Cómo Entender la Política

Howard Richards

 

Los políticos no son más tontos que los demás seres humanos. No son más malvados, ni más codiciosos, ni más mentirosos. Claro que entre ellos hay tontos, malvados, codiciosos, y mentirosos. Pero en todas partes los hay. En todas partes hay también inteligentes, benévolos, generosos y honestos. Lo que distingue al político de los demás oficios y profesiones no es ninguna calidad moral distinta, sino el hecho que le corresponde cumplir una tarea que en la época que nos toca vivir es imposible. Hay quizás un cierto parangón con la medicina si se imagina que la tarea de la medicina es prevenir la muerte. Pero la medicina en fin no pretende eso, sino solamente conseguir una vida saludable antes del inevitable desenlace fatal de cada vida humana. La política, en cambio, pretende gobernar y esto sí es imposible.

La tesis que hoy la política es imposible, o –dicho de una manera menos escueta– que los objetivos que la política se propone sean inalcanzables, es hasta aquí todavía más una provocación que una hipótesis. Para desarrollar aquella tesis en una forma atendible, tengo que asignar significados a las palabras “política” e “imposible.” Solamente cuando haya una claridad conceptual sobre lo que la tesis afirma y sobre lo que la tesis niega será procedente aducir razones por creerla o no creerla.

Empiezo con la palabra “política”. El lenguaje no me autoriza a asignar cualquier significado a aquella palabra según mi libre albedrío, pero tampoco me limita a una sola opción. Hay una vasta literatura sobre la política y sobre las ciencias políticas. Aunque la mayor parte de ella no la he leído, he leído suficiente para saber que hay numerosas definiciones de la palabra y que suelen girar en torno a algo que se llama “poder”. Más allá de las definiciones puntuales hay numerosos contextos teóricos, contextos históricos, Sitzen im Leben, numerosas Methodenstreiten en las aulas académicas, y puntos de vista de autores individuales y Weltenschaungen de épocas. Sin conocer tales contextos nadie puede apreciar las justas dimensiones de los pensamientos resumidos en una corta definición.[1]

Frente a una situación que no me da ni plena libertad ni un mandato único, mi opción es destilar una definición de dos obras fundadoras de tradiciones que han dado sentido a la voz española “política” y a sus homólogas en otros idiomas occidentales. Son Politeia de Platón y Politiká de Aristóteles. Aunque las palabras griegas que son los títulos de los dos libros sean ligeramente distintas, delatan que se trata de la misma problemática y que ambas son ancestros de la palabra actual “política.” La costumbre de asignar en traducciones al castellano de la Politeia de Platón el título “La República” o “El Estado” y solamente a la Politiká de Aristóteles el título “La Política” oscurece un poco la semejanza de los temas tratados.

No mantengo que mi opción de decantar una definición de “política” de dos textos fundadores del pensamiento occidental sea la única opción permisible. Mantengo que esta opción se encuentra al interior de la gama de opciones permisibles. Luego derivaré a textos de Jürgen Habermas, Michel Foucault y otros antecedentes, para dar un sentido especifico a la palabra “imposible.”

 

Raíces del concepto de la política: Platón

Resumo primero el contenido de Politeia. Selecciono unos puntos claves siempre recomendando la lectura de la obra entera. Confío que una lectura completa confirmaría las conclusiones que derivo de mis selecciones.

La Politeia de Platón se divide en diez libros, siendo cada uno un dialogo con diversos participantes. El primer libro ya introduce temas típicos de la filosofía de su autor. Lo que más hay que investigar es la justicia (dikaiosyne) o sea, las normas.[2] En una primera aproximación se define la justicia como “paga lo que debes”. Sócrates, el portavoz de Platón, plantea un reparo: Ponte el caso que un amigo te presta un cuchillo. Luego el amigo se vuelve loco y peligroso. Exige lo que tú le debes, el retorno del cuchillo. ¿Debes entregárselo? Claro que no. Así se introduce otro tema típico de Platón: pulir las normas en las circunstancias infinitamente variadas de la vida humana requiere conversaciones necesarias, interminables, sin presupuestos incuestionables. La autoridad de aquellas conversaciones no se ubica en ninguna persona, sino en la lógica de los argumentos (en el logos). Otro tema del primer libro: cada oficio tiene una función social. El piloto, por ejemplo, cumple la función de guiar la nave con toda seguridad al buen puerto. La autoridad del piloto, como la autoridad del médico, deriva de su conocimiento (episteme). Cada conocimiento es a su vez destinado a servir un bien (agathon); en el caso del piloto la seguridad en el viaje, en el caso del médico la salud, y así sucesivamente en los casos de los otros oficios.

En el segundo libro de Politeia Platón asume una tarea que le va a ocupar hasta el fin del libro cuarto. Es la tarea de demostrar que la justicia es una virtud con valor intrínseco. La justicia beneficia al justo. Lo hace al justo mejor y más feliz, no solamente por sus consecuencias sino también por su ser. Con la finalidad de llevar a cabo esta demostración hace un giro metodológico: puesto que la voz “justo” describe igual al estado (polis) justo y al individuo justo, Platón se dedica primero a construir en su pensamiento los parámetros de un estado ideal. La justicia va a ser visible en escala mayor en aquel estado. Luego se puede ver la justicia con mayor nitidez en la escala menor del individuo. Otra vez Platón se manifiesta funcionalista y pragmático. La acción humana siempre tiene un fin, un bien, un telos. El verdadero arquitecto de un polis (ciudad, estado, sociedad) son las necesidades humanas. La primera y mayor necesidad es la alimentación. Por eso el polis necesita agricultores. Luego Sócrates (voz fiel de Platón) enumera los otros especialistas necesarios, terminando con el oficio de guardián (archon). El archon es encargado de la defensa y del buen ordenamiento del polis. Ahora sobreviene otro giro metodológico: ahora el tema clave vuelve a ser la educación de los guardianes desde su primera infancia, puesto que el bien del polis entero dependerá del carácter y del conocimiento de aquellas personas encargadas de ordenarlo. Otra vez Platón se manifiesta partidario del orden moral: puesto que a los niños chicos les gustan correr y gritar, en su primera educación deben aprender a bailar y cantar, a fin de ordenar sus gritos y sus corridas, y por ende, para ordenar sus almas. Con semejante fin los cuentos que se relatan a los niños deben ser cuentos de las hazañas de los dioses buenos y de los héroes mortales buenos.

El tercer libro se dedica principalmente a la educación, siempre partiendo del criterio que la educación debe preparar al educando para el papel que le corresponde cumplir en el polis. En el cuarto libro Platón llega a declarar que su plan para un polis ideal ya está completo. Por lo tanto está en condiciones de discernir la justicia ahora visible en mayor escala, para luego discernir la justicia también a la escala menor del individuo. La justicia resulta ser la organización del polis de tal manera que cada quien realiza su aporte específico al bien del todo. Sócrates había usado antes el ejemplo de una estatua: la estatua no es bella porque los ojos son un bello color y por lo tanto los ojos son bellos solos. La estatua es bella por la armonía de todas sus partes.

Aplicado al individuo, la justicia es auto-gobierno. Cada persona tiene un logistiche psuche (parte racional del alma) que debe velar por el buen gobierno de las otras partes del alma (en resumidas cuentas los apetitos y las emociones) y por ende del cuerpo. Por este camino Platón llega al final del cuarto libro a su prueba de que el justo es más feliz que el injusto, prueba que elabora después en libros posteriores de la politeia. Tanto la felicidad como la justicia se encuentran en el orden, pero no en un orden frío, sino en un orden calentado por el calor de la fraternidad e iluminado por visiones. La miseria y la injusticia se encuentran en un desorden que aunque lograse placeres pasajeros no alcanza a conocer la felicidad. La felicidad se asemeja a la salud. Se asemeja a lo que Sigmund Freud dos mil años más tarde iba a llamar la sublimación de lo erótico.

En el quinto libro, Platón sostiene que en un polis no hay mayor bien que la unidad, ni peor mal que la discordia. En el sexto libro Platón compara la gobernanza de un polis a la gobernanza de una nave. Todo resulta bien cuando el capitán es un filósofo, un amante de la sabiduría, que por su amor a la verdad tiene que ser también practicante de la virtud. Con mayor razón, entonces, en el sexto, y siguiendo en el séptimo libro, la politeia se dedica a la educación del filósofo quien es destinado a gobernar: pasando de la música (categoría que en el pensamiento de Platón incluye cuentos) a la formación física y militar, a las matemáticas y, en fin, a una dialéctica que descubre los fundamentos últimos de los postulados de las demás ciencias. La educación de los guardianes culmina en la visión de un Bien que es a la vez belleza y verdad. El gobierno dirigido por estos filósofos-reyes (a veces Platón parece pensar en uno solo) es garantía de unidad, de armonía, de orden, y de equilibrio. En el octavo y noveno libro, Platón contrasta esta polis justa con cuatro tipos de ciudad-estado injustas. Cada forma de estado injusto corresponde a una personalidad individual malsana. Malsana porque es dominada por los apetitos y/o las emociones que no deben ser los gobernantes, sino los gobernados por la logistiche psuche y, por ende, por el Bien.

Habiendo diseñado para un imaginado polis ideal una forma ideal de educación, Platón se dedica en el décimo y último libro a la crítica de la forma de educación más común en su medio. Esta fue la lectura de la Ilíada y las demás grandes poesías de la época. Sócrates pregunta si acaso algo de utilidad había sido producido por Homero, algún bien en la paz o alguna victoria en la guerra, algún saneamiento de un enfermo o alguna herramienta de un artesano. En el uso, dice Sócrates, está el verdadero principio y conocimiento; ni siquiera quien fabrica una flauta conoce la verdad de la flauta, sino el flautista quien la toca y quien da instrucciones al fabricante; menos la conocen los imitadores, el pintor que la retrata o el escritor que escribe poesías sobre flautas. (Será por la primacía del uso que la visión que culminó la educación del filósofo-rey fue una visión del Bien, y no como uno podría haber esperado una visión de la Verdad o una visión de Dios.) Las fantasías poéticas más encima nutren aquellas partes del alma que deben ser gobernadas y no gobernantes: los apetitos y las emociones. Por eso si fuera la poesía la base de la educación el polis seria gobernado no por la ley y la razón, sino por el placer y el dolor.

 

Raíces del concepto de la política: Aristóteles

La Politika de Aristóteles consta de ocho libros. Es un libro que viene anunciado, como Jesús vino anunciado por San Juan Bautista. Hacia el final de su Ética a Nichomacho dice Aristóteles que para completar la ética hay que tratar de política. Antes de la primera palabra de su primer libro Politika ya viene definida como la continuación de la ética.

En el primer libro Aristóteles dice que el ser humano es un animal que vive en un polis, un zoon politikon. Traducido de otra manera, es un animal político. Los seres humanos nos asociamos primero en familias, luego en aldeas o barrios y, finalmente para alcanzar el bien más completo, en un estado. Las relaciones básicas se forman en la familia. Son la relación libre-esclavo, la relación hombre-mujer, la relación adulto-niño, y la relación de todos con el patrimonio familiar. Trasciende que para Aristóteles mucho depende de lo que se declara natural y lo que se declara no natural. La esclavitud es natural. Que el hombre y no la mujer mandara en casa es natural. Que el dinero crece por cobrar intereses a préstamos no es natural. Vender para comprar algo para usar es natural. Comprar con el fin de vender la cosa que uno ha comprado y así aumentar su dinero no es natural.

En el segundo libro Aristóteles critica a Platón quien fue su maestro y profesor. Platón exagera la unidad y subestima la pluralidad. La pluralidad es necesaria para que el polis sea auto-suficiente, contando con todas las especialidades. Sin la auto-suficiencia el polis no puede ni gobernarse a sí mismo en tiempo de paz, ni defenderse en tiempo de guerra. Es necesaria también la propiedad privada. Sin ella los asociados que formaron el polis para vivir bien no pueden practicar las virtudes de la generosidad y la ayuda mutua.

En el tercer libro Aristóteles analiza las distintas formas de constituciones, vale decir, los distintos conceptos de justicia, llegando a definir un polis como una asociación unida por un concepto común de justicia. Sin embargo hay constituciones injustas. Son aquellas en las cuales las autoridades gobiernan para el bien de sí mismos y no para el bien común. Una sola autoridad justa es un rey; una injusta es un tirano. La autoridad de un pequeño grupo justo es una aristocracia; si el pequeño grupo busca su propio interés y no el interés del polis es una oligarquía. Aristóteles favorece un gobierno con cierto nivel de participación de aquel número amplio de los miembros del polis quienes tienen el rango social y los recursos suficientes para poder portar armas. A este tipo de gobierno da el nombre que fue el título de la obra maestra de Platón: politeia. Está lejos, sin embargo, de proponer la participación de los pobres, de los trabajadores, o de las mujeres. “Democracia” puede ser una de las formas injustas de gobierno. En una democracia injusta los pobres mandan y buscan su propio interés en desmedro de las leyes. En fin de cuentas para Aristóteles también el mejor gobierno no es el gobierno ni de uno ni de pocos ni de muchos, sino el gobierno de la ley y de la razón. En su análisis más detallado de los siguientes libros cuarto, quinto, y sexto, Aristóteles matiza estas conclusiones. Observa que para que una constitución sea estable tiene que respetar el poder de quienes de hecho tengan el poder.

De todos los libros de Politika, el séptimo es el que más se asemeja a la Politeia de Platón. Aristóteles se dedica a diseñar un buen polis. Parte de la premisa que para construir un buen polis hay que determinar primero que es lo que es una buena vida. Su razonamiento es impecable. Si por definición un polis es una comunidad (koinonia) de personas quienes se asocian con la finalidad de vivir una vida buena, entonces para diseñar un buen polis hay que saber primero y principalmente que es lo que es una vida buena. Para gobernar (palabra que significa guiar) hay que saber hacia qué guiar. Sentada esta premisa, Aristóteles recurre a una conclusión principal de su Ética a Nichomacho, un tratado que puede ser considerado el Tomo Uno de su Politika, igual que su Politika puede ser considerado el Tomo Dos de la Ética. Todos están de acuerdo que la finalidad de la vida es el bien, y que el bien es la felicidad (eudaimonia). Según el análisis, en el Tomo Uno la felicidad es producto de la práctica de la virtud; por lo tanto en el Tomo Dos hay que diseñar el buen polis con el criterio que sus miembros deben allí practicar la virtud. Se trata de las mismas virtudes principales analizadas por Platón: sabiduría, valentía, templanza, justicia.[3] Para gozar del tiempo libre necesario para poder practicar la virtud, los miembros no pueden ser ni trabajadores ni comerciantes. De las seis funciones necesarias en cualquier polis -las que son agricultura, artesanía, fuerza armada, gestión de propiedad, culto a los dioses y gobierno- las dos primeras tienen que ser realizadas por esclavos o por una clase obrera subalterna. Portar armas corresponde especialmente a los jóvenes; el culto a los dioses corresponde a los de avanzada edad. Aristóteles se detiene para sopesar si la vida más digna de ser elegida por un hombre libre ya maduro y todavía no envejecido sea la vida activa de gestionar y gobernar o la vida intelectual del filósofo dedicado a la búsqueda de la verdad científica. Sin descartar los meritos de la vida activa, tiende a preferir la vida intelectual.

En el octavo y último libro, Aristóteles declara en forma tajante que la educación de la juventud tiene que ser la primera prioridad del legislador, puesto que el bien del polis depende del carácter de la ciudadanía, y su carácter depende de su educación. La educación debe ser pública, no privada, y debe ser común para todos los miembros. Puesto que la educación por la formación de hábitos necesariamente precede la educación por la razón, los primeros pasos en la educación del niño deben enseñar la gimnasia y el deporte. Aristóteles destaca cuatro grandes materias: 1. Leer y escribir, 2. Entrenamiento físico, 3. Dibujo, y 4. Música. La Politika termina con una larga discusión de la música en la educación, distinguiendo en forma detallada cuáles tipos de educación musical sirven para la buena formación de la juventud y cuáles no. Cita a Odiseo: el mejor pasatiempo ocurre cuando los comensales del banquete están sentados en buen orden escuchando a un cantor.

¿Qué definición de la política se puede destilar de la consideración de estas dos fuentes históricas del sentido de la palabra? En resumidas cuentas se puede decir que la política es el arte de gobernar. Es el arte de guiar las decisiones y la construcción de las instituciones a fin de satisfacer las necesidades básicas, como la alimentación, y más que esto, a fin de vivir bien. Es inseparable de la ética y de la educación. El mal gobierno ocupa un espacio conceptual intermediario. Es política porque gobierna, pero no es política en un sentido pleno de la palabra que corresponde a lo que la política debe ser; así por ejemplo un tirano es un rey degenerado, una oligarquía es una aristocracia degenerada. Mi destilación filtra y deja fuera la esclavitud, la exclusión de las mujeres y los trabajadores, etc.

Reconozco que definir por “destilar” es oportunista. Quiero, deseo y anhelo, un mundo que funciona por el bien de todos en armonía con la naturaleza. Con este estado anímico benévolo me acerco a la política. Quiero una definición funcionalista y teleológica de ella. En los escritos de Platón y Aristóteles busco el apoyo de la autoridad de quienes establecieron y dieron sentido a la voz “política.” Encuentro apoyo, pero también encuentro elementos evidentemente reñidos con el bien de todos, y a éstos el tamiz de mi destilación simplemente descarta.

Nuestra palabra “gobernar,” cabe decir, viene del griego kibernao y del latín gubernare. Ambos significan “pilotear una nave.” Recordamos que Platón y Aristóteles citan al piloto, como también a la medicina y a otros oficios, para establecer el principio fundamental que el conocimiento es una fuente de autoridad legítima, y también para establecer el principio fundamental que la autoridad legítima cumple funciones prácticas que dicen relación con las necesidades vitales de las personas.

 

Imposibilidad de la política en la actualidad: Habermas

Jürgen Habermas ha planteado que la función principal de un gobierno en nuestra época ha llegado a ser guiar la economía para generar el bienestar de todos y, específicamente, para generar un excedente para financiar el gasto social. Ya ha sugerido Habermas que la imposibilidad de cumplir su función principal socava la legitimidad de los gobiernos.[4] Resumo su análisis.

Habermas cree que el mecanismo fundamental de la evolución social de la especie humana es que somos una especie que aprende.[5] En principio somos capaces de organizar formas sociales cada vez más capaces de satisfacer lo que él llama “los intereses generalizables.” Esto vale decir los intereses de todos. Así hace eco en lenguaje moderno del concepto clásico que identifica la política en sentido pleno con el bien común. Lo que en el fondo quiere Habermas es la dignidad de cada quien.[6]

Reconoce, a grades rasgos, cuatro tipos de formaciones sociales en la historia.

En primer lugar hay aquellas sociedades que Emile Durkheim llamaba “arcaicas.” Su principio de organización es la división del trabajo por la edad y por el sexo. Su núcleo institucional es el sistema de parentesco, a saber la familia, el clan, la tribu.[7]

En segundo lugar entran las sociedades tradicionales.[8] Ellas son las sociedades propiamente políticas. Hay gobernantes y gobernados. Su principio de organización es una sociedad de clases, o sea de jerarquía. Hay autoridades y hay súbditos. En semejante contexto un Aristóteles pueda investigar si sea más conveniente ser gobernado por una sola persona (un rey); por una aristocracia, o por una politeia que incluye todos los que portan armas. El buen gobierno es posible aun cuando el mal gobierno sea probable.

En una sociedad tradicional el soberano puede endeudarse por motivos de guerra o por otros motivos. Sin embargo las deudas no pueden ser causa de crisis sistémica, porque los gobernantes siempre puedan cambiar los acuerdos, modificando los pagos e incluso no pagando. Los acreedores, aunque sean ricos, son súbditos. Llegado el caso, tienen que conformarse con sus pérdidas, aunque un Aristóteles diga que el rey haya llegado a ser un tirano, o que una politeia haya llegado a ser aquella forma injusta de democracia que no respeta las leyes.

La tercera formación social es el capitalismo liberal. Su principio de organización es la relación entre trabajo asalariado y capital, enraizado en el derecho privado.[9] Las decisiones sobre las inversiones, la producción y la repartición de bienes se entregan a particulares autónomos, poseedores de mercancías. Ellos operan sin la intervención del estado. Se institucionalizan en el territorio del estado mercados de bienes, de trabajo, y de capital; y también un mercado mundial. Aquí Habermas habla de “despolitización” y la anonimizacíon del poder de clase. El estado fiscal (el estado que vive de impuestos) se convierte en una institución complementaria al mercado auto-regulador. [10]

El cuarto y último tipo de formación social es lo que Habermas llama “capitalismo tardío” (Spätkapitalismus), “capitalismo organizado,” [11] “capitalismo de organización”[12] o “capitalismo regulado por el estado.” [13] Es lo que más le interesa. Fue la actualidad de las sociedades avanzadas de los años setenta del siglo veinte cuando Habermas las analizó. A pesar de la reciente contra-revolución neoliberal sigue siendo, aunque sea con algunas modificaciones, la actualidad nuestra.

Se trata a la vez, por un lado de la concentración de las empresas e incluso de las grandes conglomerados multinacionales y, junto con ella, una “organización” de los mercados de bienes, de trabajo y de capital, lo que significa el fin del capitalismo de competencia; y por otro lado la intervención del estado a fin de corregir las fallas del mercado, lo que significa el fin del capitalismo liberal.

Habermas utiliza un modelo que muestra rasgos típicos de la economía en los países avanzados. Postula tres sectores de tamaños aproximadamente iguales:[14]

Un sector todavía regulado por la competencia, todavía regulado por el mercado. Este sector se caracteriza por el uso intensivo del trabajo. Acumula poco capital. Ofrece mucho empleo relativamente mal pagado.

Un sector orientado por las estrategias de mercado de los grandes oligopolios, caracterizado por el uso intensivo del capital. Es el sector de mayor dinamismo, de mayor capacidad de innovación, de mayor riqueza, el más internacionalizado y el más sindicalizado.

Un sector público que incluye organizaciones directamente controladas por el estado y también firmas privadas que viven merced a encargos o subsidios del estado, como es el caso de las industrias armamentista y espacial y de partes de la investigación científica y la agricultura.

Frente a semejante sistema económico con tres sectores, la administración pública reemplaza en gran parte el mecanismo de mercado. Lo reemplaza no en primer término por ser un estado benefactor, sino en primer término por dedicarse a mejorar las condiciones para la valorización del capital, por ejemplo por fortalecer la capacidad competitiva nacional.[15] Por su éxito en guiar el sistema económico hacia mayor productividad y mayor rentabilidad -como el piloto de Platón, guiaba la nave a buen puerto- el sistema político-administrativo pretende asegurar que haya un excedente disponible para pagar los gastos del estado mismo y también para pagar los gastos del estado benefactor.

Además del sistema económico y el sistema político-administrativo Habermas reconoce un sistema de legitimación. El acoplamiento del sistema económico al sistema político-administrativo repolitiza las relaciones de producción que el capitalismo liberal había despolitizado. Por eso exige más del sistema de legitimación justamente cuando este sistema es menos capaz de cumplir sus funciones.[16] La expansión de la actividad del estado trae un crecimiento de la necesidad de la legitimación.[17] Es una necesidad que la cultura tradicional difícilmente satisface, sobre todo porque las condiciones de vida del capitalismo tardío tienden a debilitar las normas que orientan la convivencia ordenada (las que Habermas, siguiendo a Kant, llama “razón práctica.”) [18]

En fin a los políticos les corresponde cumplir una tarea que en la época que nos toca vivir es imposible. Las metas de la política son inalcanzables en dos sentidos: son inalcanzables en la regulación del sistema económico por el marco legal de la propiedad privada. También son inalcanzables en la satisfacción de las exigencias de un electorado que exige cada vez más sus derechos económicos y sociales (derechos que Habermas denomina “intereses generalizables”) debido al mismo marco legal. [19]

Aunque el público piense que el desempeño de la economía sea determinado por las políticas públicas, la verdad es que el proceso económico global sigue siendo movido por procesos privados en gran parte inconscientes. La manipulación estatal tiene estrechos límites. El estado no puede redistribuir las grandes fortunas acumuladas sin desencadenar una huelga de inversiones que paralizaría el país, ni sin provocar una fuga de capitales con el mismo efecto. Tampoco pueda evitar las perturbaciones cíclicas del proceso de acumulación, aunque en cierta medida las puedan modificar a costo de agravar la inflación y/o ahondar el endeudamiento. [20]

Aunque el sector dominante de la economía, el sector oligopólico, sea altamente productivo y abastezca al público con bienes de buena calidad a precios abordables, su manera de operar es más intensiva en capital que en trabajo. Su poder económico resiste los grandes impuestos que podrían financiar al estado. Al contrario, vista la intensa competencia internacional para atraer las inversiones de las grandes empresas, el estado tiene que gastar cada vez más en infraestructura y otras formas de apoyo a las industrias. El estado tiene que competir con otros estados por reducir sus tasas impositivas. Por la tendencia a producir cada vez más con cada vez menos mano de obra, tienden a crecer los números de los que no viven por el trabajo asalariado y que de una manera u otro significan gastos del estado: los parados, los criminales, las policías y soldados, los escolares y estudiantes, los rentistas, beneficiaros de las prestaciones de la seguridad social, los enfermos, los alcohólicos y drogadictos, los marginados. [21]

La brecha entre las escasas posibilidades de financiarse y los crecientes gastos produce una permanente crisis fiscal del estado.[22]

Se puede hablar también de un dilema político de la tecnocracia. O hay que postergar las legítimas reivindicaciones del pueblo, o hay que paralizar el crecimiento económico.[23] O en el primer caso o en el segundo, el gobierno cae en un déficit de legitimación. Un abismo insalvable entre las pretensiones y los logros produce desilusión en el electorado.[24] Uno puede observar que el déficit de legitimación se ahonda por la criminalidad y el narcotráfico. Ellos son problemas insalvables al interior de la formación social vigente tanto por el desfinanciamiento crónico de los esfuerzos públicos y privados para incluir a los excluidos, como por la debilidad crónica del sistema cultural que debe producir e inculcar los principios éticos que norman la convivencia.

Habermas no se opone a la repolitización, ni al estado benefactor, ni al creciente papel del estado en la economía. Los quiere. Duda de que sean sostenibles porque es pesimista. Sin proponer una sociedad estado-céntrica, siendo más bien partidario de un socialismo o una democracia social pluralista y comunitaria, tampoco me opongo. Señalan esfuerzos por frustrados que sean, para resucitar el arte de gobernar.

Habermas reconoce que la imposibilidad de la política hoy, o sea la imposibilidad de ejercer el arte de gobernar, se manifiesta en primer término en la economía. Reconoce también que la ingobernabilidad de la economía deriva de su marco legal. El derecho civil deslinda campos de acción para la persecución estratégica de intereses individuales,[25] privando de recursos y de motivación la persecución mancomunada del bien común.

La ley civil cobra fuerza moral por una ética burguesa que a estas alturas de la historia está profundamente asentada en el sentido común de los pueblos. Según Habermas, en fin de cuentas la crisis permanente de la política actual es una crisis de la ética, tanto por las falencias de la ética libertaria individualista, como por los distintos escepticismos que niegan validez cognitiva a los valores. Lo que más se necesita es una ética social que legitimice la solidaridad democrática, sin caer en el colectivismo. Para evitar el colectivismo denunciado por autores tales como Hannah Arendt[26] y Friedrich von Hayek,[27] hay que entender tanto la socialización moral de las personas como su individualización en cuanto personas libres y responsables.[28] Una ética racional tiene que fundamentar a la vez la libertad individual propia de la modernidad, e instituciones capaces de satisfacer las necesidades concretas de los seres humanos. Una sociedad que ha llegado a ser dominada por los valores de cambio –valores que en sus actuales formas exageradas no avanzan ni la libertad ni el bienestar– debe orientarse nuevamente hacia los valores de uso,[29] como los son la salud y la preservación del medio ambiente. [30]

Lo que más falta según Habermas es una ética racional que busque consensos por la argumentación con hechos y con razones. Hay que reconstruir lo propio de una especie dotada de razón, lo humano. Desde los origines de la especie la acción humana ha sido guida por normas culturales, las cuales en la modernidad y pos-modernidad tienen que ser y pueden ser justificables. En el mundo vivido de las personas se construyen las bases morales de las instituciones. Ahora lo humano es socavado por sistemas tecnocráticos que son seudocientíficos y más encima ineficaces. No son capaces de integrar las motivaciones y las identidades de los seres humanos a las tareas funcionales de nuestras sociedades de alta complejidad.

Convencido de que la crisis de legitimación del capitalismo tardío, y su necesaria evolución hacia economías pos-capitalistas, son en el fondo desafíos éticos, Habermas dedica el resto de su libro sobre la crisis de la legitimación –y gran parte del resto de su carrera académica[31]– a la fundamentación de una ética comunicativa y cognitiva. Sostiene que son éticamente válidas solamente aquellas normas y acciones con las cuales todas las personas afectadas puedan concordar como participantes en un discurso racional. Así demuestra una clara afinidad, si no una plena adhesión, a nuestra visión que entiende la política como un arte de gobernar inseparable de la ética e inseparable de la educación.

 

La estructura cultural básica de la ingobernabilidad: Foucault

Analicemos otra vez por qué el arte de gobernar ha llegado a ser en el capitalismo tardío un arte de intentar lo imposible. Según Habermas el fondo de su imposibilidad se encuentra a nivel de la ética. La política es imposible por las éticas individualistas que conforman el substrato cultural de la jurisprudencia individualista de la ley civil burgués. También es imposible por los escepticismos que niegan la validez científica de todas y cada uno de las filosofías que intentan establecer principios éticos sobre bases racionales. La solución de fondo se encuentra en el mayor legado que el profesor Habermas nos ha dejado: una ética cognitiva fundamentada sobre la base de las condiciones necesariamente implícitas en toda comunicación humana, y también sobre la base de los hallazgos empíricos de psicólogos y pedagogos quienes se han dedicado al estudio del desarrollo moral de los niños y de los adultos.

Sintonizamos con Habermas por estar de acuerdo que en fin de cuentas la política –en el sentido de la palabra “política” que estamos manejando– requiere la ética. Ya lo dijo Aristóteles: Entre todos los seres vivientes solamente los seres humanos tenemos el lenguaje. Claro que el uso de sonidos para expresar el dolor y el placer se encuentra también en otros animales, pero el uso del lenguaje para manifestar lo que es conveniente y lo que es inconveniente, lo que es justo y lo que es injusto, esto sí es propio de los humanos entre los seres vivientes. Distinguimos el bien del mal, el justo del injusto, y otras cosas de esta índole. La comunidad de acuerdos sobre ellas es lo que organiza la vida domestica de las familias y las ciudades. [32]

Sin embargo en el día a día, la ingobernabilidad suele manifestarse como la imposibilidad de solucionar los problemas económicos. En el capitalismo tardío el estado asume la responsabilidad de guiar la economía. Sin embargo, el proceso económico global sigue siendo movido por decisiones privadas en gran parte inconscientes. La manipulación estatal tiene estrechos límites. El estado no puede redistribuir las grandes fortunas acumuladas sin desencadenar una huelga de inversiones que paralizara el país, ni sin provocar una fuga de capitales con el mismo efecto. Tampoco pueda evitar las perturbaciones cíclicas del proceso de acumulación, aunque en cierta medida las puedan modificar a costo de agravar la inflación y/o ahondar el endeudamiento. [33] Por exceso de demandas y déficit de recursos el estado se encuentra en una crisis fiscal permanente.

Entre el nivel más manifiesto, el nivel de la brecha permanente entre la justicia social y los imperativos económicos, y el nivel más profundo, el nivel de la ética liberal constitutiva de la modernidad occidental y por ende de la economía global, encontramos un nivel intermedio: el marco jurídico. El derecho civil deslinda campos de acción para la persecución estratégica de intereses individuales,[34] privando de recursos y de motivación la persecución mancomunada del bien común. Corresponde pues, investigar la historia y analizar el poder del marco jurídico que es el derecho civil --dos tareas abordadas por Michel Foucault en su curso dictado en el Collège de France en el invierno de 1976. [35]

La ley civil, que constituye el marco jurídico de la economía desde fines de la edad media hasta hoy, dispone la seguridad jurídica de la propiedad, la obligatoriedad del cumplimiento de los contratos, la autonomía de los sujetos que entran en relaciones de compra y venta, y la ausencia de los deberes estrictos de reciprocidad y redistribución que organizaron aquellas sociedades cuyo principio era el parentesco. Se subentiende que al tratar de la evolución de las instituciones europeas se trata de la evolución de las bases institucionales de la economía global actual.

Max Weber en su gran obra Economía y Sociedad demuestra que sin la ley civil la economía capitalista y por ende la modernidad habrían sido imposibles.[36] Sin ella no hay racionalidad económica. Las consecuencias de las decisiones no son kalkulierbar.[37] Karl Polanyi en su gran obra La Gran Transformación escribe la historia de la decadencia de la reciprocidad y la redistribución.[38] Michel Foucault se dedicaba en las once clases que dictó entre 7 enero y 17 marzo de 1976 a aclarar no precisamente la economía capitalista sino un prerrequisito indispensable de ella: a saber, el poder soberano que establece y garantiza su estructura normativa básica. Su punto de partida es que para realizar el análisis concreto de las relaciones de poder hay que abandonar el modelo jurídico de la soberanía.[39]

El modelo jurídico de la soberanía es el modelo del contrato. Es el modelo de personas autónomas quienes por común acuerdo realicen una transacción o asuman un compromiso conveniente para ambas partes. En la mitología de la temprana modernidad –que sigue poderosa hasta el día de hoy– el poder soberano se deriva de un contrato social originario.[40]

Foucault al inicio del curso en enero de 1976, quiere desautorizar el modelo jurídico sobre todo porque ve en el marco legal que constituye el mercado, o sea el marco de la propiedad y el contrato y el sujeto jurídico autónomo, los fundamentos de un concepto económico del poder, sea liberal sea marxista.[41] Puesto que busca un concepto no-económico del poder, se ve obligado a buscar un concepto no-jurídico del poder. El modelo jurídico del poder funda el poder en un contrato social. Este mismo contrato social funda las bases del mercado: la propiedad, el sujeto jurídico autónomo, y –otra vez– el contrato, en este caso especialmente aquellos contratos que son ventas (del punto de vista del vendedor) y compras (del punto de vista del comprador). Foucault tiene razón. Efectivamente aquellas interpretaciones economicistas de la historia que explican los sucesos observados por atribuir sus causas a las fuerzas del mercado, subentienden el marco jurídico que constituye el mercado. Foucault se pregunta ¿Cómo puedo hacer un análisis no económico del poder?[42] Necesariamente tiene que hacer un análisis que no es el modelo jurídico de contrato social. Tiene que mostrar que la ley no constituye el poder.[43] Su análisis va a ser una genealogía y un elogio de un discurso que dice al contrario, que el poder constituye la ley..[44]

Este discurso Foucault lo llama “histórico político.” [45] Para entender el significado de su frase “discurso histórico político” hay que entender primero que según Foucault el poder fabrica “verdad.” [46] El poder no se impone por la pura fuerza física. Para asegurar su dominio inventa saberes. Inventa discursos que pasan por ser certeros. Los discursos histórico políticos cuya historia Foucault retrata en sus lecciones en el Collège de France en el invierno de 1976, se encuentran entre los saberes que el poder[47] fabrica para imponerse. No se trata de la política en el sentido de arte de gobernar que hemos destilado de los clásicos griegos. “Discurso histórico político” significa textos que pretenden ser historia verdadera escritos para ser armas en luchas por el poder.

Entre los discursos histórico políticos se encuentran historias sobre guerras de razas. Autores vinculados al poder componen crónicas, entre otras, crónicas de las guerras de la raza de los francos contra la raza de los galos. Ganaron los francos. Por eso en Francia en la edad media (edad en la cual circula esta historia de guerra de razas) los francos son la aristocracia y los galos los súbditos. La guerra constituyó el poder soberano. El discurso histórico político refuerza el poder soberano por contar la historia de su origen, agregando pormenores a menudo fantásticos para mejor cumplir su función. [48]

En fin de cuentas, la guerra y no el contrato establece la soberanía. El poder soberano es constituido por la guerra en más de un sentido. Foucault encuentra que los antiguos discursos histórico-políticos suelen utilizar la guerra como “analizador” de la sociedad. Partiendo de las historias de guerra analizan las clases sociales, el poder soberano, y en general las relaciones de poder. Trasciende también que no solamente los autores antiguos investigados sino el mismo autor contemporáneo que los investiga, el mismo Foucault, no crea que las leyes y los estados nazcan en el estado de naturaleza que imaginan filósofos como Hobbes, Locke y Rousseau. Nacen en guerras reales y batallas concretas; en medio de expediciones, conquistas, y ciudades incendiadas. La guerra continúa actuando con pleno ardor en los tiempos de paz, al interior de los mecanismos de poder. Constituye el motor secreto de las instituciones, las leyes y el orden.[49]

Los discursos histórico políticos tejen ensemble hechos con fantasías que pretenden ser hechos para elaborar textos que interpretan el pasado y organizan el presente. El poder fabrica verdad. Se nutre de la verdad que fabrica. El gran espejo de sus tergiversaciones interesadas que las hace pasar por ciencia verídica nos enseña, sin embargo, algo que es más cierto que el modelo jurídico de la soberanía: las guerras establecen las instituciones. Aquí se entiende por “guerra” no solamente la batalla, conquista, la invasión, etcétera, pero también todo el núcleo belicoso a partir del cual se pueden derivar las otras batallas, las otras luchas, todos los otros enfrentamientos, ya fuera a título de consecuencia directa, ya por una serie de desplazamientos, modificaciones e inversiones en las relaciones de fuerza. [50]

Las grandes historias de la antigüedad eran, según Foucault, auto-bombos: historias que el poder hacía contar sobre sí: la historia del poder por el poder.[51] Foucault analiza en detalle las obras del conde de Boulainvilliers, quien publicó en 1733 una historia de Francia en tres tomos, porque Boulainvilliers representaba algo nuevo. Boulainvilliers teje un discurso histórico político para servir los intereses de la nobleza resentida. Recuenta las usurpaciones de los privilegios de la aristocracia guerrera y terrateniente practicadas ya durante varios siglos por una serie de monarcas despóticos aliados con el personal del aparato administrativo del estado y aliados con una cada vez más potente burguesía mercantil e industrial.[52] El caso de Boulainvilliers muestra que ya hubo contra-discurso histórico político. Al interior del reino hubo distintas “naciones” o “sociedades” o “clases.” Los distintos poderes que se enfrentaban podían elaborar distintos saberes. Boulainvilliers, siendo un propagandista sofisticado de extrema derecha, abre camino para la retórica popular anti-rey de la revolución francesa de 1789. Abre camino para los saberes que iban a articular el pensamiento que organizó las luchas de clases del siglo XIX.

En el contexto amplio abierto por sus investigaciones de la historia del pensamiento político, Foucault regresa en sus clases de marzo de 1976 al modelo jurídico de la soberanía. Lo considera otra vez. Este modelo jurídico de la soberanía es el mismo discurso anti-histórico político que en enero de 1976 había declarado su intención de abandonar. Ahora aparece de nuevo. El discurso anti-histórico o ahistórico, fundado en contratos imaginarios y en principios jurídicos y filosóficos supuestamente eternos y universales, regresa al escenario. Esta vez es arma de guerra en las manos de los guerreros victoriosos que fundaron nuestra modernidad. [53]

Foucault hace inventario de las versiones del saber histórico que circulaban en Francia en el siglo anterior a la revolución de 1789. Cada saber corresponde a una táctica política.[54] A titulo de botón de muestra: según historiadores que anticipan las tesis del tercer estado[55] nunca ocurrió la conquista de los galos por los francos, ni nada por el estilo. Al contrario, los antiguos galos vivían en paz y prosperidad al alero de un derecho romano que respetaba las libertades y el comercio de sus ciudades.[56] La libertad figura en sus escritos como un fenómeno compatible con una soberanía definida por el marco jurídico proporcionado por la ley romana. Veían en su pasado lo que querían en su presente: un poder soberano fuerte para sofocar la arrogancia de la nobleza, autorizado y limitado por una ley que diera garantías a la propiedad privada.

Otro botón de muestra: los bárbaros y los salvajes. A primera vista son las mismas personas mentadas con distintas palabras. Quienes hablan de bárbaros hablan de guerreros provenientes del otro lado del Rin quienes establecieron en Francia la jerarquía, la aristocracia, y la monarquía.[57] Como Boulianvilliers son partidarios de mantener el espíritu guerrero que atribuyen a los bárbaros. Enseñan que la igualdad es la ruina de los estados, es el camino al despotismo y a la debilidad. [58] El salvaje, por otra parte, a juicio de Foucault, es un elemento indispensable del modelo jurídico del poder soberano. Es ese “…otro hombre de naturaleza que es el elemento ideal, inventado por los economistas, ese hombre que carece de historia y de pasado, a quien sólo mueve su interés y que intercambia el producto de su trabajo por otro producto.” Sigue Foucault: El salvaje “es esencialmente el hombre del intercambio; es el intercambiador, de derechos o de bienes. Como intercambiador de derechos, funda la sociedad y la soberanía. Como intercambiador de bienes, constituye un cuerpo social que es, al mismo tiempo, un cuerpo económico.” [59]

En esta guerra de discursos –o frente discursivo de una guerra general– sabemos quien ganó. Ganó el tercer estado. Perdieron los poderes ilimitados de los soberanos absolutos y los de los señores feudales. Perdieron no solamente en 1789. Ya mucho antes comenzaron a triunfar conceptos jurídicos del poder soberano que le fijaron limites, entre ellos precisamente aquellos límites que hacen ingobernables las economías y, por ende, hacen imposible el arte de gobernar. En el transcurso de los siglos recientes y hasta el día de hoy se han enraizado en las costumbres de los pueblos –no sin amplias cuotas de sangre derramadas en campos de batalla– el deber del gobernante de respetar los derechos de los gobernados. Sabemos –si no sabíamos antes, sabemos por el análisis de Habermas– que aquellas costumbres profundamente enraizadas en los corazones y en las mentes tienen sus luces y sus sombras.

La tesis de que el poder constituye la ley, y no la ley el poder, termina constatando que de hecho los partidarios de los estados de derecho liberales– con todas sus luces y todas sus sombras– suelen ganar las guerras.[60]

En noviembre del mismo año 1976 Michel Foucault publicó su libro Voluntad de Saber.[61] Allí Foucault reconoce que de hecho las instituciones europeas (y por eso las de la economía global) funcionan al interior de un marco jurídico liberal históricamente establecido en las palabras siguientes: “… las monarquías occidentales se edificaron como sistemas de derecho, se reflejaron a través de teorías del derecho e hicieron funcionar sus mecanismos de poder según la forma del derecho. El viejo reproche de Boulainvilliers a la monarquía francesa —haberse valido del derecho y los juristas para abolir los derechos y rebajar a la aristocracia— tiene, grosso modo, fundamento… La historia de la monarquía y el recubrimiento de hechos y procedimientos de poder por el discurso jurídico-político fueron cosas que marcharon al unísono.”[62]

 

El imposible arte de gobernar: Michal Kalecki y Jeffrey Winters

A la luz de estos aportes de Jürgen Habermas (H) y Michel Foucault (F) pasamos a aclarar el sentido que lleva el calificativo “imposible” en nuestra tesis: que hoy la política es imposible. En vez de repetir otra vez lo ya dicho sobre H y F, comentaremos aportes de otros autores, en primer término Michal Kalecki, a la luz de H y F.

Kalecki, escribiendo en los años cuarenta del siglo pasado, plantea que el capital posee en la práctica lo que él llama un poderoso veto indirecto sobre la legislación y sobre la acción de cualquier gobierno.[63]

El contrato social –el contrato que F llama el modelo jurídico del poder soberano— es ficticio pero sin embargo vigente. A la vez que establece el poder soberano, limita el poder soberano. El mismo contrato social establece la legitimidad del estado y garantiza las libertades de los ciudadanos. Aquí el significado de “libertades” es, primero que nada, sobre las reglas constitutivas del mercado.[64] Kalecki observa que en un sistema de laissez faire constituido por aquellas libertades, la producción depende de la confianza. Depende de la confianza que los consumidores van a comprar, de la confianza que los inversores van a invertir, de la confianza que los bancos van a ser solventes y no van a cerrar por el masivo retiro de dinero de sus cuentas, de la confianza que habrá un amplio margen entre los costos de producción y los precios de venta, de la confianza que las cuentas morosas se va a pagar, y de mil otros tipos de confianza. En principio la producción depende de la expectativa de rentabilidad, pero en la práctica depende de cualquier razón o sinrazón que la motiva, y es perjudicada por cualquier razón o sinrazón que la desmotiva. Vive de confianza, muere de desconfianza. El estado llega a ser (como dice H) una mera institución complementaria a una sociedad cuyo motor es la confianza.[65] En su calidad de gobierno de una institución complementaria, la administración de turno no se atreve a hacer nada que baje la confianza. Al contrario, pasa sus días fraguando medidas para subirla.

La necesidad de confianza da al capital un poderoso veto indirecto sobre las políticas públicas. Kalecki entendía la política como un vaivén sin fin, una batalla perpetuamente inconclusa, entre los trabajadores quienes tienen casi todos los votos y los dueños quienes tienen casi todo el dinero. Aunque el campo sea achicado por el veto indirecto que siempre tiene el capital, hay batalla. Cuando se acercan las elecciones y en ciertas circunstancias políticas, los gobiernos tienden a destinar más recursos al bienestar de las mayorías. Hay una tendencia hacia menor desigualdad. Pero no es sostenible. La recuperación del dinamismo de la economía requiere otra vez mayor desigualdad.[66] Ambas partes tienen una cuota de poder. Ni la una ni la otra consiguen una victoria definitiva.

Medio siglo después las investigaciones de Jeffrey Winters arrojaron nuevas luces sobre el análisis político de Kalecki.[67] Sostiene Winters que nos toca vivir en los comienzos de una época que él llama “la revolución ubicacional.” Debido a la revolución ubicacional los ciudadanos votantes, aunque sean mayoría, han perdido elementos decisivos de su poder de fijar, por intermedio de legisladores que los representan, las reglas que norman la convivencia. El capital fija las reglas cuando elige donde ubicarse. El mundo ya es un gran mercado de leyes. Las libertades de las ciudades galas descritas por F que vivieron al alero del derecho romano respetado por los reyes del reino se han ampliado a una escala planetaria. Aquellas libertades (dicho de otro modo, el marco jurídico que define el mercado) han pasado de ser contenidos de un reino a ser contenedor de reinos. La revolución ubicacional apenas comienza. Sus consecuencias a largo plazo serán más severas que las ya evidentes.

Los poderes legislativos de los 196 países que hay en el mundo han llegado a ser fabricantes de leyes cuyos principales consumidores son las empresas transnacionales.[68] Las empresas eligen cuáles leyes van a obedecer, como las dueñas de casa eligen cuál marca de detergente van a comprar de las repisas de los supermercados. El capital se retira de los países donde las leyes no le convienen, lo que obliga a cada uno de los 196 poderes legislativos a cambiar su producción de leyes para que sus productos sean más atractivos para quienes las juzgan y las compran.

Para ser más exacto, el capital a menudo no precisamente se retira de un país cuyas leyes dictan, por ejemplo, elevados sueldos y elevados impuestos para financiar un estado benefactor. Lo que a menudo hace es ubicar su producción en un país, vender en otro país, y declarar sus ganancias en un tercer país.[69]

La competencia entre 196 países en el mercado de leyes obliga a los países con elevados sueldos e impuestos a bajarlos. Por eso Winters habla de “revolución ubicacional”. Las decisiones económicamente racionales que hacen sujetos jurídicos autónomos en el mercado global cambian fundamentalmente las normas que organizan la convivencia humana. La selección de ubicaciones por actores globales a escala global cambia fundamentalmente la política.

La crisis fiscal del estado ya destacado por H en los años setenta llega a otro nivel. El estado ya no puede ser a la vez un estado benefactor y un estado que gana en la licitación internacional de leyes. En caso tras caso (Japón, Italia, Grecia, Portugal, Francia, Estados Unidos...) las deudas soberanas ascienden a sumas impagables. La batalla perenne entre quienes tienen casi todos los votos y quienes tienen casi todo el dinero, destacada por Kalecki en los años treinta y cuarenta, ya no es inconclusa. Quienes tienen casi todos los votos la pierden.

Si consideramos todavía la osadía de querer practicar el arte de la política -aquel arte que guía las decisiones y la construcción de las instituciones a fin de satisfacer las necesidades básicas, como la alimentación, y más que esto, a fin de vivir bien, que es inseparable de la ética y de la educación- un paso básico indispensable, entre otros, tiene que ser una resolución feliz de la crisis fiscal del estado. Resumimos siete de sus causas: (1) El costo creciente de infraestructura, subsidios (incluso exenciones de impuestos), investigación y desarrollo, educación, seguridad, en muchos casos coimas, y otros gastos necesarios para competir con 195 otros estados para atraer los negocios; (2) Aquellos costos son necesarios no solamente para atraer la inversión extranjera, sino también para retener el capital nacional. Aunque el capital que sea oriundo de las comarcas locales, tiene siempre la opción de ubicar sus operaciones en 195 otros territorios. (3) La fuerza moral del concepto que cada ser humano tiene derechos económicos y sociales y  del concepto que es deber del estado ser el garante de aquellos derechos. Junto con otros factores presionando en el mismo sentido, aquella fuerza moral hace cada vez más inaceptable que la sociedad abandone a los necesitados. Llega a ser inaceptable incluso no pagar los costos de la educación de los jóvenes pobres quienes la necesitan para poder competir en una sociedad de conocimiento; (4) El carácter altamente tecnificado y poco intensivo en mano de obra del capitalismo tardío, ahora llegando a otro nivel por la robotización[70] lo que aumenta el número de los con trabajo precario o trabajo mal pagado o sin trabajo, los delincuentes, los estudiantes, los drogadictos y alcohólicos, los encarcelados, los militares y policías y guardias, los dementes institucionalizados, y otras personas quienes ya no viven de vender su fuerza de trabajo en el mercado laboral; (5) Los paraísos fiscales y otras vías de escape que permiten a quienes detentan la mayor parte de la riqueza evadir todo tipo de obligación a compartir, (6) El progreso de las ciencias de la salud que hace la atención medica más eficaz pero más cara y hace que los jubilados de tercera edad viven más años; (7) El consecuente endeudamiento del estado. No pocas veces el soberano llega a ser un mendicante pidiendo nuevos préstamos para poder pagar sus préstamos anteriores.

Difícil es imaginarse soluciones reales a la crisis fiscal del estado que no fueran (o no parecieran, o no pudieran ser atacadas como) atentados contra la libertad. Trátese de prohibir movimientos de capital tras fronteras, de normar los precios de transferencia, de atar capitales a territorios o funciones limitadas, de imponer a las herencias o imponer directamente a las grandes fortunas, de obligar a los dueños de propiedad intelectual de permitir su uso a precios asequibles, de fijar sueldos mínimos o máximos, de prohibir la importación de bienes producidos por mano de obra súper-explotada, de políticas públicas favorables a cooperativas de trabajo o a cooperativas en general, de promover alternativas económicas solidarias, de capturar las rentas económicas y volcarlas al gasto social, de cerrar paraísos fiscales, de cooperar con otros estados para cobrar impuestos en vez de competir con otros estados por bajar impuestos, de privilegiar los varios sectores terciarios de la economía con legislación especial, de favorecer los emprendedores locales, de fijar sueldos por la negociación colectiva y no por contratos individuales, de hacer obligatoria la responsabilidad y la contabilidad social y ecológica, de perdonar deudas a nivel del consumidor o estudiante sobre-endeudado o al nivel del país sobre-endeudado etc. etc. Las más de las veces se trata de coartar la libertad de los dueños de hacer lo que quieran con su propiedad. Las más de las veces el dueño no es una persona natural sino una figura legal.

De las investigaciones históricas de F y otros hemos aprendido a temer el poder retórico de la palabra “libertad.” Desde la edad media ha sido la consigna de lucha de los intereses comerciales. Fue la consigna de lucha de las ciudades (de las bourgs, de donde viene la palabra francesa bourgeois) contra los abusos de la nobleza, primero en alianza con los reyes y posteriormente también contra los reyes. El meollo de su sentido siempre ha sido la libertad del comercio. Cuando llegó la democracia al escenario de la historia, el pueblo soberano heredó los compromisos del monarca soberano. El respeto a la libertad del comercio había sido conquistado no solamente por la jurisprudencia y la filosofía sino también por las armas. Respetar el modelo jurídico de la soberanía llegó a ser un compromiso de la democracia como había sido un compromiso de la monarquía.[71] En el siglo veinte no faltaban quienes identificaron la defensa de la democracia contra los totalitarismos soviético y nacional socialista con la defensa del estado de derecho liberal.[72] En la actualidad autores importantes se dan cuenta que la crisis fiscal del estado probablemente significará a lo largo el ocaso de la democracia, y ponen de moda el concepto de soberanía de Carl Schmitt.[73] Según Schmitt el soberano es quien tiene el poder de declarar un estado de excepción. Aunque Schmitt no lo diga, se subentiende que el estado de excepción suprime la democracia política a fin de imponer condiciones que aseguran la rentabilidad de los negocios.[74]

Hoy el arte de satisfacer las necesidades básicas y de vivir bien cuenta con conceptos de libertad más humanos y más pragmáticos, como lo es el enfoque de capacidades humanas de Amartya Sen y Martha Nussbaum.[75] Sin embargo la política choca con un modelo jurídico de la soberanía firmemente asentado en los estados de derecho vigentes y en el sentido común de los pueblos, cuyo enorme peso moral ha sido aclarado por F. La política choca también con una ciencia económica erigida sobre la base de este modelo jurídico. La doctrina de Adam Smith y de Milton Friedman es mucho más que fe en la eficiencia de los mercados auto-regulados. Cuando Smith invoca la “libertad natural” [76] es más que un aprendiz de Isaac Newton estableciendo renta natural, precio natural, y sueldo natural, como Newton estableció tres leyes ideales de la mecánica alrededor de las cuales los hechos observados giran y establecen a lo largo sus valores naturales. Invoca una consigna de lucha de las guerras civiles inglesas[77]. Cuando Milton Friedman declara en el primer capítulo de Capitalismo y Libertad que su norte y punto de partida es la libertad del individuo, y que las posiciones asumidas en los capítulos siguientes sobre los principales temas candentes de la política económica no son más que consecuencias de su punto de partida, declara la verdad.[78] Aunque el pensamiento de neoliberales como Friedman careciera de validez científica, de hecho domina en la vida académica, en los gobiernos, y en las organizaciones internacionales.[79] Cualquier argumento a favor de la autonomía de los pueblos para elegir su propio camino al buen vivir, choca con el enorme peso intelectual de la sentada doctrina económica de la eficiencia de los mercados libres y con la lógica supuestamente impecable de la doctrina de las ventajas comparativas. Choca también con el poder militar que tantas veces ha impuesto por la violencia las doctrinas de la ciencia económica vigente y por ende las del modelo jurídico de la soberanía. Y si esto no fuera suficiente, choca día por día con la necesidad práctica de la confianza. La política no se despega nunca de la pista de aterrizaje porque el castigo de aun la más leve amenaza a la confianza la condena a permanecer en la tierra. La derrota inevitable de los “políticos populistas” quienes se atreven a desafiar al poder económico, inevitablemente socavan la confianza e inevitablemente terminan provocando desinversión, desabastecimiento, desempleo, e inflación ya es un viejo cantar que los economistas y los politólogos saben de memoria.[80]

En fin, la política es imposible. Con la ayuda de H y F podemos ahora precisar un sentido específico del término “imposible.” De H hemos aprendido que las metas de la política son inalcanzables en dos sentidos: son inalcanzables en la regulación del sistema económico por el marco legal de la propiedad privada. También son inalcanzables en la satisfacción de las exigencias de un electorado que exige cada vez más sus derechos económicos y sociales debido al mismo marco legal. De F hemos aprendido que el modelo jurídico de la soberanía es falso pero vigente. “Imposible” significa incompatible con dicho marco legal y con el modelo de soberanía que lo estableció.

 

Hacia la recuperación de la política

En el segundo libro de Politeia Platón escribe que el verdadero arquitecto del polis es la necesidad y que la primera y mayor necesidad es la alimentación, luego dice que por eso el polis requiere agricultores, y luego no dice más. No dice si los agricultores van a cultivar cada uno su propia parcela. No dice si cada casa va a tener su propio agricultor o agricultores. No dice si la producción de alimentos se va a concentrar en grandes haciendas, ni si va a ser repartida en pequeñas ferias o desde grandes graneros como los de los faraones de Egipto, ni si va a ser distribuida en proporciones fijadas por precios convenidos entre comerciantes y compradores, o según proporciones fijadas por costumbres o por gobernantes, etc.

Sin embargo, Platón, desde su silencio y desde su inocencia, desde su Sitz im Leben dos mil años antes del capitalismo liberal y casi dos mil quinientos años antes del capitalismo tardío, dice lo esencial. El verdadero arquitecto de las normas que constituyen la convivencia humana es la necesidad. Por eso en la división del trabajo tiene que haber quienes se dedican a la agricultura. En general, para cada oficio (techne) hay un saber especializado que se emplea (episteme) y un bien que se sirve (agathon). Desde su Sitz im Leben dos mil años antes del capitalismo liberal, Platón no imaginaba que los filósofos libertarios del siglo veinte iban a denunciar el criterio de que las necesidades de las personas deben ser atendidas por otras personas como un atentado inaceptable contra la libertad.[81] Menos imaginaba que el primer teorema de la economía de bienestar iba a ser que el equilibrio general de los mercados es un óptimo de Pareto y por eso un máximo de bienestar humano.[82]

La Politeia opera en forma simultánea en dos planos. En un plano es un libro sobre la justicia social. La justicia es la organización de la sociedad entera de tal manera que cada uno desde su papel específico aporta al bien de la sociedad. En otro plano es un libro sobre el alma. La salud del alma depende de esta misma justicia. Un requerimiento de la justicia social, como lo es el requerimiento de que los agricultores desde su papel específico aporten a la alimentación de todos, es a la vez un ordenamiento de almas. Señala al agricultor su vocación. Define su misión. De esta manera establece un elemento esencial de lo que hoy llamamos su salud mental.

Así Platón anticipa lo que hoy llamamos organización ilimitada.[83] (OI) Aunque OI sea más una cosmovisión que un concepto definible, se puede introducirla articulando los tres principios siguientes:

Compromiso con la vida.[84] Es un compromiso a trabajar para atender a las necesidades vitales (no solamente las físicos sino también las emocionales y las espirituales) de todos los seres humanos en armonía con las especies vivientes que comparten la biósfera. (Anticipada por Platón en su postulado que el polis justo asegura la alimentación).

Una flexibilidad sin límites para organizar y re-organizar las instituciones a fin de cumplir siempre mejor con las metas indicadas por el compromiso. (Anticipada por Platón por su silencio.[85] Su silencio deja abiertas una gran variedad de opciones organizacionales que no han sido descartadas. Pueden ser consideradas).

El alineamiento (o sintonía) de todos los sectores de la sociedad en pos del bien común. (Anticipada por Platón en su alineamiento de la justicia en dos planos, la justicia en el polis entero y la justicia en el alma individual.)

La Organización Ilimitada es una cosmovisión funcionalista, pragmática y constructivista. Supera en el plano teórico las limitaciones del estado de derecho liberal fundado en el modelo jurídico de la soberanía. Aclara que las instituciones tienen un propósito: servir el bien de la vida, formar comunidades para poder vivir, cooperar para vivir bien. Puesto que las instituciones tienen un propósito, pueden ser evaluadas y revisadas. Incluso –y esto es importante en la práctica—las instituciones a veces deben dejar de existir. Discontinuar una organización que ya no sirve no es una muerte, menos es un homicidio. Es una parte necesaria del mejoramiento constante de las instituciones para servir siempre mejor la vida.

Reaparecen ahora las vigas maestras del liberalismo: la dignidad y la libertad. Ahora tienen la calidad de valores constituyentes del bien humano. Figuran entre los criterios para evaluar las instituciones, revisarlas, y quizás disolverlas. El respeto a la autonomía de las personas y el respeto a la autonomía de las comunidades son de hecho valores que sirven la vida.

No tengo que demostrar que los verdaderos valores de la libertad son compatibles con (hasta exigen) la acción pública[86] para lograr objetivos concretos como son agua potable, aire puro, sueldos y jubilaciones adecuados, salud… etc. No tengo que demostrarlo, porque ya lo han demostrado entre otros Jurgen Habermas, Amartya Sen, Martha Nussbaum, y Margaret Archer.[87] Lo que hay que superar no es la libertad sino la cosmovisión y jurisprudencia típicas del capitalismo liberal. Hay que superar un modelo de soberanía que postula que la legitimidad del gobierno está supeditada a su cumplimiento con un contrato ficticio originario. Es esta ficción liberal abstracta -en las palabras de Bourdieu y Passeron, es esta normatividad cultural arbitraria impuesta por la violencia-[88] que condena -para citar un ejemplo entre muchos- al pueblo de Grecia a un martirio sin fin en carne y hueso en un intento vano de pagar deudas impagables.

Organización Ilimitada interpreta una confluencia de revoluciones científicas actuales que socavan los fundamentos intelectuales del estado de derecho liberal. Menciono cuatro de ellas:

- La antropología. Las principales ciencias sociales se establecieron en el siglo diecinueve con una fuerte tendencia a tratar las instituciones liberales entonces dominantes como si fueran expresiones de una naturaleza humana eterna y universal.[89] Los conceptos y teorías de “cultura” desarrollados en la antropología actual autorizan una revolución copernicana en las ciencias sociales, desautorizando aquellas pretensiones liberales universalistas.[90]

- El pos-modernismo y el realismo crítico. La modernidad occidental solía pensar su ley civil y sus conceptos de la dignidad del ser humano, de respeto a las personas, de derechos humanos, y de libertad como elementos de una moral social muy distinta de las morales de las religiones y las mitologías antiguas y orientales. Solía declararse racional y por ende en algún sentido científica. La deconstrucción[91] dejó el estatus epistemológico de la moral social moderna occidental ni más ni menos racional, y por ende ni más ni menos científico, que las morales sociales construidas en otras épocas y en otros lugares. El realismo crítico contesta la tendencia hacia el escepticismo general del pos-modernismo. Argumenta que hoy en día sí es posible todavía sostener una filosofía científica y naturalista. Las consecuencias, empero, para la moral social, de su cosmovisión realista todavía sostenible son más marxistas que liberales. [92]

- La economía solidaria. La economía solidaria nació en Chile entre pobladores de barrios pobres sufriendo de desempleo y de represión social y política durante la dictadura de 1973-1990.[93] Fue impulsada en un principio por activistas cristianos.[94] Ha sido acogida por comunidades indígenas y por amplios sectores que buscan alternativas inspiradas en los valores del “Factor C” (cooperación, comunidad, comunicación, calidez, compromiso, compañerismo…) Amplía el saber y el hacer; rebasa los límites de lo que la economía era; opera un coupure epistemologique. [95] Abre para la ciencia económica continentes nuevos para ella, aunque sean viejos para la humanidad, incorporando a la ciencia los discursos éticos y religiosos evocados por la palabra “solidaridad.” [96]

- La revolución en la física. La ideología del estado de derecho liberal fue tejido en gran parte de hilos prestados de la física newtoniana. Es así con su ciencia económica, a veces llamada “física social,” con su jurisprudencia, y con su ética.[97] La superación del pensamiento newtoniano en la física desautoriza sus pretensiones científicas. Serruchó el piso de quienes pretendían compartir la gloria de Newton por copiar en otros campos los aparatos formales de la mecánica newtoniana.

La disolución de las formas de pensar newtonianas que eran durante siglos las dominantes libera la imaginación política. Desautoriza aquella izquierda que pensaba que la explicación causal de todos los fenómenos observados era el “poder” y que la solución de todos los problemas era “tomar el poder.” Esta corriente de la izquierda gozaba de cierto prestigio académico porque “poder” es semejante a “fuerza” y “fuerza” (vis en la Principia Matematica de Newton) es la entidad real denotada por los números en muchas ecuaciones de los físicos. Desautoriza también aquella derecha que aun a sabiendas que un equilibrio general de los mercados nunca ha ocurrido y nunca va a ocurrir, sin embargo hacía de esta metáfora mecánica el criterio que define un mercado ideal. Evaluaba la realidad por medir su cercanía o su lejanía de un ideal newtoniano.[98] Liberada de Newton la izquierda puede pensar en construir el socialismo con los empresarios y no contra los empresarios. La derecha puede pensar en empresas socialmente responsables, liberada del pesimismo psicológico y teológico cuya premisa y punto de partida fue la maldad de la naturaleza humana y cuya receta única de salvación fue el mercado newtoniano perfectamente competitivo.

La física actual sugiere otras formas de pensamiento y acción política.[99] Sin embargo sería un nuevo error repetir otra vez el viejo error de tomar la física como el modelo que debe imitar las ciencias humanas -esta vez rehaciendo las ciencias humanas a la imagen y semblanza de la física cuántica. Sería pecar dos veces, no nacer dos veces.

 

Los trimtabs de la recuperación de la política.

Cambios profundos y paradigmáticos –los cuatro que acabo de resumir y otros más- hacen los fundamentos filosóficos generales que sustentan la rigidez de las instituciones liberales cada vez menos verosímiles. Son cada vez más ajenos a la ciencia contemporánea. Pero la recuperación de la política precisa, además, de los trimtabs que reorientan el rumbo de los mecanismos específicos que tumban la política. Tres de aquellos mecanismos específicos son la revolución ubicacional (Winters), la necesidad de confianza (Kalecki), y la crisis fiscal del estado (Habermas y O’Connor). La palabra inglesa trimtab se refiere a un pequeño timón que usa el piloto de una nave para cambiar el rumbo del gran timón que luego cambia el rumbo de la nave entera. Al buscar los trimtabs buscamos intervenciones asequibles, si no fáciles por lo menos dentro del rango de lo alcanzable; y a la vez estratégicas, con posibilidades de gatillar los cambios mayores necesarios.

 

Enfrentando la revolución ubicacional

Recordemos el problema. Para mayor claridad bosquejamos el peor de los casos, no un tipo ideal sino un tipo anti-ideal: El capital elige las reglas del juego cuando decide dónde jugar, o sea cuando elige dónde ubicar sus operaciones. De las operaciones de las empresas capitalistas depende el empleo, los flujos de dinero imponibles, el abastecimiento de alimentos y el abastecimiento de todas las cosas necesarias. Por eso el capital tiene el poder de vida o muerte sobre la población entera. Sus intereses priman cada vez más en la redacción de las reglas del juego. Siguiendo las normas que organizan este sistema sesgado, cada día más a favor del capital, los rentistas acumulan cada día más dinero; los empresarios acumulan cada día más poder. La masa de la población trabaja largas horas por bajos sueldos; o tiene solamente trabajo precario o informal; o vive al margen del sistema dedicándose a la delincuencia o a la prostitución o incorporándose a un demi-monde de pandillas narcotraficantes o de terroristas fundamentalistas.

Trimtab: Construir sobre la base de las ventajas que los estados y los pueblos sí tengan en sus negociaciones con el capital (a pesar del bosquejo susodicho del peor de los casos). En su estudio de las negociaciones entre el estado y el capital en Indonesia Jeffrey Winters demuestra que aquellas ventajas son máximas en los casos de recursos fijos (como son los minerales en la tierra) y mínimas en los casos de “capital golondrina” (cuentas líquidas que puedan pasar de un país a otro con un clic en el teclado de un ordenador).

Trimtab: Prohibir el ingreso de capital golondrina.

Trimtab: Fomentar empresas no-deslocalizables. No se van del país, ni participan en la subasta global de leyes, porque quienes las controlan no tienen motivos para irse. El capital no las controla. Son normalmente no-deslocalizables las empresas estatales, empresas paraestatales, empresas mixtas, cooperativas, empresas comunales, empresas municipales, y empresas y pequeños negocios cuyos dueños son sus propios trabajadores. Consiguen capital para operar de bancos y otros proveedores de capitales (a veces con aval del estado). Pagan el precio del capital en el mercado de capitales. Vale decir pagan la tasa de interés fijada por aquel mercado. El capital es un insumo del proceso productivo, como las materias primas, pero el capitalista no es el dueño de la empresa.

Trimtab: Negociar con distintas fuentes de capital. Vivimos en un mundo inundado por capital acumulado y ahora inundado de nuevo por cantidades astronómicas de dinero emitido a tasas de interés cerca de cero por los bancos centrales de la Comunidad Europea, Estados Unidos, y otros países. La mayor parte del capital que busca dónde invertirse no encuentra oportunidades rentables en la economía real. Gira alrededor de la tierra en un enorme casino global de especulación financiera. [100] Están en auge los fondos éticos que gestionan los ahorros de personas que quieren invertir de una manera socialmente responsable, y también los fondos con criterios sociales establecidos por gobiernos y organizaciones internacionales. En el ambiente actual es bien probable que lo que no se consiga de una fuente de capital se consiga de otra.

Trimtab: Atar capitales a territorios. Atarlos a misiones específicas. Un ejemplo es el Banco Nacional para Agricultura y Desarrollo Rural de la India. (NABARD). Su dinero no se mueve de la India. No varía de su misión, que es el desarrollo rural. Otros ejemplos son los capitales de los bancos que por su misión y por sus reglas constitutivas atienden solamente al comercio de una determinada ciudad o región. Tales bancos son numerosos en China y también existen en Italia, Argentina[101], y en otros países.

Trimtab: Apoyar aquellas filosofías, religiones, culturas, y psicologías que definen a los dueños de propiedades como administradores con la responsabilidad social de usarlas para servir al bien común. Propietarios y empresas animados por tales principios éticos, por ejemplo los firmantes del Pacto Mundial auspiciado por las Naciones Unidas, se comprometen a no mover sus capitales para aprovecharse de leyes que dejan desprotegidos a los trabajadores y al medio ambiente.

Trimtab: Preferir a los que profesan y practican la responsabilidad social como inversionistas. Preferir sus productos. Favorecerlos en las políticas públicas y en las compras privadas. Esta es la postura del movimiento que se llama Economía del Bien Común.[102] Revierten la imagen de 196 países compitiendo para ver cuál pueda redactar las leyes más favorables al capital. Al contrario, los empresarios integrados a este movimiento se dedican sistemáticamente a servir al bien común. Luego esperan que los legisladores los apoyen a ellos, y por ende que los legisladores también apoyan al bien común. Esperan lo mismo del público comprador.

 

Enfrentando la necesidad de confianza

Recordemos el problema. Los seres humanos vivíamos miles de años por cazar, por recolectar vegetales silvestres, por pastoreo, por pesca, por sembrar y cosechar, por criar gallinas y cerdos y patos y gansos, y por cultivar árboles con nueces y frutas comestibles. Hoy en día no podemos vivir sin algo que nuestros antepasados ni imaginaban: la confianza. Se trata de la confianza en que los negocios van a ser rentables. Sin confianza el avicultor no cría pollos, el mercader no los compra ni los vende, el cocinero del restaurante no los prepara, y por consiguiente los clientes no comen cazuela de ave.

Cuando se habla de “confianza” en este contexto se habla en primer término y en fin de cuentas de la confianza del inversionista en que su inversión será rentable, y la confianza del empresario en que su empresa será rentable. La rentabilidad, a su vez, requiere ventas en cantidades suficientes y a precios suficientes para cubrir todos los costos de producción y dejar una margen de ganancia. Se habla también de otros tipos de confianza como la confianza del consumidor. Si los consumidores tienen confianza es más probable que compren y así generan las ventas que aseguran la rentabilidad.

A los políticos se las asignan la misión imposible de crear confianza. Se los culpa cuando no la hay. Pero la confianza depende de la creencia en  que va a haber rentabilidad; la rentabilidad depende de las ventas; las ventas dependen de las compras, y los políticos no tienen facultades para dar garantías de que la gente va a comprar.

Lo que los políticos tienen que evitar a todo costo es crear una crisis de confianza. Vale decir, tienen que evitar a todo costo que haya una creencia generalizada que no va a haber rentabilidad. Por lo tanto otras metas -mejor salud, mejor jubilación, mejor educación, mejor protección del medio ambiente; la meta ética de lograr una distribución justa de los recursos, en fin, el telos de vivir y vivir bien- necesariamente tienen que ser postergadas. Es necesario, no facultativo, dar prioridad al motor sin el cual el sistema no se mueve. Es necesario garantizar a los inversionistas y a los empresarios la rentabilidad que requieren.

Con razón escribió Mikhal Kalecki que la necesidad de confianza da al capital un poder indirecto de veto sobre las políticas públicas.

Trimtab: Promover aquellas prácticas materiales[103] cuyos motores no son la rentabilidad y/o cuyos objetivos no son las ventas. Puesto que la necesidad de la confianza se deriva de la necesidad de la rentabilidad, la cual a su vez requiere las ventas, se puede superar el poder de veto sobre políticas públicas establecido por la necesidad de confianza, en la medida en que se puede superar la necesidad de rentabilidad y la necesidad de ventas.

Trimtab: En las ciencias sociales, favorecer el estudio detallado de la gran variedad de economías que existen y han existido, por sobre los modelos abstractos de economía pura que pretenden ser eternos y universales.[104] El número de formas organizacionales aptas para satisfacer las necesidades humanas, que no sean las empresas privadas con fines de lucro cuyo análisis cuantitativo preocupa a la economía pura, es en principio infinito.[105] En el mundo de hoy, en todas o casi todas las industrias -líneas aéreas, electrodomésticos, Internet, bancos, construcción de viviendas, editoriales, petroleras, hospitales, hoteles, agricultura... -se encuentra uno o más ejemplos de formas de organización económica que no lo son. De este modo las ciencias sociales pueden contribuir a la superación del poder de veto de una sola forma de organización económica, por ampliar el abanico de posibilidades conocidas.

Trimtab: Hacer crecer las grandes alternativas que ya existen. Siendo en principio infinito el número de las prácticas materiales cuyo motor no es la acumulación de capital, o sea no es la rentabilidad, Karl Polanyi y José Luis Coraggio han destacado cuatro principios organizativos alternativos que la humanidad ya ha practicado en forma masiva.[106] No se puede dudar de su factibilidad:

La reciprocidad

La redistribución.

La planificación.

La economía popular.

Trimtab: Apoyar la economía popular.[107] Se trata de los pequeños emprendimientos, a menudo familiares, que se ven en todas partes: la lavandería, la pequeña librería, la verdulería, la panadería, la fotocopiadora con cuatro puestos de ciber, el gasfíter independiente, el fletero, el peluquero, el vendedor ambulante, el pequeño café, el kiosquero quien vende diarios… Es el sector que genera más empleo en América Latina.[108] Su principal recurso es el trabajo de sus dueños. Su motor no es acumular capital; no es la rentabilidad. Es simplemente vivir. Aquí está un ejemplo atípico pero ilustrativo: En la crisis de Argentina de 2001, cuando muchos dueños cerraron sus negocios porque no eran rentables, en algunos casos los trabajadores de los mismos negocios los tomaron y los re-abrieron. No fue porque los negocios de súbito se tornaron rentables cuando fueron asumidos por su personal. No. El objetivo de los trabajadores no fue rentabilidad. Para ellos fue suficiente que la empresa -ahora convertida en cooperativa de trabajo- les pague un sueldo. Lo que fue un “costo” según la lógica de la empresa privada con fines de lucro llegó a ser un “objetivo logrado”.

Se puede apoyar a los trabajadores de la economía popular de muchas maneras: incorporarlos a sistemas de jubilación y de salud, aportar capacitación, preferirlos en compras, mejorar la protección policial contra los delincuentes, conceder créditos, establecer más ferias municipales con puestos baratos o gratuitos…

Trimtab: Multiplicar los oficios buenos y dignos que no dependen de ventas. Entre los muchos ejemplos de quienes trabajan pero no venden están los investigadores científicos quienes se pagan por investigar, los profesores en las escuelas públicas y los profesores en las escuelas subvencionadas, los sacerdotes y religiosos quienes viven de donaciones de los fieles y de patrimonios, los atletas quienes cuentan con el auspicio de una empresa o de una fundación, los que hacen servicio comunitario o reforestación u otra tarea útil en programas de empleo público, y los estudiantes quienes viven de becas y del apoyo de sus familias.

Multiplicar también los casos híbridos, quienes viven en parte por ventas, pero también consiguen otros recursos para vivir bien al margen del mercado. Es el caso de los músicos de una orquesta sinfónica. La orquesta si vende entradas, pero no completa su presupuesto sin donaciones de amantes de la música, sin el auspicio de empresas, ni sin aportes que no tengan la forma de dinero como por ejemplo el uso gratuito del teatro municipal. Es el caso de los miembros de una familia que sí cuenta con quienes venden su trabajo en el mercado laboral, pero también se dedican a la auto-construcción para agregar otro dormitorio a su casa, y también se dedican a criar niños, a cultivar, a cocinar, a coser, a hacer mermelada con las frutas de la época, a cuidar a la abuelita enferma, a arreglar al alcantarillado… -este es otro caso híbrido. Viven mejor con menos compras, y por lo tanto con menos necesidad de ganar dinero por vender algo.  Son más auto-suficientes.

Un pueblo que vive más por vocación de servicio y más por la reciprocidad y la redistribución, forma familias y comunidades fuertes. Su felicidad o infelicidad depende menos de la rentabilidad o la falta de rentabilidad de las grandes empresas. Muestran que es posible vivir menos dependiente de un sistema cuyo único modo de satisfacer las necesidades vitales consiste en invertir, comprar insumos con el capital invertido, producir, y luego vender en forma rentable. En un tal país diversificado, con muchos oficios que no dependen de ventas y muchas formas híbridas de vida, el poder de veto del capital sobre las políticas públicas tiene que ser menos.

Trimtab: Buscar medidas para revertir la merma de confianza que pueda resultar de aquellas medidas pro-sociales que bajen las tasas de ganancia. No siempre existen salidas satisfactorias para todas las partes, pero siempre es bueno buscarlas.

No exagerar el peligro. Es cierto que existen casos cuando la confianza baja a cero, los capitales se fugan, y hay crisis. Una guerra civil suele provocar la fuga masiva de capital. Una amenaza política de confiscación de bienes suele producir una fuga masiva y súbita. Un esfuerzo internacional concertado puede des-estabilizar un país. Pero en tiempos normales eventos como incrementos de sueldos, incrementos de impuestos y/o sindicalización aunque desincentiven la inversión lo hacen en formas moderadas y lentas. No toda la inversión va a parar. No se hace humo y desaparece toda la rentabilidad.

Normalmente la rentabilidad extraordinaria no es necesaria para asegurar la operación de una industria. Basta una rentabilidad suficiente para pagar el costo de capital (su “costo de oportunidad” ) y para motivar a los emprendedores (para pagar lo que Alfred Marshall llamaba “el precio de oferta de los negocios”).

Normalmente hay tiempo para negociar con las partes interesadas, sopesar las opciones , recolectar datos, y buscar acuerdos – idealmente consensos. Una opción puede ser reorganizar una industria al borde de quiebra formando empresas mixtas con participación del estado. Se puede considerar en tal caso inyecciones de capital privado provenientes de fuentes que cobran confianza cuando cuentan con el estado como socio. Otra opción puede ser buscar compradores para comprar las empresas, quienes tengan más confianza que los actuales dueños. Suele haber muchas opciones más --algunas ya sugeridas en las páginas anteriores. Pensar Organización Ilimitada.

Siempre vale la pena conseguir o tratar de conseguir acceso a la contabilidad de las empresas para poder determinar hasta qué punto hablar de crisis es chantaje, hasta que punto hay condiciones para buscar salidas viables que conserven tanto las industrias como las medidas pro-sociales, y hasta qué punto en fin de cuentas ciertas empresas o ciertas industrias deben cerrar. (Recordemos que es un principio de Organización Ilimitada que las organizaciones a menudo deben dejar de existir. El cierre no tiene que ser un desastre. Tampoco tiene que ser un desastre cuando el sector privado con fines de lucro se achica, abriendo campo para el crecimiento del sector cooperativo y otros sectores.)

El poder de veto del capital sobre las políticas públicas puede ser en algunos casos un espejismo fantasma. Puede desaparecer cuando las partes se detienen para analizar los detalles de los problemas y para negociar salidas ganar-ganar. Negociar soluciones en los casos relativamente fáciles puede ser un trimtab que cambie el rumbo de la sociedad hacia los niveles mayores de buena voluntad y de flexibilidad mental necesarios para solucionar los casos más difíciles.

Enfrentando la crisis fiscal del estado

Recordemos el problema. En su larga construcción histórica la piedra fundamental y la viga maestra del estado de derecho liberal ha sido quitarle al rey la propiedad de su reino. El estado democrático actual –heredero del rey— tampoco tiene reino.

La Carta de Derechos inglesa de 1689 –antecedente e inspiradora de la francesa y la norteamericana— es un buen botón de muestra. Reclama contra los abusos del recién depuesto rey Jaime II. Obliga al nuevo rey Guillermo III y a todos sus sucesores a financiarse solamente con impuestos aprobados por el parlamento. Nace el Steuerstaat.

En nuestros días aun el impuesto –el último recurso que le queda al soberano—se esfuma. Las grandes fortunas privadas –que son las únicas fortunas que quedan[109]-- llegan a parar cada vez más en paraísos fiscales. Los gobiernos ni saben cuántos son, donde están, de qué consisten, ni quienes sean sus dueños. [110] Por colmo de males compiten entre sí bajando los impuestos de los más en condiciones de pagar impuestos con la finalidad de atraer y retener negocios en sus territorios. Mientras tanto suele ser más de un año la espera para ser operado de hernia en un hospital público.[111]

El estado actual es y no es familia. Es familia porque es el garante de los derechos humanos de cada uno y cada una de los hijos e hijas de la patria. Debe asegurar su educación, su salud, su empleo, y sus otros derechos económicos y sociales, lo que vale decir que debe organizar la sociedad y sus propias actividades para lograr la atención a las necesidades de cada quien. No es familia porque no tiene patrimonio.

¿Qué hacer? Confieso que opino que el mejor primer paso es la oración. Los seres humanos, pecadores que somos, difícilmente vamos a destrabar las trabas estructurales de la economía que nos domina sin purificar nuestras almas y hallar la voluntad divina.[112] Que me perdonen mis amigos humanistas quienes creen que la religión necesariamente divide a la humanidad y que sin ella pudiéramos unirnos. Sugiero, en todo caso, tanto para quienes necesitamos a Dios como para quienes no Lo necesitan, los siguientes caminos hacia la superación de la crisis fiscal del estado.

Trimtab: Para resolver la crisis fiscal del estado y en general para servir al bien común, colaborar con las grandes empresas transnacionales. Ellas constituyen el sector más dinámico de la economía global actual. Figuran entre las principales causas de la crisis. Tienen que ser parte de su superación. No es que los individuos que administran las grandes empresas sean personalmente culpables. Ellos –como el resto del mundo— cumplen papeles socialmente construidos. Juegan el juego de los negocios según reglas básicas ya establecidas antes de su nacimiento. Las reglas básicas de los mercados perdurarán después de su muerte. Las reglas que constituyen las instituciones son las causas principales de los resultados que producen las instituciones, pero –hay que insistir— las decisiones libres de personas y de grupos también cuentan. [113] Aunque no sea cien por cien falso decir que las grandes empresas transnacionales dominan el mundo, o decir que tienen más poder que el poder que tienen los estados, tampoco es cien por cien cierto. Si “dominar” o “tener poder” significa “ser la causa,” entonces lo que principalmente domina y tiene el poder no es ningún ser humano ni ningún grupo humano ni ninguna ficción legal dotada de personalidad jurídica como es la empresa, sino las costumbres. Son las normas que constituyen las instituciones (p.ej. el mercado) y definen los papeles (p.ej. comprador, vendedor, inversor, deudor) las que principalmente determinan lo que va a pasar (por ejemplo determinan que va a haber una crisis fiscal del estado).[114] Tendríamos que matizar esta afirmación en la medida en que el rumbo de la historia es determinada por las guerras, pero solamente matizarla y no rechazarla, puesto que –como hemos aprendido de Foucault—las guerras han impuesto normas– en particular las normas del estado de derecho liberal.  Por eso no culpamos a individuos cuando observamos los estragos que han resultado del poder excesivo de las grandes empresas.

El daño hecho no implica que los dañadores no pueden aportar a deshacer el daño.  No es cierto que las empresas grandes no van a colaborar en cambiar el rumbo de las sociedades actuales porque no les conviene. El rumbo actual del mundo va al caos social y al desastre ecológico, lo que no le conviene a nadie. No es cierto que siempre conviene a las personas --por ejemplo a los CEOs de las grandes empresas- tener “poder” o “el máximo poder posible.”

Tampoco es cierto que las grandes empresas multinacionales se niegan a colaborar con otros sectores para solucionar los problemas sociales[115]. Basta visitar sus sitios Web para confirmar que casi todas se han sumado a los discursos de responsabilidad social empresarial y/o valor compartido.

Conclusiones: Es necesaria su colaboración. Les conviene colaborar. Dicen que están dispuestos a colaborar.

Trimtab: Resignificar las grandes empresas como instituciones sociales con fines sociales.[116] Resignificarlas como generadoras de excedentes.

Son generadoras de excedentes porque cuentan con ventajas competitivas sostenibles.[117]

Son generadoras de excedentes por la diferenciación de sus productos, por sus innovaciones y sobre todo por las tecnologías que controlan.

Vivimos en una época de transición hacia tecnologías mucho más eficientes que las del pasado y las del presente.[118] En nuestro sistema mundial organizado según los principios del estado de derecho liberal, cada nueva tecnología –sea impresora de tres dimensiones, sea fotosíntesis artificial, sea captación de agua de la atmósfera o desalinización del mar -- va a ser la propiedad intelectual de alguien. Lo inevitable es que la mayor parte van a ser propiedad intelectual de las grandes empresas multinacionales.[119] Son ellas quienes tienen la capacidad para inventarlas o para comprarlas de sus inventores. Si el resultado final es que una élite minúscula controle las maravillas de la abundancia; y como los tiranos, los oligarcas y los demagogos de Aristóteles las usen solamente por su propio bien, será un desastre. Si el resultado es que las grandes empresas transnacionales funcionen como instituciones sociales generadoras de excedentes al servicio del bien común, será una utopía.

En el plano físico, en el plano de los valores de uso, la ciencia es capaz de rescatar la humanidad con más agua pura, más aire puro, más alimentos más sanos, más y mejores viviendas, más energía y más salud –y todo eso en forma sustentable en armonía con el medio ambiente.[120] Si fuera la humanidad capaz de seguir los sabios consejos de los ecólogos y los demás científicos naturales, e incluso el consejo de limitar la natalidad, podríamos evitar los catástrofes que ya existen y las que se avecinan.

Pasemos ahora al plano del dinero, al plano de los valores de cambio.

Llamamos P al precio de venta de un producto típico de una gran empresa con fines de lucro ubicada en lo que Habermas llamaba el sector organizado del capitalismo tardío.

Llamamos D el precio que el típico consumidor está dispuesto a pagar.[121]

Gracias a la ciencia, D – P puede ser un número no solamente positivo sino además grande aun con mercados “organizados” y sin mercados muy competitivos. El consumidor consigue el producto por mucho menos de lo que él o ella estaría dispuesto a pagar si fuese necesario pagarlo.  Esta diferencia se puede llamar el excedente del consumidor.[122]

Llamamos M el precio mínimo que la empresa puede aceptar cubriendo todos sus costos, e incluso el costo de capital, y logrando una rentabilidad normal.[123]

Gracias a la ciencia, P- M puede ser un número positivo y grande, aun en el caso que los costos de la empresa incluyen sueldos dignos pagados a trabajadores sindicalizados y/o representados en el consejo directivo de la empresa. Esta diferencia se puede llamar el excedente del productor.

Llamamos I los impuestos que traspasan dinero al gobierno, tanto impuestos al consumidor como impuestos a las empresas e impuestos a transacciones entre consumidores y empresas. Llamamos F al flujo de dinero a organizaciones sin fines de lucro dedicadas al bien común auspiciadas o apoyadas por grandes empresas. Se puede considerar en el rubro F también los flujos de dinero que perciben organizaciones con fines sociales por contar con patrimonios que tengan la forma de acciones de empresas.

Resignificando las grandes empresas como instituciones con fines sociales generadoras de excedentes en una época de crecimiento exponencial de las tecnologías avanzadas, se puede prever flujos de dinero calculados con precios P que siguen positivos aun restando I y F.

Trimtab: La educación moral, concebida como educación permanente durante toda la vida. Hubo quizás una época cuando se pudo decir que las reformas sociales que pretendían subir el nivel moral de una población entera eran puros castillos en el aire sin contacto con la tierra. Aunque semejante pesimismo fuera quizás en otra época cierto, lo cierto es que hoy ya no lo es. Por el progreso de las ciencias pedagógicas y psicológicas, la educación moral sistemática y generalizada ha llegado a ser algo que se sabe hacer.[124]

Platón tuvo razón escribiendo que la educación debe comenzar con música y baile para ordenar los sonidos de las voces y los movimientos de los cuerpos. Federico Schiller tuvo razón cuando dijo que el ser humano es un ser sentimental quien no llega a la ética si no pasa por la estética.[125] Emile Durkheim tuvo razón cuando dijo que la lealtad al curso y a la escuela era un necesario paso intermedio entre la lealtad a la familia y la lealtad a la nación, culminando eventualmente en la lealtad a la humanidad entera. Jean Piaget tuvo razón cuando mostró que la moralidad siendo del corazón es también del intelecto.[126] En general los genios clásicos de la educación moral todos tenían su cuota de razón, y han aportado al acervo acumulado de sabidurías y de ciencias que hoy nos autoriza a pensar en una educación de niños y de adultos que eche las bases para una sociedad socialmente responsable.

Subir el nivel moral de la población tiene todo que ver con superar la crisis fiscal del estado por al menos cuatro razones:

En rigor el gasto social ahora insostenible nunca fue una finalidad en sí mismo. El objetivo siempre fue atender a las necesidades vitales de las personas. En la medida en que las personas y por lo tanto las familias funcionen mejor –menos huérfanos, menos violencia doméstica, menos ancianos abandonados ….—y en la medida en que las personas y por lo tanto la sociedad civil funcionen mejor –más seguridad alimenticia lograda por la cooperación entre vecinos, más barrios seguros, más Hogares de Cristo…-- el apoyo del fisco pueda ser menos costoso y su sostenibilidad más asegurada.

El nivel[127] de la conciencia social de los ciudadanos votantes incide en el nivel de su aprobación de los impuestos que deben pagar para financiar la ayuda pública a sus conciudadanos necesitados. [128]

Los estados que no han tenido crisis fiscales, como son los cuyos fondos soberanos han sido abultados por caudales de petrodólares, no se han destacado por asegurar los derechos económicos y sociales de sus ciudadanos.[129] Este hecho dramatiza la llamada a los educadores de un país a asumir como prioridad en sus labores la construcción social de una cultura de solidaridad y responsabilidad en donde los derechos puedan llegar a ser realidades.

Con la robotización del trabajo físico y la computarización del trabajo mental, y la consecuente redundancia de crecientes números de personas en el mercado laboral, vendrá una crisis psicológica. Si bien fuera cierto que el traspaso de los excedentes generados por las grandes empresas estableciera la factibilidad de colocar dinero en los bolsillos de crecientes números de personas que no venden su fuerza de trabajo pero que sin embargo tienen que vivir, el dinero en el bolsillo no les da ni auto-disciplina ni cultura. Vivir es más que tener dinero que gastar. Ya con mayor razón es necesaria la educación.

Trimtab: Recuperar para el estado democrático algunas de las fuentes de financiamiento que antes tenían los reyes, como son por ejemplo la propiedad real de tierras, los monopolios reales sobre ciertas ramas del comercio, y el poder de emitir dinero.

Trimtab: Cuando el sector privado con fines de lucro entre en crisis, o se estanca y deja de crecer, utilizar la coyuntura para fortalecer los otros sectores.

El camino hacia la posibilidad de la política pasa por crear sociedades que son mas gobernables porque son menos dominadas por un solo sector y una sola dinámica. En una economía plural, cuyo funcionamiento depende menos de la confianza de inversionistas privados en general, y en particular depende menos de la confianza de grandes inversionistas internacionales, se debilita el poder de veto del capital sobre las políticas públicas señalado por Mikhal Kalecki.

Hay muchas razones para querer un sector de grandes empresas con fines de lucro con mayor responsabilidad social y con menos peso relativo en la sumatoria del total de la actividad económica en un país. No es difícil conseguir que se achique su peso relativo. A veces se achica por una disminución de las compras de los chinos o de los extranjeros en general; a veces se achica porque una nueva tecnología hace posible atender la demanda con menos capital y menos trabajadores; a veces se achica porque es más económico importar sus productos y cerrar la industria nacional. A veces se achica por razones desconocidas. Se disminuye su actividad y nadie sabe por qué.

La parte difícil es fortalecer los otros sectores. El ideal es transitar hacia una economía más equilibrada de tal manera que en el proceso de transición nadie pierda y todos ganen.

Analizaremos en este apartado una problemática típica en la cual: (1) La causa de la disminución de la actividad económica (o sea disminución de inversión, de empleo, de producción, y de ventas) de las empresas privadas es en cierto sentido la justicia social. Las políticas públicas disminuyen la rentabilidad porque aumentan los sueldos y para aliviar la crisis fiscal del estado y financiar el gasto social aumentan los impuestos. (2) En el trasfondo de la problemática opera la competencia internacional, tanto la competencia de bienes importados como la competencia para vender en el exterior.

El objetivo es que nadie pierda y todos ganen. En esta problemática típica, a primera vista quienes más van a perder –o perderían si no fuéramos iluminados y dedicados al bien de todos y de cada quien- serian los dueños y los empleados de los negocios marginales que no puedan pagar sueldos dignos, ni pueden pagar los nuevos impuestos que alivian la crisis fiscal del estado. Tendrían que quebrar. Sus empleados tendrían que quedar cesantes.

Será útil en este contexto aprender de la experiencia de los suecos en los años sesenta. Veremos un botón de muestra de esta experiencia, y luego propondré aplicar los principios de Organización Ilimitada para lograr lo que los suecos intentaron.

En los años sesenta los suecos dejaron de proteger industrias marginales como la del calzado. Los zapatos suecos no estuvieron en condiciones de competir con los italianos. [130] No querían bajar los sueldos e impuestos suecos al nivel de los sueldos e impuestos italianos. No se atrevieron a competir con los genios italianos en el diseño de calzado. Así llegaron a su Plan A: ¡Cerrar esta industria que para nosotros es ineficiente y además injusta porque no es capaz de pagar los sueldos que ganan los demás suecos en otras industrias! Cerraron también otras industrias solnedgang (industrias del pasado). Plan B llamó a capacitar a los ex-zapateros y a sus ex–patrones en ramos soluppgang (industrias del futuro). Plan B propuso subir el promedio de la productividad de las industrias suecas por cerrar las menos productivas, ampliar las más productivas, y crear nuevas industrias innovadoras y competitivas. Plan A fue cumplido.

Plan B resultó por alrededor de cuatro años, pero luego chocó con los hechos: no hubo ni a nivel nacional ni a nivel internacional suficientes oportunidades soluppgang. El problema con Plan B no fue simplemente micro-económico, o sea no fue simplemente el problema de fabricar en Suecia precisamente aquellos productos que los consumidores numerosos y pudientes del mundo deseaban comprar. Fue macro-económico: una deficiencia crónica de demanda efectiva; una falta general de consumidores numerosos, pudientes, y deseosos de gastar su plata.

Plan C fue que el gobierno contratara a los cesantes, principalmente para construir viviendas sociales y atender parvularios. Suecia subió aun más sus impuestos ya altos para poder pagarlos. Así los suecos cumplieron con su ideal del folkshemmet (Esta palabra significa que Suecia es la casa de todos los suecos –es el tema de su himno nacional). No abandonaron a nadie. Pero no fue sostenible; el fisco no pudo aguantar el costo; el público no pudo aguantar impuestos que llegaron a tomar más de la mitad del sueldo de un trabajador típico. El modelo de los sesenta ha sido abandonado. Hasta el día de hoy los suecos luchan todavía para encontrar la fórmula para hacer compatible su folkshemmet con una economía moderna enmarcada en un estado de derecho liberal.

¿Cómo lograr lo que los suecos intentaron? El primer principio de Organización Ilimitada es tener clara la meta. Vamos a atender a las necesidades vitales de cada quien. Vamos a cooperar para vivir bien. Vamos a hacerlo en armonía con la naturaleza. Felicitamos a los suecos por su ideal de folkshemmet y por su persistencia en buscar cómo realizarlo.

El segundo principio es flexibilidad pragmática. Las opciones para organizarnos para lograr las metas de la vida son en principio innumerables. El nicho ecológico del ser humano es ser un animal creador de culturas. De hecho las culturas que ha creado son muchas y variadas.

A la luz del fracaso sueco sugiero caminos al éxito eventual de la economía solidaria latinoamericana, de partida observando, otra vez, que la estructura cultural básica que actualmente domina el planeta es más rígida que flexible. Las novedades organizacionales que se puedan ensayar[131] para servir la vida a menudo son incompatibles con servir otro imperativo distinto que ha sido establecida por la historia. Es el imperativo de mantener la confianza de los inversionistas en que sus inversiones van a ser rentables.

Una primera sugerencia para superar las barreras estructurales que tumbaron el modelo sueco de los sesenta es flexibilizar el concepto de “impuesto a los negocios.” Pensarlo como un método para captar excedentes. Siguen inmediatamente ciertas consecuencias: Los excedentes no son costos de la producción.[132] Por eso se los llama “excedentes” subentendiendo que “costo de producción” incluye el costo de capital y aquella ganancia normal necesaria para motivar a los empresarios. Por eso las industrias que aportan excedentes a la sociedad (sea en forma voluntaria, sea en forma involuntaria) pueden seguir operando. Mientras aportan excedentes al bien común, siempre cuentan con entradas suficientes para cubrir el costo de todo lo que es necesario para producir.

Las industrias marginales no realizan excedentes; por eso si se trata de captar excedentes nada deben pagar.

El problema se simplifica. Hay menos víctimas de la justicia social que hay que rescatar. Entre los negocios marginales que no son viables porque no pueden pagar impuestos para aliviar la crisis del fisco y además pagar sueldos dignos, algunos van a permanecer viables si el único fardo adicional que tienen que cargar es el sueldo digno, siendo ellos exentos de impuestos.

Claro que el problema también se complica: Si el fisco no va a cobrar dinero a los negocios marginales porque su principio es no cobrar impuestos a negocios donde no hay excedentes, su crisis fiscal aparentemente se agrava. Otra vez OI propone flexibilidad: por ejemplos –y solamente como ejemplos porque en principio las múltiples soluciones posibles no son agotadas por ningún listado de ejemplos– (1) captar en forma más eficaz los excedentes donde los hay, y (2) financiarse de maneras vedadas por la ortodoxia liberal, como son, por ejemplo: (2a) derechos de aduana, y (2b) recuperar el papel del soberano en la emisión del dinero, participando por el beneficio del fisco en la lucrativa industria financiera. (Algunos quizás no sepan que hoy en día –al contrario del lejano pasado cuando Jesús pudo decir que una moneda sellada con la imagen de Cesar era del Cesar– la principal fuente de la emisión de dinero es la banca privada; quizás no sepan tampoco que los bancos centrales son cuidadosamente separados de los gobiernos elegidos por los pueblos.)

La problemática general es cómo hacer crecer los otros sectores para crear oficios dignos para todos, incluidos los ex trabajadores y los ex empresarios de los negocios marginales que, aunque exentos de impuestos, igual quebraron porque sus entradas no alcanzaron para pagar sueldos dignos. Los suecos de los sesenta buscaron una solución de dos maneras, pero ninguna de las dos les resultó: (1) promover nuevas industrias soluppgang, junto con una “política laboral activa” para mejor coordinar la oferta de empleo con la demanda, (2) sumar a los cesantes a la nomina de sueldos fiscales. Hay que decir, sin embargo, que elementos de (1) y (2) podrían ser componentes de un abanico amplio de Organización Ilimitada cuya sumatoria sería una solución.

Llama la atención que esta solución sería también una solución a la mayor parte de la problemática aun más general de la crisis fiscal del estado. Los principales problemas señalados por Habermas se solucionarían. Eran: (1) el creciente número de personas que dependen del estado para vivir o de otra manera ocasionan gastos fiscales y (2) la incapacidad del estado de conseguir recursos para financiarse de los sectores que a la vez detentan la mayor parte de la riqueza y detentan las llaves para paralizar la economía. Hay solución de (1) en la medida en que OI fortalece otros sectores que incorporan crecientes números de personas en oficios dignos. Hay solución de (2) en la medida en que aquellos sectores pierdan las llaves para paralizar la economía y con ellas el poder de resistir la redistribución de la riqueza.

El tercer principio de Organización Ilimitada es alinear diversos sectores para servir al bien común. Este principio nos da una pista para crear oficios dignos para todos. Lo que no hace un sector con su lógica y su dinámica (por ejemplo el sector privado con la lógica de la contabilidad financiera y la dinámica del afán del lucro) lo hace otro sector con otra lógica y otra dinámica (por ejemplo un programa de agricultura urbana con una lógica de definir objetivos sociales y luego conseguir de diferentes fuentes recursos para lograrlos, y la dinámica de los pobladores que quieren ser micro-emprendedores con sus propios cultivos y sus propios puestos en la feria[133]). La sumatoria de los aportes de todos los sectores crea oficios dignos para todos.

Un principio básico para mantener en mente al construir la alineación de los sectores es que sean las que sean las formas de las empresas alineadas –cooperativas, estatales, recuperadas por sus trabajadores, municipales, privadas y grandes, PYMEs, economía popular, emprendimientos de economía popular solidaria, transnacionales, emprendimientos con microcréditos de instituciones como el Banco Grameen … … … .n– no puede haber oficios dignos para todos sin traspasos. Me refiero a traspasos de dinero desde donde sobra hasta donde falta, que no sean por concepto de compra y venta. Me refiero a traspasos de excedentes pero no solamente de excedentes. Todos, hasta el obrero con su sueldo que ni sueña con excedentes, podemos comprar chocolates y comer los chocolates, o poner el mismo dinero en el sombrero del pordiosero. Son necesarios los traspasos e insuficientes las compras y ventas por el principio básico macroeconómico de la insuficiencia crónica de demanda efectiva.[134] Por la pura lógica.

Un eslabón básico es el barrio y la comunidad local. La organización de las comunidades locales es una fuente de recursos.  Movilizar los recursos necesarios para realizar lo que Braudel llama “prácticas materiales”  –o sea,  prácticas que satisfacen necesidades vitales–  no tiene que ser siempre un asunto de andar buscando capital en Wall Street o en Londres o en la bolsa de valores de Santiago. Puede ser  un asunto de hacer el inventario de los recursos del barrio –el terreno al lado de la posta médica que pueda ser una huerta comunitaria, los jubilados que pueden ser los técnicos de un equipo de fútbol juvenil, los jóvenes que puedan capacitarse en primeros auxilios …. n. Experiencias en muchos países demuestran que las comunidades locales cuentan con recursos que se pueden movilizar para satisfacer necesidades vitales.[135]

Otro eslabón básico son los empresarios motivados a participar en una sociedad plural, solidaria y sustentable en el cual ellos, sus hijos, y sus nietos, tendrán menos privilegios pero más seguridad. Ellos son los mejores mensajeros para comunicar a sus colegas el mensaje milenario y más que milenario de la responsabilidad social.

 

 


[1] Así H.L.A. Hart en El Concepto de Derecho, Buenos Aires: Abelardo-Perrot, 1968, observa que cuando uno pide una “definición” de “derecho” en fin de cuentas uno pide una teoría del derecho.

[2] Cerca de 700 años después San Agustín iba a declarar “un estado sin justicia no es más que una pandilla de ladrones.” Cerca de 2300 años después el psicólogo Lawrence Kohlberg sobre la base de extensivos datos empíricos iba a describir el desarrollo moral humano como una serie de etapas a través de las cuales la persona profundiza cada vez más su comprensión de la justicia.

[3] Este listado de virtudes perdura hasta hoy, siendo ellas las cuatro primeras de las siete virtudes cardinales de la iglesia católica. Los tres restantes son las virtudes infinitas de la fe, la esperanza, y la caridad.

[4] Jürgen Habermas, Problemas de Legitimación en el Capitalismo Tardío. Madrid: Cátedra, 1999.

[5] P. 41

[6] P. 234

[7] P. 45

[8] P. 47

[9] P 50.

[10] P 50 Las palabras “estado fiscal” aluden al concepto de Max Weber y Joseph Schumpeter de un estado que vive por recaudar impuestos. Ver Joseph Schumpeter, Die Krise des Steuerstaats. Graz und Leipzig: Leuschner & Lubensky, 1918.

[11] Habermas P 78

[12] P 67

[13] P. 68

[14] El uso del modelo se apoya en estudios hechos por James O’Connor, John Kenneth Galbraith, Andrew Schonfeld, y Seymour Melman entre otros.

[15] Pp 71-72.

[16] P. 123

[17] P. 126

[18] P. 205

[19] Pp. 221-2 La idea de “intereses generalizables” hace eco de la generalidad lógica del imperativo categórico de Kant y mas allá de Kant hace eco de todos aquellos filósofos quienes han hecho del principio de generalización un principio fundamental de la ética. Un sistema económico que genera el bienestar de unos pocos no es legítimo. Un sistema cuyos beneficios llegan a todos es legitimo. Este ultimo sirve “intereses generalizables.”

[20] P 83

[21] Pp 111, 119, 145

[22] P. 83. Habermas se apoya en el estudio de James O’ Connor, The Fiscal Crisis of the State. New Brunswick NJ: Transaction Publishers, 1975.

[23] P 113

[24] P 131

[25] P 186

[26] Hannah Arendt, Los Orígenes del Totalitarismo. Madrid: Alianza Editorial, 2006.

[27] Friedrich von Hayek, Camino de Servidumbre. Madrid: Unión Editorial, 2008.

[28] Pp. 39-40, p. 122

[29] P. 83, p. 102

[30] P. 31

[31] Jürgen Habermas, Teoría de la Acción Comunicativa. Madrid: Taurus, 2003.

[32] Aristóteles Politika. 1253a. No hemos puesto esta cita entre comillas porque es más una lectura de su pensamiento que una traducción exacta de sus palabras. Recomendamos la consulta al original y a varias traducciones. Cabe mencionar que investigadores han encontrado entre los chimpancés y otras especies cercanas a los humanos conductas semejantes a la conducta moral humana.

[33] Habermas P 83

[34] Habermas P 186

[35] Michel Foucault, Defender la Sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, 2000.

[36] Max Weber, Economía y Sociedad. Madrid: Fondo de Cultura Económica de España, 1993,

[37] Por ejemplo es imposible calcular los montos y los retornos de inversiones sin contar con el cumplimiento de los contratos.

[38] Karl Polanyi, La Gran Transformación. Buenos Aires: Quipu Editorial, 2007.

[39] Foucault, Defender la Sociedad. Pp. 45-47, 239.

[40] Las versiones más famosas del contrato social son las de Thomas Hobbes (1588-1679), John Locke (1632-1704), y Jean-Jacques Rousseau (1712-1778).

[41] Foucault, p. 26

[42] P. 27

[43] P. 108

[44] P. 109

[45] La historia y el elogio del historicismo político se despega en la clase de 11 febrero 1976, pp. 111-133.

[46] Ver por ejemplo Michel Foucault, Vigilar y Castigar. México: Siglo XXI, 1998.

[47] No intento aquí comentar el significado de la palabra “poder” en Foucault. Lo comentaré en un libro todavía no publicado con el titulo Beyond Foucault, del cual hay unas anticipaciones en los escritos sobre Foucault en mi sitio Web www.howardrichards.com y en unas charlas mías en You Tube llamadas Against Foucault. Hay en todo caso una abundante literatura fácilmente disponible sobre el concepto de poder en Foucault.

[48] Clase de 11 febrero, por ejemplo en la pagina 114.

[49] Foucault, Defender la Sociedad, p. 241

[50] P. 176

[51] P, 128

[52] P 123 y siguientes.

[53] Pp. 193-4. En las obras de Foucault “nuestra modernidad” se refiere al mundo cuyo nacimiento fue marcado por la revolución francesa y que continúa hasta hoy. Evidentemente sus características ideas e instituciones tenían largos periodos de gestación. No irrumpieron súbitamente desde la nada en Francia en 1789.

[54] P 184 y en toda la clase de 3 de marzo de 1976, pp. 175-196.

[55] Foucault cita a Bréquigny y Chapsal. P 193

[56] Pp. 188-90

[57] P 180

[58] Pp. 139, 142

[59] P 180

[60] Dan Reiter y Allan Stam, Democracies at War. Princeton: Princeton University Press, 2002.

[61] Michel Foucault, Voluntad de Saber. México: Siglo XXI, 1978.

[62] Voluntad de Saber, p. 52.

[63] Michal Kalecki, Aspectos Políticos del Pleno Empleo. www.eumed.net/curscon/textos/kalecki Original inglés: Political Quarterly 1943. 14/4, Pp. 1-9.

[64] La palabra “constitutivas” a mi juicio interpreta el sentido de las fuentes históricas que Foucault analiza, pero no es una palabra que Foucault o Kalecki mismo utiliza. Su sentido y su aplicación son explicados por John Searle en The Construction of Social Reality. New York: Free Press, 1995.

[65] John Maynard Keynes dedica su doceavo capítulo a la confianza. Teoría General de la Ocupación, el Interés, y el Dinero. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005. (1936)

[66] Kalecki formalizó su pensamiento en una teoría política del ciclo de los negocios. “A Theory of the Business Cycle,” Review of Economic Studies. Vol. 4 (1937) pp. 77-97.

[67] Jeffrey Winters, Power in Motion: Capital Mobility and the Indonesian State. Ithaca: Cornell University Press, 1996.

[68]  Edgar Morin,  ¿Hacia el Abismo? Globalización en el Siglo XXI.  Barcelona: Paidos Iberia, 2010;  David Korten, Cuando las Transnacionales Gobiernan el Mundo. Santiago: Cuatro Vientos, 1998.

[69] Las empresas transnacionales fijan donde declarar ganancias por fijar precios de transferencia para ventas de una filial a otra filial, siendo las dos filiales de distintos países pero del mismo dueño. Aproximadamente la mitad de las ventas internacionales son ventas internas de la misma empresa, de un subsidiario a otro. De esta manera se puede producir donde la mano de obra es barata, vender donde hay poder adquisitivo, y pagar impuestos donde los impuestos son bajos.   Aprovechan de los mercados comunes de una manera similar.  Ver Héctor Vega, Integración Económica y Globalidad, América Latina y el Caribe.  Santiago: Ediciones Tierra Mía, 2003;  el Curso de las Naciones Unidas sobre Precios de Transferencia. www.un.org/esa/ffd/wp-content/.../2015TPNota.pdf.; Messaud Mehafdi, "The ethics of international transfer pricing". Journal of Business Ethics, vol. 28 (2000) pp.365-382.

 

[70] Ver las obras de Jeremy Rifkin, Robert Reich, Guy Standing, y Viviane Forrester.

[71] Fareed Zakaria, comentarista de CNN, es típico de los autores contemporáneos quienes plantean que la única democracia legítima es la democracia liberal capitalista. Fareed Zakaria, El Futuro de la Libertad. Madrid: Taurus, 2003.

[72] Por ejemplo, Hannah Arendt y Friedrich von Hayek, obras citadas. Para un comentario crítico a Hayek ver Jorge Vergara Estévez, Mercado y Sociedad. Bogotá: Ediciones Uniminuto, 2015.

[73] Giorgio Agamben, Homo Sacer. Torino: Einaudi, 1995.

[74] Carl Schmitt, La Dictadura. Madrid: Alianza, 1985.

[75] Amartya Sen, Desarrollo y Libertad. Buenos Aires: Planeta, 2000.

[76] Por ejemplo en el capítulo sobre las rentas de la tierra (libro uno, capitulo once) de La Riqueza de las Naciones (varias ediciones).

[77] Pensamos la revolución gloriosa de 1688 como “guerra civil.”

[78] Milton Friedman, Capitalismo y Libertad. Madrid: Ediciones Rialp, 1966.

[79] Richard Cockett, Thinking the Unthinkable. London: Harpercollins, 1994.

[80] Rudiger Dornbusch and Sebastian Edwards (compiladores) The Macroeconomics of Populism in Latin America. Chicago: University of Chicago Press, 2007.

[81] Robert Nozick, Anarquía Estado y Utopía. México: Fondo de Cultura Económica, 1988 y otras obras del mismo autor.

[82] Por ejemplo, Kenneth Arrow, citando a Frank Knight, comienza su libro clásico sobre la economía de bienestar comentando que hoy en día la gente ya no cree en las fuentes tradicionales de autoridad moral. Por eso las decisiones sociales colectivas se hacen o por compras en el mercado o por votos en las elecciones. Kenneth Arrow, Elección Social y Valores Individuales. . Madrid: I.E.F., 1974.

[83] Howard Richards, “Un Concepto de Economía Solidaria: Organización Ilimitada,” http://repensar.cl/organizacion-ilimitada/ El concepto de organización ilimitada fue acuñado por Gavin Andersson.

[84] Simpatizamos con Enrique Dussel, John Dewey y otros quienes consideran que la filosofía y las instituciones deben servir la vida. Dussel y su escuela son resumidos en Juan José Bautista Segalés, . ¿Qué Significa Pensar desde América Latina? Madrid: Akal, 2014. Planteamos reparos frente a las polémicas de Michel Foucault contra el “bio-poder.” Ver n. 47.

[85] Hay silencio que sugiere flexibilidad en el texto citado del segundo libro de Politeia. En otros textos, notablemente Las Leyes, Platón predica una rigidez institucional espantosa.

[86] Amartya Sen y su co-autor Jean Dreze han dado a la frase “acción pública” un sentido más amplio que solamente las acciones del gobierno. Incluye acciones de ONG, sindicatos, filántropos etc. a favor del bien del público.

[87] Margaret Archer, Being Human. Cambridge UK: Cambridge University Press, 2000.

[88] Pierre Bourdieu et Alphonse Passeron, La Reproduction. Paris: Editions de Minuit, 1970.

[89] Immanuel Wallerstein, Impensar las Ciencias Sociales. Mexico: Siglo XXI, 1999.

[90] James Boggs, “The Culture Concept as Theory, in Context,” Anthropology Today. Vol. 45 (2004) pp. 187-209.

[91] Ver el análisis del pensamiento de Jean-Jacques Rousseau en Jacques Derrida, De la grammatologie. Paris: Editions de Minuit, 1967; y la polémica contra el humanismo de Kant al final de Michel Foucault, Les mots et les choses. Paris: Gallimard, 1966.

[92] Roy Bhaskar, The Possibility of Naturalism. Brighton UK: Harvester Press, 1979.

[93] Luis Razeto, ¿Pueden Juntarse la Economía y la Solidaridad? Salamanca: Acción Social Cristiana, 2007 pp. 13-16.. En cuanto al origen de la frase ver la entrevista con Luis Razeto en el sitio www.repensar.cl

[94] Paul Singer, quien dirige la oficina de economía solidaria del gobierno federal de Brasil observa que las primeras manifestaciones de economía solidaria en Brasil aparecieron en comunidades indígenas, y luego las segundas con el auspicio del pastoral social cristiano. Paul Singer, Relaciones entre sociedad y estado en la economía solidaria. Iconos, Revista de Ciencias Sociales. (FLACSO Ecuador). Tomo 2009. Pp. 51-65. Pp. 55-56.

[95] La idea de coupure espistemologique fue acuñada por Gaston Bachelard y luego acogida por Louis Althusser.

[96] Sugiero que su compromiso valórico (ver Luis Razeto, Los Caminos de la Economía Solidaria. Santiago: Ediciones Vivarium, 1993) agrega otra dimensión a los estudios empíricos en el campo de la antropología económica. En este campo los “formalistas” asimilan sus hallazgos a las categorías de la ciencia económica liberal, mientras los “sustantavistas” como Karl Polanyi niegan la validez universal de aquellas categorías, pero no se funda un movimiento social orientado por valores asumidos por sus protagonistas. . Ver Chris Hann and Keith Hart, Economic Anthropology. Cambridge UK: Polity Press, 2011.

[97] Ver por ejemplo Gideon Freudenthal, Atom und Individuum in Zeitalters Newton. Frankfurt: Suhrkamp, 1982.

[98] La crítica al concepto de equilibrio general rebasa los límites de este ensayo. El tema se trata en el sexto capítulo del libro todavía no publicado Howard Richards with the assistance of Gavin Andersson Economic Theory and Community Development. El sexto capítulo se llama “The Imaginary World that Holds the Real World Captive.” Hay borradores disponibles on-line en varios sitios.

[99] Mireya Rodríguez, Gobernar el Siglo XXI: Ciencia y Política para Todos. Tegucigalpa, Honduras: Editorial Guaymuras, 2012.

[100] Ver Oswaldo de Rivero, Los Estados Inviables Madrid: Catarata, 2003.

[101] Ver la discusión del Banco Municipal de Rosario, Argentina, en Howard Richards, Solidaridad, Participación, Transparencia. Rosario: Fundación Estévez Boero, 2008.

[102] Cristian Felber, La Economía del Bien Común. Madrid: Deusto, 2012.

[103] “Prácticas materiales” es una frase acuñada por Fernand Braudel en su estudio de las instituciones económicas anteriores al capitalismo. Fernand Braudel, Las Estructuras de lo Cotidiano. Madrid: Alianza Editorial, 1984.

[104] Se puede considerar el cambio de rumbo de Ludwig Wittgenstein entre sus primeras obras y sus últimas obras como un paradigma ilustrando esta sugerencia trimtab.

[105] Es infinito porque su definición es negativa. Es un conjunto sin límites de formas organizacionales cuyos elementos son todos los que no tienen la calidad de ser empresas con fines de lucro.

[106] José Luis Coraggio, “Los Usos de Polanyi en la Lucha por otra Economía en América Latina,” en Raúl González y Howard Richards (compiladores), Hacia Otras Economías. Santiago de Chile: LOM, 2012; José Luis Coraggio, La Gente o el Capital. Buenos Aires, Espacio Editores, 2004.

[107] José Luis Coraggio, De la Emergencia a la Estrategia. Buenos Aires: Espacio Editores, 2004.

[108] Esta afirmación no se puede comprobar directamente porque las estadísticas oficiales no reconocen la categoría de “economía popular.’ Sin embargo se puede constatar su certeza revisando documentos como el Panorama Laboral Temático 2, publicado por la OIT el 8 de septiembre de 2015.

[109] Thomas Piketty calcula que el valor neto del estado en Francia y el Reino Unido es aproximadamente cero, siendo el valor total de los bienes públicos aproximadamente igual al valor total de las deudas públicas. Thomas Piketty, El Capital en el Siglo XXI. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica, 2014 p. 140, pp. 202-06.

[110] Ver por ejemplo Piketty obra citada pp. 578-80.

[111] John Kenneth Galbraith, La Sociedad Opulenta. Barcelona: Ariel, 1992. Galbraith contrasta la opulencia privada con la miseria pública.

[112] San Ignacio Loyola, Ejercicios Espirituales. Buenos Aires: Patria Grande, 1977. (1522-24)

[113] Estas breves palabras intentan coincidir con la posición matizada y razonable de Anthony Giddens reconciliando la teoría de las estructuras sociales con las acciones deliberadas de los agentes humanos. Anthony Giddens, La Constitución de la Sociedad. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1995.

[114] Para conocer argumentos más completos mostrando como las normas culturales son las causas de los fenómenos de la economía global, ver Howard Richards, Understanding the Global Economy. Delhi: Maadhyam Books, 2000. Está disponible en Internet y como libro electrónico..

[115] De la vasta literatura relevante citamos solamente  Bernardo Kliksberg, Etica para Empresarios.  Buenos Aires: DISTAL, 2013;  y C.K. Prahalad, La Fortuna en la Base de la Piramide.  Barcelona: Granica, 2005.

[116] Douglas Racionzer, All Entrepreneurship is Social Entrepreneurship. Stanford Social Innovation Review. Summer 2014, pp. 38-47.

[117] Michael Porter, Ventaja Competitiva: Creación y Sostenibilidad de un Rendimiento Superior. Madrid: Pirámide, 2002. Cuentan con ventajas en negociaciones con sus proveedores y sus compradores, hay barreras contra la entrada de nuevos competidores, hay pocos o ningun sustituto de su producto, y/o el carácter oligopólico de su industria las proteje de feroz competencia en materia de precios.

[118] Peter Diamandis and Steven Kotler, Abundance: The Future is Better than you Think. New York: Free Press, 2012.

[119] Sin embargo Robert Reich, Vandana Shiva y otros luchan para conseguir para las mayorías mayor acceso a los beneficios de la propiedad intelectual de las tecnologías avanzadas. Ver por ejemplo su Saving Capitalism: for the Many not the Few. New York: Knopf Doubleday, 2015. Capitulo 4;  Vandana Shiva, Stolen Harvest.  Cambridge MA: South End Press, 2000.

[120] Además de Diamandis y Kotler y las muchas obras que ellos citan, conviene consultar las obras de Buckminister Fuller y sus muchos seguidores. La idea de “trimtab” es de Fuller.

[121] Aunque P y D ostentan representar números, este análisis es mas retórico que matemático. Un análisis exacto tendría que ser más complicado.

[122] Ver en línea las discusiones de excedente y excedente de consumidor (consumer surplus) en Wikipedia y otras Fuentes.

[123] La idea de rentabilidad normal (normal profit) y la idea de consumer surplus originaron con Alfred Marshall.

[124] Gracia Navarro Saldaña, Moralidad y Responsabilidad Social: Bases para su Desarrollo y Educacion. Concepcion: Universidad de Concepcion, 2012; John Gibbs, Moral Development and Reality. Oxford: Oxford University Press, 2014.

[125] Federico Schiller, Cartas sobre la Educacion Estetica del Hombre. Madrid: Anthropos, 1990.

[126] Jean Piaget, El Criterio Moral en el Niño. Barcelona: Fontenella, 1983.

[127] La palabra “nivel” alude a los instrumentos que han sido confeccionados para medir el desarrollo moral y socio-emocional, por ejemplo el Defining Issues Test de James Rest, y el Social Emotional Assessment/Evaluation Measure (SEAM).

[128] Samuel Bowles, The New Economics of Inequality and Redistribution. Cambridge: Cambridge University Press, 2012. Capítulo cinco.

[129] Michael Herb, “No Representation without Taxation? Rents, Development, and Democracy.” Comparative Politics. Volume 37 (2005) pp. 297-316.

 

[130][130] Ver Erik Lundberg (1985), The Rise and Fall of the Swedish Economic Model Journal of Economic Literature. Volume 23 (1985) pp. 1-36; Howard Richards and Joanna Swanger, The Dilemmas of Social Democracies. Lanham MD: Rowman and Littlefield, 2006, capítulos 5-8.

[131] John Maynard Keynes solía decir que puesto que nadie sabe cómo reconciliar las bondades del capitalismo con sus defectos cada país debe tener la libertad de experimentar con aquellos modelos novedosos que le parezcan prometedores. J.M. Keynes, National Self-Sufficiency. Yale Review Volume 22 (1933) pp. 755-769.

[132] En la terminología de Marshall y otros son las rentas que no entran en el costo de la producción. Alfred Marshall, On Rent, The Economic Journal. Volume 3 (1893) pp. 74-90.

[133] Hay más detalles en Howard Richards, La Posibilidad y la Necesidad de la Economía Solidaria, disponible en www.repensar.cl.

[134] La opinión contraria, que no existe tal insuficiencia, es criticada implícitamente por Paul Krugman en El Retorno de la Economía de la Depresión. Madrid: Crítica, 2010; y explícitamente en mi publicación próxima Economic Theory and Community Development. La historia de la controversia de si existe o no, es tratada por Joseph Schumpeter en su Historia del Análisis Económico. Barcelona: Ariel, 2008.

[135] Ver la Revista de Desarrollo Comunitario publicado en español por Oxford University Press. Hay manuales prácticos mostrando paso a paso cómo movilizar recursos locales, entre otros Gavin Andersson and Howard Richards, Unbounded Organizing in Community. Lake Oswego OR: Dignity Press, 2015; John Kretzman and John McKnight, Building Community from the Inside Out: a Path toward Finding and Mobilizing a Community’s Assets. Evanston IL: Asset Based Community Development Institute, 1993; El Enfoque ABCD de Desarrollo Comunitario. http://www.madrimasd.org/blogs/salud_publica/2011/01/03/132305