EVANGELIO LAICO SEGÚN FELICIANO - de Luis Razeto y Pasquale Misuraca

Título: EVANGELIO LAICO SEGÚN FELICIANO

Autores: Luis Razeto Migliaro - Pasquale Misuraca.

ISBN: 978-956-353-008-7

Ediciones UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN - Santiago de Chile, 2017.

Edición impresa en papel: Amazon: https://www.amazon.com/-/es/gp/product/B076DJVWYB/ref=dbs_a_def_rwt_hsch_vapi_tkin_p3_i11

Todos los derechos reservados por los autores.

 

PRESENTACIÓN DEL LIBRO por Luis Razeto.

 

Pasquale Misuraca y yo hemos conversado más de una vez sobre la naturaleza del Evangelio Laico Según Feliciano que escribimos juntos. Ambos co-autores coincidimos en que se trata de una obra literaria de tipo surrealista, que hunde raíces y se fundamenta en el estudio de los Evangelios atribuidos a Marcos, Mateo, Lucas y Juan, los cuales recogen los recuerdos y relatos transmitidos oralmente por sus discípulos y por los primeros cristianos a lo largo de un siglo después de la muerte de Jesús de Nazareth.

Ambos co-autores somos admiradores fervientes de Jesús, que hemos leído y reflexionado a profundidad los Evangelios. Nos diferenciamos, sin embargo, en algo esencial: Pasquale Misuraca es agnóstico o ateo, y yo me reconozco cristiano. No ha de sorprender, en consecuencia, que difiramos en el modo en que entendemos una obra que - esto sí puede sorprender - escribimos realmente juntos, frase por frase, capítulo por capítulo.

Espero resumir bien lo que piensa Pasquale Misuraca de nuestro Evangelio Laico, diciendo que lo considera no sólo una obra literaria sino también una interpretación filológica rigurosa de los Evangelios, que descubre y busca mostrar la personalidad y las enseñanzas de Jesús depurándolos de todos aquellos elementos imaginarios, apologéticos y doctrinarios integrados a los textos por los discípulos y los primeros cristianos.

Por mi parte, me importa sostener que nuestro Evangelio Laico no es en realidad una interpretación filológica de los Evangelios, y siempre he dicho que no tiene pretensión teológica alguna. Enfatizo, en consecuencia, que se trata de una obra de ficción, en la que efectivamente tratamos de mostrar algo de la personalidad humana de Jesús y aspectos esenciales de su enseñanza moral y espiritual.

Pero he creído y pensado siempre, ya mientras lo escribimos, que nuestro Evangelio Laico es una obra de concepción cristiana, profunda y auténticamente cristiana, en un sentido que se me ha ido haciendo más claro cuanto más lo pienso.

Creo que Misuraca podrá coincidir conmigo en que al escribir esta obra estábamos verdaderamente inspirados, si bien será natural que atribuyamos un significado diferente a la palabra inspiración, que puede entenderse como poética, o de sabiduría, o espiritual, sin que estos términos - que no me atrevo a definir - sean excluyentes entre sí.

Lo que pienso es que en Evangelio Laico Según Feliciano quedó plasmado, además de lo que ya dije sobre la personalidad y la enseñanza de Jesús, aquello que “en cualquier lugar y en cualquier época” (tal como efectivamente comienza nuestro texto), sería, o pudiera ser, el sentir, el pensar y el actuar de un auténtico cristiano, esto es, de un hombre o de una mujer que se haya identificado íntimamente con Jesús, y que como Pablo de Tarso pueda decir: "Ya no vivo yo, es Él que vive en mí" (Gálatas, 2,20). Por eso en el capítulo La Resurrección no mostramos a Jesús saliendo vivo del sepulcro sino apareciéndose a Pablo y a éste, transformado por ese encuentro, partiendo a realizar, a continuar, el proyecto de  Jesús.

Nuestro Jesús es, pues, un hombre o una mujer que piensa con absoluta honestidad, que actúa con entera fraternidad, que es fiel a su vocación personal; que se compromete con lo bueno, con lo verdadero, con lo bello; que busca la paz, la justicia y la unidad; que se esfuerza en hacer siempre la voluntad de Dios tal como la descubre en su propia conciencia interior.

Ese es el Jesús adolescente, joven y adulto de nuestro Evangelio Laico según Feliciano, al que vemos formulándose las preguntas más importantes, analizando la realidad con atención, y pensando en qué hacer para mejorarla y transformarla; que se relaciona con las personas y con la naturaleza con sabiduría; que construye comunidad; que enseña lo que conoce y lo que piensa, sin imponer a nadie sus propias convicciones; que trata de sanar a los enfermos del cuerpo, de la mente y del alma; que descubre y denuncia a los hipócritas; que se esfuerza en liberar a las masas que han sido sometidas por intelectuales y políticos que engañan y dominan; que concibe, proyecta y da comienzo a la creación de una nueva civilización, de personas y comunidades de conocimiento, creativas, autónomas y solidarias, en el lugar y en el tiempo en que se encuentre.

Ese es, creo yo, el Jesús de nuestro Evangelio Laico Según Feliciano; un ideal humano y cristiano al que, una vez que lo visualizamos y comprendemos, nos podemos aproximar.