ESTACIÓN CINCUENTA Y NUEVE - ENCUENTRO CON MARÍA MONTESSORI, ENRIQUE PESTALOZZI Y RUDOLF STEINER

ESTACIÓN CINCUENTA Y NUEVE

ENCUENTRO CON MARÍA MONTESSORI, ENRIQUE PESTALOZZI Y RUDOLF STEINER

 

El atajo que tomamos era muy estrecho y presentaba bifurcaciones, por lo que en un momento nos detuvimos perplejos, intentando discernir por dónde aparecería la explanada novena que buscábamos.

De pronto escuchamos una voz de mujer que decía: “Se entra por este lado”.

Traté de distinguir quién era la mujer que nos indicaba el camino, pero en la dirección de su voz salía el Sol que deslumbraba mi vista. Miré al Maestro, quien adivinando mi pregunta la respondió en términos didácticos:

La que ahí se encuentra es un alma sin duda bondadosa, que no ha esperado nuestra demanda para indicarnos el camino, sino que se ha adelantado a atender nuestra necesidad de orientación.

No hace como tantos que viendo a alguien necesitado de ayuda, se deja rogar y espera que le suplique antes de atenderlo. Vamos, pues, a su encuentro”.

La mujer nos condujo hasta un boquete que para atravesarlo tuvimos que agacharnos. Ya en el otro lado, mientras admirábamos una inmensa explanada llena de vida y de alegría, la mujer nos dijo:

 

Max Liebermann

 

La entrada es estrecha, por lo que no son muchos los que se atreven a ingresar a este lugar; pero los que se atreven son recompensados ampliamente por las experiencias que aquí se viven y comparten. Permítanme presentarme y explicarles lo que aquí van a encontrar”.

No podríamos desear algo mejor y no tengo palabras para expresarle cuánto agradecemos su generosidad” – le respondió mi Maestro.

Como podrán ver – comenzó a explicar la mujer – en estas escuelas hay miles de almitas de niñas y niños felices, que juegan, conviven y aprenden en un ambiente de libertad y de amor.

Encontrarán en esta explanada diversos tipos de escuelas, que han sido llamadas ‘alternativas’ porque no siguen las normas y pedagogías convencionales.

Pero antes de contarles más, permitan que me presente, sin falsa modestia. Soy María Montessori, la primera mujer italiana que se doctoró en medicina. Fui psiquiatra, bióloga, antropóloga y educadora.”

 

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Es para mí un honor inmenso conocerla. – le dije, agregando: – Por cierto, sus métodos pedagógicos los conozco y los admiro.

Entonces, sólo me cabe invitarlos a que recorran el lugar. Aquí encontrarán una gran variedad de experiencias educacionales interesantes. Entre tantos pedagogos que hay aquí, les recomiendo especialmente que busquen a Enrique Pestalozzi y a Rudolf Steiner”.

Yo soy italiano – intervino Dante –, y abandoné el mundo mucho antes que usted, por lo que a diferencia de mi compañero no tengo conocimiento de su obra. Le ruego que me ilustre”.

Al escuchar a mi Maestro sentí vergüenza por mi atrevimiento de decirle a la insigne creadora que ya conocía su obra. Pero mi intención no fue sino mostrarle que sabía algo de su pedagogía y que la admiraba.

Con gusto lo hago” – respondió la sombra de María Montessori a la sombra de Dante Alighieri. “En mi trabajo psicológico y educativo descubrí que las cualidades que enaltecen al hombre y a la mujer adultos, se encuentran espontáneamente ya en los niños y niñas, si bien precisan ser desarrolladas.

Ellos aman, son imaginativos y creativos, son solidarios, son libres, son curiosos, observadores, críticos, inteligentes y racionales. Se debe absolutamente respetar esas cualidades y facilitarles desde pequeñitos los medios para desarrollarlas.

El carácter, la fuerza moral y la personalidad, están presentes desde la primera infancia aunque deben ser desarrolladas. Se debe respetar el derecho del niño a protestar y opinar.

 

George Brown

(George Brown)

 

No se trata de aplicarles un método pedagógico, sino del descubrimiento del hombre y la mujer, en el niño y la niña. Pues es el mismo niño quien forma al joven y al adulto, con sus buenas o malas características. El niño es el padre del hombre.

La mente del niño posee una capacidad maravillosa de absorber conocimientos. Son como una esponja, con la diferencia de que la esponja tiene una capacidad de absorción limitada, mientras que la mente del niño es infinita.

Yo formulé una consigna, que expresa el deseo del niño: ‘Ayúdame a hacerlo solo’. Esa es la esencia de la pedagogía. Hay que favorecer la autonomía desde los primeros años.

El adulto interviene cuando el niño pide ayuda. Y lo guía, tratando de cultivar la responsabilidad, el amor y buenos hábitos.

Además, es importante el ambiente en que se desarrolla el aprendizaje. Belleza, orden, espacios luminosos y cálidos, que incluyan plantas, arte, música, libros”.

Recorrimos enseguida varias escuelas Montessori, en las que apreciamos la aplicación de la filosofía pedagógica de su fundadora.

Allí nos informaron en qué sector de la explanada podríamos encontrar a don Enrique Pestalozzi y sus escuelas, un educador suizo del siglo XVIII, que aplicó principios de la Ilustración a la pedagogía.

 

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Lo encontramos en una sala donde, rodeado de maestras y maestros, se refería a los principios de una buena educación.

A los niños – decía – no se les deben proporcionar conocimientos ya elaborados, sino darles la oportunidad de que los descubran por sí mismos.

Y no se trata solamente de conocimientos, pues el objetivo es el desarrollo integral. Esto incluye formar el ‘hombre moral’, que hace el bien, que ama a sus semejantes, que tiene fe, que deja a un lado el egoísmo.

La formación moral sólo puede lograrse en un ambiente de libertad, porque la moral es ejercicio de la libertad, opción por el bien, y no puede ser obligada ni impuesta, porque ya no sería moral, sino obediencia o disciplina.

La educación integral implica también la formación del intelecto y de la sensibilidad. El conocimiento humano comienza siempre con la intuición sensible, y a partir de ella se forman las ideas más generales.

Entonces, la educación intelectual debe seguir el mismo proceso, de lo particular a lo abstracto, de lo simple a lo complejo.

Y no hay que descuidar la educación física, el desarrollo corporal como medio de fortaleza y de resistencia.

 

FRANCISCO DE GOYA

(Francisco de Goya)

En cuanto a la metodología, lo esencial son las actitudes, no las herramientas. Para educar a una persona hay que amarla. Nuestra influencia llega sólo hasta donde llega nuestro amor.

Un niño que no se siente querido, difícilmente puede ser educado. Y en todo el proceso de formarlo, es preciso respetar lo que indica la naturaleza de las cosas y de las personas.

La educación es el desarrollo natural, progresivo y sistemático de todas las facultades. Si no se respeta la naturaleza, tarde o temprano se vengará de todo lo que hagamos en su contra”.

Cuando Pestalozzi terminó la lección no pudimos conversar con él porque su sombra se confundió con las de miles de maestros y maestras que lo siguieron . Pero sí pudimos apreciar varios colegios en los que se aplicaba la pedagogía pestalozziana.

No nos fue difícil encontrar y recorrer después las Escuelas Waldorf, porque eran muchas. Pero por el mismo motivo, fue bastante difícil encontrar la sombra de su fundador, Rudolf Steiner.

 

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La encontramos finalmente en una escuela donde niños y niñas, de tres edades diferentes, en espacios separados, realizaban distintas actividades.

Conversando con Steiner, nos explicó que la infancia pasa por tres fases de base genética, de siete años cada una, que requieren pedagogías distintas.

En los primeros siete años de vida – nos dijo –, los niños son grandes experimentadores y tienen la tendencia a imitar lo que observan. Por eso deben ser dejados en libertad de moverse, de jugar, de imitar. El aprendizaje está basado en sus sentidos, especialmente la vista y el oído”.

Y en efecto, vimos en la sección de los pequeñitos que jugaban, corrían, paseaban en la naturaleza, se subían a los árboles. Y las maestras les contaban cuentos, los hacían pintar libremente lo que veían a su alrededor.

A partir de los siete años y hasta cumplir los catorce – nos explicó Steiner –, el niño adquiere muchos conocimientos y desarrolla la imaginación y la creatividad.

La información que se les ofrezca no debe ser abstracta, sino vívida, con más imágenes que conceptos. Es importante un enfoque artístico y las actividades prácticas, como pequeños experimentos físicos, químicos y biológicos”.

Mientras Steiner nos iba explicando sus ideas, nos acompañaba por las secciones de la escuela, de modo que nosotros teníamos la experiencia directa de las ideas abstractas que nos iba explicando.

Me pareció que nos aplicaba a nosotros, ya viejos, la misma metodología que empleaba con los niños.

En los siete años siguientes, que son de adolescencia, ahí es necesario desarrollar la capacidad de pensamiento abstracto y el juicio conceptual, el intelecto, la razón, y la ética, incluyendo asumir responsabilidades en la comunidad”.

Una vez que concluimos el recorrido por las secciones del colegio Waldorf, su fundador nos invitó a caminar por el campo. Allí nos ilustró sobre su filosofía, que llama ‘antroposófica’, la cual está a la base de su pedagogía.

El ser humano – nos dijo – es un todo, que va desplegando en el proceso de su vida los aspectos físicos, sensitivos, emocionales, sociales, cognitivos y espirituales que componen su personalidad. Somos cuerpo, mente y espíritu.

En consecuencia, la educación debe ayudar a que los niños lleguen a ser hombres y mujeres libres, con su propia identidad espiritual.

 

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(Nicolai M.Pozdneev)

 

Yo considero necesario que la escuela esté inserta en un contexto natural, donde se expresa la diversidad de la vida; en un contexto cultural, donde se aprecie la riqueza de las expresiones artísticas, literarias y científicas; y también en un contexto espiritual, donde se manifieste la diversidad de tradiciones religiosas y espirituales”.

Una vez que terminamos la conversación con el espíritu de Rudolf Steiner, visitamos muchas otras escuelas, advirtiendo la existencia de múltiples experiencias que proponen variantes y combinaciones de las ideas de los tres pedagogos que conocimos.

Visitamos ‘Escuelas Libres’, ‘Escuelas Nuevas’, ‘Escuelitas Felices’, ‘Círculos de aprendizajes’, ‘Escuelas Pikler’, ‘Escuelas Democráticas’, ‘Escuelas Reggio Emilia’, y numerosos sistemas pedagógicos de ‘Home Schooling’ y ‘Educación en el Hogar’.

El recorrido fue para mí no sólo de gran interés, sino de muy importantes aprendizajes, siendo quizás el principal, que lo que se ha de enseñar se conecte con lo que los niños naturalmente buscan y persiguen.

Cuando ya salíamos de la novena explanada, mi Maestro hizo notar que niños formados en los métodos pedagógicos que conocimos, seguramente crearían después, en su juventud y adultez, comunidades y sociedades extraordinariamente creativas, libertarias y solidarias.

 

Luis Razeto

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