LIBERTAD DE SENTIMIENTO

texto

de Luis Razeto

Decretaré la libertad de sentimiento:

porque no es justo que los hombres

y las mujeres del mundo

mantengan sus almas pequeñas y  frías,

esclavas de miedos y normas.

 

Mi decreto es simple y penetrante como el agua:

Toda persona vivirá abiertamente

el amor que asome en su cuerpo y en su alma.

 

Cualquiera podrá emocionarse libremente

ante un niño hermoso y triste

y prodigarle las caricias que le dicte

su alma sensitiva.

 

Toda persona está en su perfecto derecho

a mostrar las heridas de su espíritu,

y con los ojos en lágrimas

mendigar las caricias que anhela.

 

Cualquier persona está habilitada

para gritar su angustia por las calles,

para sollozar abiertamente su desdicha

sentada en un banco de la plaza.

 

Todo hombre podrá libremente sonrojarse

cuando el instinto lo mueva a seguir

a la mujer que al pasar cruce su mirada

con la suya aunque sea un instante.

 

Como igualmente de ahora en adelante

toda mujer, sin importar su edad ni su semblante,

expresará con mirada tierna o con verbo insistente

su deseo de ser acompañada

sin que tenga por ello de qué avergonzarse.

 

Toda persona en fin, de cualquier condición

-en virtud de este simple decreto-

estará indudablemente en sus cabales

cuando con gestos solemnes o tímidas palabras

anuncie rarezas o excentricidades:

emociones confusas y turbias,

sueños de grandeza,

sutiles anhelos poéticos,

el deseo de ser héroe,

el llamado a ser santa,

o la pura necesidad imperiosa y urgente

de amar, de ser amada.