SE ABREN LOS IMPERIOS ESPIRITUALES Y TE DESLUMBRAN LAS APARICIONES -Antoine De Saint-Exúpery

 

SE ABREN LOS IMPERIOS ESPIRITUALES Y TE DESLUMBRAN LAS APARICIONES

Porque no hay aquí, como en ninguna parte, un lenguaje que te permita expresarte si se trata de la civilización del amor; puedes decir «ella» y traducirte, creyendo que se trata de ella, cuando se trata del sentido de las cosas, y ella está aquí para señalarte el lazo divino que las une al Dios que es sentido de tu vida y merece, según afirmas, tus ímpetus, que son los de comunicarte con el mundo de esta manera y no de otra. Y ser de pronto de tal manera vasto, que el alma, igual a las conchas marinas, se torne resonante. Y tal vez puedas decir imperio, en la certidumbre de ser comprendido y de pronunciar una palabra simple, si todos alrededor de ti lo entienden según su instinto; pero no si alguno allí no ve sino una suma, y que se ríe de ti, pues no se trata del mismo imperio. Y te disgustará que se crea que ofreces tu vida por un almacén de accesorios.

Pues ocurre con esto como con una aparición que se agrega a las cosas y las domina, y que si escapa a tu inteligencia aparece evidente a tu espíritu y a tu corazón. Y te gobierna mejor o más duramente y más seguramente que cualquiera otra cosa concreta. (...)

He reflexionado a menudo sobre esas apariciones, que son las únicas a las que puedes pretender, pero más bellas que las que acostumbras tú, en la desesperación de las noches cálidas, a solicitar. Pero cuando por costumbre, al dudar de Dios, anhelas que se muestre a la manera de alguien que de paseo te hiciera una visita, ¿a quién encontrarás entonces sino a tu semejante y a tu igual, que no te conduce a ninguna parte y te encierra en su soledad? Cuando anheles, no la expresión de la majestad divina, sino espectáculo y fiesta extranjera, no recibirás más que un placer vulgar de fiesta extraña y tu decepción erguida contra Dios. ¿Y cómo convertirás en prueba tanta vulgaridad? Cuando anhelas que algo descienda hasta ti, te visite en tu nivel tal como eres, humillándose así a ti y sin razón, jamás serás escuchado como no lo fue mi pedido a Dios; por el contrario, se abren los imperios espirituales y te deslumbran las apariciones, que no son para los ojos ni para la inteligencia, sino para el corazón y para el espíritu, si haces el esfuerzo de ascensión y accedes a ese nivel donde ya no existen las cosas, sino los lazos divinos que las atan.

(De la Nota 108)

 

TODA CUALIDAD PORTA LOS FERMENTOS DE SU DESTRUCCIÓN

Pues en verdad es triste que aquélla que ves tierna y plena de ingenuidad, se vea amenazada por el cinismo, el egoísmo o la malicia que explotará su gracia frágil y su fe plenamente concedida, y puede ocurrir que la desees más advertida.

Pero no se trata de desear que las mujeres de tu casa sean desconfiadas, advertidas o avaras de dones, pues habrían arruinado, al criarlas así, lo que querías abrigar. Ciertamente, toda cualidad porta los fermentos de su destrucción.

La generosidad, el riesgo del parásito que la descorazonará. El pudor, el riesgo de la ingratitud que lo tornará amargo.

Mas para sustraerla a los riesgos naturales de la vida, anhelas un mundo ya muerto. E impides edificar un templo que sea bello por horror a los temblores de tierra que lo destruirían.


 

(De la Nota 109)