, en muy ventajosas condiciones de precio para nosotros, debido a la carencia de servicios eléctricos en todo El Romero Alto y en parte de la ciudad. Tres: Hemos completado la construcción del Complejo Residencial para el Personal Directivo de la Colonia, con todo el sistema de protección y seguridad, el restaurante, la piscina y los servicios recreacionales que ustedes ya gozan desde hace un tiempo. Tres: Estamos conectados directamente a la Internet-5 mediante la correspondiente suscripción al sistema satelital. Cuatro: Contamos con un adecuado sistema de producción, abastecimiento, conservación y distribución, que aseguran a nuestra Colonia un alto nivel de autosuficiencia alimentaria. Este sistema deberá ser ampliado significativamente en correspondencia con los nuevos proyectos que forman parte de la Segunda Fase del Plan Quinquenal, que detallaré a continuación.

Conrado Kessler miró satisfecho a su equipo directivo. Benito Rosasco creyó interpretar los deseos del Jefe y se puso a aplaudir. Todos lo siguieron, poniéndose de pié. Sin inmutarse, Gajardo esperó que terminaran de aplaudir para continuar.

– Señores. La Fase 3 a la que hoy damos inicio solemnemente en esta reunión tiene un norte, que queda explícito en el nombre que le hemos dado: Poblamiento y Expansión Territorial. Esta fase considera tres principales elementos, que se deben completar en los próximos veinte meses. El elemento Uno consiste en el Poblamiento de la Colonia Hidalguía, trayendo a trabajar y a vivir aquí un total de dos mil doscientas personas adultas, trabajadores agrícolas, obreros industriales, técnicos y personal de servicio. Ello nos exige captar unos cien trabajadores mensuales en promedio, implicando la construcción simultánea de campamentos para hombres y mujeres solteros, y casas populares para familias con hijos, conforme a los planes ya elaborados, tanto en el Área Central como en la parte agropecuaria de la Colonia. A cargo del elemento Uno nombro en este momento, como Responsable general, al Coronel Osorio. Naturalmente, las obras civiles correspondientes serán conducidas por el Ingeniero Rigoberto Sandoval, mientras que el asentamiento de los nuevos llegados será responsabilidad del Administrador de Campo el Capitán Bustamante. Lograr esta meta es muy importante, pues deben saber que una Colonia Comunal puede adquirir el estatus de Comuna cuando en ella se encuentren asentadas un mínimo de dos mil personas.

Solamente Kessler sabía hasta el momento que en los planes de Gajardo para la Colonia estaba constituirse como Comuna, que implicaba adquirir un estatus político que les daría mucho mayor autonomía. Los demás asistentes, comprendiendo el proyecto del jefe manifestaron su admiración con gestos de manos y asintiendo con la cabeza. Gajardo, satisfecho, continuó:

– El elemento Dos de la tercera etapa del Plan que hoy comenzamos, consiste en la Expansión Territorial. Para ello se ha realizado un catastro completo de las pequeñas propiedades agrícolas existentes entre el deslinde de la Colonia y el comienzo del sector considerado urbano de El Romero. Lo que haremos es apropiarnos de la mayor cantidad posible de esas propiedades, mediante su compra o a través de solicitudes de Posesión por abandono de sus dueños. Esta actividad ya ha comenzado con el trabajo de Benito Rosasco, a quien he nombrado Abogado en Campaña. Sin embargo, a cargo de este elemento he puesto directamente al General Conrado Kessler.

Gajardo carraspeó para dar énfasis a lo que agregó a continuación.

– En la hacienda contamos con ocho mil seiscientas hectáreas. El segundo requisito para que una Colonia Comunal se constituya como Comuna exige que se posea un territorio de doce mil hectáreas. Lo que necesitamos es comprar y tomar posesión de aproximadamente cuarenta predios actualmente de propiedad de parceleros agrícolas. ¡Estoy seguro de que lo lograré, contando con la colaboración de todos ustedes!

El modo enfático en que hizo esta última afirmación movió a los asistentes a ponerse de pié y aplaudir. El jefe los invitó a sentarse con un gesto y continuó:

– El elemento Tres de esta fase de Poblamiento y Expansión, consiste en la instalación y puesta en marcha de una Escuela de Formación Técnica y Marcial, para un total de 220 varones y 60 mujeres, de entre catorce y dieciséis años. De este elemento Tres me encargaré personalmente, con la colaboración permanente del General Kessler, pues lo considero de importancia estratégica para el cumplimiento de los objetivos últimos de la Colonia.

El Jefe recorrió con la mirada a los seis subordinados. Complacido al comprobar que sus rostros demostraban no solamente acuerdo sino admiración y entusiasmo por lo que había informado, les hizo una breve alocución, que concluyó invitándolos a una cena a la que podían asistir con sus respectivas parejas o acompañantes, para celebrar el feliz desarrollo del Proyecto Hidalguía.

* * *

La reunión de la Cooperativa comenzó puntualmente. Los socios estaban inquietos debido a que durante los últimos días las presiones para que vendieran sus predios se habían acentuado, y en varios sectores los canales de riego se encontraban vacíos. Esto no era tan grave en esta época del año debido a las frecuentes lluvias, pero el problema se presentaría muy serio durante el verano y el otoño, que con el cambio climático se habían convertido en estaciones muy calurosas y secas.

Las noticias que les expuso Alejandro, buenas y malas, los tranquilizó bastante, primero porque se sintieron apoyados por una organización tan importante como era el CCC, y también porque comenzaban a entrever las acciones que podían emprender a través de su recientemente creada organización cooperativa.

Lo que tenían no era menor, sino algo que pocos obreros y campesinos logran alcanzar. En estos sectores sociales la autoestima suele encontrarse bastante decaída, debido a la pobreza consuetudinaria, a la escasez de medios económicos y materiales con que cuentan, y a la desprotección jurídica y social en que se desenvuelven sus vidas. También cuesta mucho que se generen las confianzas mutuas necesarias para organizarse comunitariamente, porque antiguas controversias familiares y conflictos entre vecinos que se trasmiten de generación en generación generan distancias y recriminaciones. Pero todo eso estaba quedando atrás, con el influjo de un factor externo – la llegada de Alejandro y Antonella con sus proyectos de futuro – que operaba culturalmente como un catalizador social y como un agente generador de confianzas y de auto-valoración.

La mayor parte de la reunión se centró en el tema del agua, tan sensible entre los campesinos. Se emitieron y escucharon discursos apasionados que reiteraban sus derechos ancestrales, que se encontraban ahora amenazados por una organización poderosa y malvada. Se encendieron los ánimos y se emitieron proclamas de lucha y rebelión. No cabía duda a nadie de los presentes: debían enfrentar con decisión y valentía a quienes pretendían quitarles sus medios de sustento familiar. “¡No nos rendiremos!” fue la frase más repetida, con la que casi todos los oradores terminaban sus intervenciones.

El problema se complicó a la hora de tomar decisiones. ¿Qué podían realmente hacer? Alguien sugirió que se designara una delegación para ir a plantear la exigencia del restablecimiento de las corrientes de agua directamente a los directivos de la Colonia Hidalguía. El acuerdo fue unánime y bullicioso. Pero la asamblea entró en silencio cuando llegó el momento de concretar tan valiente decisión:

– ¿Quienes irán?

Se miraban unos a otros. Alguien propuso que debían ser los propietarios de los predios en los que el agua ya estaba cortada.

– En mi predio ha disminuido, pero todavía fluye un poco – fue lo que dijeron varios, si bien con distintas palabras.

– Deben ir los que están más cerca de la Colonia. – Sugirió otro que vivía bastante más abajo.

Se escucharon las excusas del caso, aludiendo a enfermedades, exigencias del trabajo y otras no menos plausibles.

Finalmente alguien encontró la solución:

– La Directiva. Debe ir la Directiva, que nos representa a todos.

Alejandro ya sabía, por experiencia de su vida en organizaciones, que esa sería la solución a que llegarían los asistentes. Por ello ya había pensado la respuesta que dar:

– Compañeros, tengan en cuenta que una cooperativa es algo que hacemos entre todos, y que debemos repartirnos las actividades. De hecho la directiva ha tenido bastante que hacer estos días, y tendrá mucho más trabajo que realizar según lo que decidamos en esta reunión. Propongo que dejemos el tema de la Delegación para el final de la reunión, porque tenemos otros temas importantes que tratar.

Todos estuvieron de acuerdo y se pasó al asunto de las Solicitudes de Posesión de los predios desocupados. Cedió la palabra al abogado Iturriaga, quien explicó el tema con detalles. Por las reacciones desconcertadas de los socios, Alejandro se dio cuenta de que los campesinos no tenían una forma de pensar con sentido estratégico o táctico. Tampoco tenían suficiente comprensión jurídica como para entender que si la Colonia Hidalguía se extendía hacia el territorio en que estaban sus predios, ello les pudiera impactar fuertemente en sus vidas, perdiendo la autonomía que necesitaban para trabajar y comercializar su producción. En su cultura campesina centrada en la producción y el trabajo, veían como algo favorable el hecho de que los predios abandonados fueran ocupados por alguien que los pusiera nuevamente a producir. Tampoco veían problemas en que se compraran las propiedades si sus dueños querían abandonar el lugar. A varios de ellos, en más de una ocasión en la vida, se les había ocurrido la posibilidad de vender su tierra. Alejandro comprendió que debía explicar la situación con mayor claridad.

– Lo que yo creo que está sucediendo, compañeros y amigos, es que la Colonia esa nos quiere sacar a todos de aquí, y pretende expandirse hacia nuestras tierras. Nos quiere sacar a todos, y esas Solicitudes de Posesión de los predios abandonados, las ofertas de compra, y las amenazas de que nos dejarán sin agua, son solamente el comienzo de una estrategia planificada. Una vez que empiecen, y que vayan avanzando en apropiarse de las tierras, nos será cada vez más difícil detenerlos en su avance, y nos amenazarán cada vez con más fuerza. Me temo que incluso usarán la violencia. Y ellos serán cada vez más, y nosotros cada vez menos. Ellos cada vez más fuertes, y nosotros cada vez más débiles. No, compañeros, debemos resistir y oponernos a la expansión de esa Colonia hacia nuestras tierras.

Así, poco a poco, a través de muchas preguntas, respuestas y opiniones que se fueron dando, uno tras otro fueron comprendiendo que lo que estaba en juego eran sus propias tierras y, aún más, sus mismas vidas.

* * *

– ¡Miren! ¡Miren! Un pájaro raro ¡Miren! Una araña voladora.

Era Toñito el que gritaba, corriendo hacia los socios de la cooperativa reunidos bajo el nogal. Con el brazo en alto el niño apuntaba al cielo, y con la otra mano agitaba la honda.

Las miradas de todos se alzaron al cielo en la dirección que indicaba Toñito. Los campesinos no habían visto nunca un pájaro como ese, que efectivamente parecía una araña, que dio una vuelta sobre ellos y que después se alejó en dirección a la Colonia. Hablando agitado Toñito les contó todo:

– Lo vi desde allá al fondo. Estaba arriba, sin moverse, como a cincuenta metros encima de ustedes. Fueron como cinco minutos, hasta que me acerqué para verlo mejor. Entonces esa cosa se movió y vino hacia mi. Me asusté mucho, y empecé a tirarle piedras con mi honda. Pero se movía y no le apunté. Después dio una vuelta y se fue más arriba, hasta que se alejó.

Antonella se estremeció, dominada por un mal presentimiento. Conocía toda la historia de la lucha de la escritora Matilde, de Juan Solojuán y de los amigos del CCC, contra la temida CIICI, dirigida por el malvado Kessler, y cómo ellos habían empleado un dron como ese para vigilarlos y seguir sus movimientos. En una ocasión Kessler la mantuvo detenida junto a su primer novio durante varios días, y dos años después era el jefe de El Grupo, la organización clandestina que la mantuvo secuestrada y encerrada en un oscuro subterráneo durante cuarenta días, lugar donde conoció a Vanessa.

Alejandro, a su lado, se dio cuenta de la conmoción de Antonella y la abrazó. Después explicó a los compañeros de la cooperativa y al Toñito:

– Eso que vimos es un Dron. Es un aparato mecánico que toma fotografías y videos, y que desde lejos puede grabar las conversaciones y cualquier sonido que se escuche.

– Se fue hacia la Colonia. ¡Es de ellos!

La aparición del Dron terminó de convencer a los cooperados de que debían resistirse con todos los medios posibles a la expansión de la Colonia.

La reunión se prolongó hasta entrada la noche. Tomaron cinco decisiones. La primera fue no formar la Delegación para parlamentar con la Colonia, estimando que sería inútil si no más bien contraproducente en el estado actual, pues no haría más que poner en evidencia debilidad frente al adversario.

En cambio, en relación con las Solicitudes de Posesión, algunos socios indicaron que sabían donde se podría tomar contacto con los propietarios que habían abandonado sus predios. En este sentido, el segundo acuerdo fue “que cada uno tome contacto con quienes pueda, y que los demás investiguen con conocidos en la ciudad, a fin de saber sobre la mayor cantidad de los que abandonaron sus propiedades”. A todos quienes lograran ubicar, los pondrían en contacto con el abogado Wilfredo Iturriaga, quien los orientaría sobre lo que debían hacer para oponerse a la Solicitud de Posesión de Derechos por parte de la Colonia.

Después de analizar la propuesta que plantearon Alejandro y Antonella sobre invitar a “personas buenas y trabajadoras” relacionadas con el CCC, autorizaron que se favoreciera su venida a Los Campos de El Romero Alto, para que trabajen en predios que puedan comprar, o en otros sobre los cuales la Cooperativa pudiera ganar el derecho de Posesión.

El cuarto acuerdo consistió en autorizar a la Directiva para utilizar el crédito que la financiera del CCC había otorgado a la Cooperativa, con el fin de comprar o arrendar un local en la ciudad para instalar el almacén comunitario.

El quinto acuerdo fue mantenerse vigilantes frente a cualquier hecho extraño que observaran, “sea en la tierra o en el aire”, e informar de ello lo antes posible a un miembro de la directiva de la Cooperativa.

Lo que pudieran hacer frente al tema del agua quedó pendiente para la reunión del domingo siguiente.

* * *

Cuando ya todo volvió a la calma en la granja, Antonella y Alejandro conversaron durante largo rato, tratando de evaluar la situación. La aparición del Dron era algo que los preocupó profundamente, intuyendo que detrás de él pudieran estar los mismos malvados sujetos con los que se habían enfrentado ya en dos ocasiones anteriores, y que eran sin duda muy poderosos, implacables y temibles.

– Lo que más me preocupa – dijo Alejandro – es que, si son ellos, pudieran habernos reconocido, o hacerlo al examinar las fotografías y videos que seguramente tomaron. E incluso mi voz, pues estuvieron sobre nosotros justo cuando yo explicaba a los compañeros que debemos luchar contra la expansión de la Colonia.

– Si nos reconocieron, o si escucharon lo que decías, nos considerarán desde ya sus enemigos. Debemos tomar precauciones.

– Sí, debemos cuidarnos. Pero no sabemos quienes son los dueños de esa Colonia.

– El abogado Iturriaga dijo que los que crearon la Sociedad Anónima eran dos militares.

– Sin duda ‘palos blancos’, que actuaron en representación de otros más ricos y poderosos.

Alejandro abrazó a Antonella:

– Te asustaste al ver al Dron.

– Sí. Me vino el recuerdo de hombres malos. Y me acordé del querido Juan Solojuán, al que ellos mataron.

– Y que te secuestraron.

– Sí, me asusté un poco; pero ya estoy tranquila. Estoy segura, siempre lo he estado, de que Dios está conmigo. Y también contigo, Alejandro, aunque no lo creas.

– Sí, querida. Debemos tener confianza. Los venceremos una vez más, estoy seguro.

– ¿Crees que sea el caso de denunciar a esa Colonia Hidalguía? Tenemos cómo llegar hasta la esfera más alta. Tu amiga la señora Mariella …

– He pensado en ello. Pero no sabemos de ningún delito que hayan cometido. Ni sabemos siquiera quiénes son. Todo lo que hacen es legal, como nos dijo el abogado Iturriaga.

– Mataron al papá y al hermano del Toñito …

– No tenemos ninguna prueba de que sean ellos. Asesinatos los hay todos los días, y son asuntos que corresponden a la Policía.

Antonella lo pensó un momento. Luego dijo:

– Sí, debiéramos denunciarlo a la policía. Lo sé, lo he pensado mucho, y lo he conversado con el Toñito. Pero él se niega rotundamente, y no quiere decirnos por qué. Le prometimos que no lo haríamos. Si le incumplimos nos va a odiar. Y aún no tenemos tuición sobre él, hasta que salga la resolución de adopción. La última información que tengo es que puede demorar todavía varios meses.

* * *

Conrado Kessler, encerrado en su oficina, revisaba las imágenes y escuchaba las grabaciones de audio que obtuvo con el Dron. Lo había accionado personalmente. Era su última adquisición, y como experto en información, inteligencia, control y seguridad, no quería que nadie se enterara de la existencia de tan valioso aparato. Ni siquiera había informado al Jefe. Que él se encargue de la gran política, la estrategia y la planificación. Lo mío es lo táctico, las operaciones.

Las imágenes eran nítidas pero estaban tomadas desde arriba y nadie levantó la vista, sólo el muchacho, por lo que Kessler no pudo reconocer las caras. Contó 47 personas participantes en la reunión. Lo importante es saber por qué se reúnen y qué hablaron. Lamentablemente la grabación de audio no era muy clara, porque la reunión se realizó al lado de un árbol y la brisa agitaba las ramas. Pero alcanzó a reconocer fragmentos de lo que decía un hombre con una voz que no parecía de campesino. Lo que escuchó fue suficiente para entender que ese hombre incitaba a los demás a resistir y luchar contra la expansión de la Colonia. Es muy grave, sumamente grave.

No es un tema para tratar con el Jefe, sino de mi responsabilidad. Recordó la consigna que había repetido tantas veces a sus subordinados cuando dirigía la CIICI: “Inteligencia e información – para controlar cualquier situación”.

 

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