CREAR EL NAVÍO NO ES PREVERLO EN DETALLE - Antoine De Saint-Exúpery

CREAR EL NAVÍO NO ES PREVERLO EN DETALLE

 

Crear el navío, no es preverlo en detalle. Pues si por mí mismo intento construirlo, nada que valga la pena lograré de su diversidad. Todo se modificará al salir a la luz del día, y otros distintos a mí pueden emplearse en esas invenciones. No me corresponde conocer cada clavo del navío. Sino aportar a los hombres la inclinación hacia el mar.

Y más crezco a la manera del árbol, más me anudo en la profundidad. Y mi catedral que es una, resulta de aquél que lleno de escrúpulos esculpe un rostro en el que se pintan los remordimientos, de que este otro que sabe regocijarse, se regocije y esculpa una sonrisa. De que aquél que es resistente me resista, de que aquél que es fiel permanezca fiel. Y no vayáis a reprocharme haber aceptado el desorden y la indisciplina; pues solamente conozco la disciplina del corazón que domina, y cuando entréis en mi templo os sobrecogerá su unidad y la majestad de su silencio, y cuando veáis de un lado y otro prosternarse al fiel y al refractario, al escultor y al pulidor de las columnas, al sabio y al simple, al alegre y al triste, no vayáis a decirme que son ejemplos de incoherencia, pues son uno por la raíz; y el templo se ha realizado, al hallar a través de ellos todos los caminos necesarios.

Pero se equivoca el que crea un orden de superficie, sin dominar desde una altura suficiente para descubrir el templo, el navío o el amor y, en lugar de un orden verdadero, funda una disciplina de gendarmes donde cada uno tira en el mismo sentido y adelanta el mismo paso. Porque si cada uno de tus súbditos semeja al otro, no has logrado la unidad; pues mil columnas idénticas no crean sino un estúpido efecto de espejos y no un templo. Y la perfección de tu diligencia sería, respecto a esos mil súbditos, exterminar a todos exceptuando uno.

El orden verdadero es el templo. Movimiento del corazón del arquitecto, que anuda como una raíz la diversidad de los materiales y que exige para ser uno, durable y potente, esa misma diversidad.

No se trata de ofuscarte porque uno difiera del otro, porque las aspiraciones de uno se opongan a las del otro, porque el lenguaje de uno no sea el lenguaje del otro; se trata de alegrarte de ello y a que si eres creador, construirás un templo de portada más alta, que será su común medida.

 

(De la Nota 75)