IX. A POCOS KILÓMETROS DE DISTANCIA

IX.


A pocos kilómetros de distancia, en la sala de reuniones del Departamento de Informática del Consorcio CONFIAR, Gerardo Cosmisky, Mabel Hinojosa, Henry Salaberry, Amalia Sánchez y Luis Miguel Soto se reunían para informarse mutuamente sobre los estados de avance de las tareas que les había encomendado Tomás Ignacio Larrañiche. Se notaban cansados, como si hubieran dormido muy poco durante días, pero se veían sonrientes, satisfechos por los avances realizados.

Mirando a Henry Salaverry, Cosmisky dio comienzo a la reunión:

— Empecemos por el software.

Henry había preparado una serie de diapositivas con los resultados de su trabajo. La primera indicaba el título de la presentación:

REQUERIMIENTOS DE UN SISTEMA DECISIONAL DESCENTRALIZADO, PARTICIPATIVO Y RETRO- ALIMENTADO CON MÚLTIPLES USUARIOS OPERANDO SINCRÓNICA Y DIACRÓNICAMENTE

Enseguida comenzó a explicar:

— Como ustedes saben, la elaboración de cualquier programa informático requiere, como requisito previo sin lo cual es imposible trabajar, tener absoluta claridad sobre lo que el comitente desea realizar y obtener con él. ¿Cuál es el problema que se quiere resolver con el sistema? ¿Qué se espera que éste realice? Por eso, mi primera actividad fue contactar a don Tomás Ignacio Larrañiche, solicitándole primero por correo electrónico que me ilustrara al respecto. Me respondió que prefería hacerlo personalmente. Me recibió en su despacho, pero solamente pudimos conversar durante quince minutos.

— ¡Qué bien! ¿Y qué fue lo que lograste aclarar?— preguntó Cosmisky,

— En realidad, muy poco más de lo que ya nos explicaste en la reunión anterior. Se extendió bastante explicando el requerimiento general, y luego me dijo que esperaba que yo mismo junto a ustedes precisáramos los requerimientos que debiera tener el sistema, contando con que habíamos comprendido el espíritu de lo que él desea. Trabajando después sobre esa observación, llegué a concebir que, en síntesis, se trata de tener un sistema informático que cumpla las especificaciones que pueden ver en esta segunda diapositiva.

REQUERIMIENTOS DEL SISTEMA

* Debe poder ser empleado por un número indefinido pero muy grande de usuarios.

* El sistema debe conectar a los usuarios en una red general y en varias sub-redes pre-establecidas y/o que los propios usuarios determinen.

* La red y cada sub-red deben tener uno o varios administradores o coordinadores. Los usuarios pueden proponer a las personas que cumplan la tarea de administradores y coordinadores y designarlas por mayoría de votos.

* Los usuarios deben poder entrar al sistema e informarse de todo lo que contiene, durante un periodo de tiempo predeterminado.

* Los administradores y/o los coordinadores, en su correspondiente nivel (red o sub-redes) tienen la facultad de plantear temas, preguntas, debates, y someter asuntos a la decisión de los usuarios.

* Todos los usuarios, durante un período de tiempo previamente establecido, deben poder diacrónicamente formular preguntas, entregar antecedentes e informaciones, proponer respuestas y soluciones, y sobre cada una de las alternativas, indicar las ventajas y desventajas, las dificultades y las potencialidades, los costos y los beneficios esperados, etc.

* Conectados sincrónicamente en horarios pre-establecidos, los usuarios pueden debatir e intercambiar opiniones, con el objetivo de alcanzar acuerdos. Cuando hay opiniones o propuestas diferentes, los usuarios pueden dirimir mediante el ejercicio del voto.

* Sobre los temas y/o las preguntas planteadas, el sistema debe posibilitar que los usuarios tomen una decisión final, o la posterguen en espera de más antecedentes.

— Como pueden ver— continuó explicando Henry— lo que quiere nuestro senador Larrañiche es, como puse en el título, un sistema que permita analizar cuestiones y tomar decisiones, de manera descentralizada y participativa, en el que puedan participar todos los ciudadanos, pudiendo éstos entregar y recibir información conectados a la red e interconectados sincrónicamente durante períodos de tiempo predefinidos.

— ¿Y cómo vez la posibilidad de que un sistema así pueda realizarse?— intervino Amalia Sánchez con evidente entusiasmo.

— En informática todo se puede hacer. Nada es imposible, y todos estos requerimientos de hecho existen, aunque disgregados en distintos programas. Integrarlo todo en un sistema único no es difícil, aunque tampoco es algo que se haga en un tiempo muy breve. Depende de cuántos programadores puedan ponerse a trabajar en ello. Pero en principio, no hay problemas.

— ¿Tienes alguna idea?

— Pues, me parece que hay que crear un Blockchain.

— ¿Qué es eso?

— Una cadena de bloques informáticos integrados en una gran base de datos compartida por múltiples usuarios formando una red de redes.

— Suena interesante— agregó Amalia. —Se me ocurre que podríamos crear una red de programadores voluntarios, que es el modo en que se han creado muchas de las mejores aplicaciones.

Henry Salaberry tenía algo más que agregar:

— Como dije, crear el programa es posible, y estoy de acuerdo en que se puede crear en la modalidad de open source, como dice Amalia. Pero veo un asunto que hay que considerar también, cada vez que se crea un programa.

Amalia Sánchez, la experta en seguridad, levantó la mano, y sin esperar que le dieran la palabra afirmó:

— Ahí hay un problema que se relaciona con mi área de trabajo. Ni open source ni una red de programadores. Eso haría muy vulnerable el sistema, y por el tema que me han encargado, entiendo que se quiere un sistema invulnerable. Bueno, invulnerable creo que nada en informática lo es; pero habrá que resguardarlo de modo que sea verdaderamente difícil que alguien pueda hackearlo o interferir en los flujos de información y en las decisiones que adopten los usuarios. Pero sobre esto me referiré en mi turno.

—Muy bien— acotó Cosmisky— Decías Henry que hay otro asunto que tener en cuenta.

— Sí. Me refiero a que, además de lo que espera del programa el comitente, hay que considerar muy cuidadosamente quienes serán los usuarios del sistema. Porque son los usuarios los que, valga la redundancia, usarán el software. No hay que pensar en personas como nosotros que somos especialistas en la materia, sino en las personas comunes y corrientes que manejan poco las computadoras y las aplicaciones informáticas. Aunque en esto ha habido un gran desarrollo en las últimas décadas, operar como usuario un programa con los requerimientos que he descrito no resulta fácil ni siquiera para personas bien alfabetizadas en la informática. Creo que hacer un programa que cumpla con todas los requerimientos indicados es relativamente fácil. Lo difícil será crear algo tan manejable como para que todos los ciudadanos puedan aprovechar sus capacidades.

La conversación sobre lo presentado por Henry continuó por varios minutos. Todos se mostraron muy interesados, comprendiendo las potencialidades democratizadoras que tenía un sistema como ese. Pero estaban todavía las presentaciones de las otras personas presentes, por lo que Cosmisky le preguntó a Henry:

— ¿Hay algo más que tengas que exponer?

— Sí. Tengo todavía una diapo. Es esa figura en la que he representado algunos avances que he hecho en el análisis y diagramación de los flujos de información, de las bases de datos, de las tablas, los campos, los enlaces y otros aspectos marcadamente técnicos.

Cuando Henry dió por terminadas las explicaciones de la figura y respondido las consultas, Cosmisky dió paso a las otras exposiciones.

La reunión se prolongó por tres horas. Todos habían hecho importantes avances en sus respectivas tareas. Al finalizar la reunión estaban cansados, pero entusiasmados, conscientes de que estaban participando en la creación de un mundo nuevo, de eso que le habían escuchado decir alguna vez a Juan Solojuán: una nueva civilización.

Se había hecho tarde y ya oscurecía. Pero decidieron caminar hasta el Restaurante don Rubén que quedaba a un par de kilómetros de distancia, y compartir allí una pizza y cervezas. Se lo merecían.


 

Al llegar al restaurante reconocieron a Antonella que esperaba en la puerta. La habían conocido en los tiempos en que Juan Solojuán dirigía CONFIAR. Se saludaron e intercambiaron las habituales preguntas que se hacen los amigos cuando no se ven desde hace tiempo.

Tres minutos después el automóvil de Matilde Moreno se detuvo frente al grupo que ocupaba la vereda a la entrada del restaurante.

— Ahí está Antonella. Y veo a Cosmisky y otros jóvenes que conocí en CONFIAR. Me bajaré a saludarlos.

— También yo— acotó Ambrosio, sorprendiendo a Matilde que no lo conocía tan proclive a establecer relaciones sociales.

Se saludaron y presentaron a los que no se conocían. Estaban en eso cuando apareció Alejandro, curioso y algo inquieto al ver que tanta gente se había juntado alrededor de su novia. Se tranquilizó al comprobar que eran todos amigos y buenas personas.

— Es hora de que vayamos— dijo Matilde a Antonella unos minutos después. — ¿Vienes también, Alejandro? Estás también invitado ...

— Le agradezco mucho, pero no puedo. Estoy atendiendo el restaurante.

— ¡Cómo así! – dijo Henry sorprendido. – ¡Eres miembro del Consejo Directivo Central del CCC y todavía trabajas como mozo en el restaurante!

— ¿Y qué creías? ¿Que los miembros del Consejo dejamos de trabajar y nos aprovechamos del cargo? Nos reunimos cada quince días, y dedico casi todas las mañanas a estudiar la información que nos llega y a prepararme para los temas que tratamos en el Consejo. En horario vespertino sigo trabajando en nuestro restaurante, igual que antes.

— Eso me parece extraordinario y me encanta saberlo — comentó Amalia.

Ambrosio sorprendió nuevamente a Matilde cuando dijo:

— Podríamos un día encontrarnos con más tiempo para compartir. Tal vez un sábado.

Todos asintieron con entusiasmo. Sin embargo concordaron en que no podía ser antes de un mes, pues estaban todos sumamente ocupados en este período. Fijaron una fecha tentativa, por confirmar, e intercambiaron sus números de contacto. Después se despidieron cariñosamente. Matilde, Antonella y Ambrosio subieron al auto mientras Alejandro acompañaba a los informáticos de CONFIAR al privado del restaurante.

Ninguno se dió cuenta de que un joven con chaqueta negra, desde el ingreso de un local cercano, los fotografió repetidamente con su IAI.


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