Capítulo 9. INFORMACIÓN, INTELECCIÓN Y COMPRENSIÓN

Para que se entienda mejor lo que son estas ‘aplicaciones’ de la Teoría Económica Comprensiva, conviene establecer con claridad la diferencia entre informarse, entender y comprender, que corresponden a niveles muy distintos en cuanto a la amplitud y la profundidad del conocimiento. Cuando hablamos de teoría económica ‘comprensiva’, nos referimos al nivel del conocimiento que llamamos ‘comprensión’.

La información - el primer nivel del conocimiento - consiste en la captación, acumulación y procesamiento de datos, sobre aspectos particulares de la realidad. Informaciones son, por ejemplo, el registro de las pulsaciones por minuto del corazón; las respuestas registradas en encuestas de opinión pública; los datos sobre las variaciones de precios en los mercados. Caminando por las calles recabamos cotidianamente mucha información sobre objetos, personas, actividades, lugares, precios, etc.

Las informaciones son consideradas objetivas, en cuanto son datos sobre cosas y procesos que pueden ser observados con los sentidos y verificados empíricamente. La objetivación de las informaciones se aprecia en el hecho de que hay numerosos y variados instrumentos de captación y registro de datos que funcionan independientemente del sujeto cognoscente, en procesos puramente físicos y tecnológicos. Así, las informaciones sobre el clima (temperatura, humedad del aire, presión atmosférica, velocidad del viento, etc.) que antiguamente eran captadas solamente por nuestros sentidos de la vista, el oído y el tacto, son actualmente captadas con mayor precisión por instrumentos de medición instalados en lugares distantes o que se desplazan en la atmósfera. Lo que ocurre en nuestro cuerpo (desde la presión de la sangre y la presencia de microorganismos hasta el adn y los genes) es registrado por instrumentos de alta precisión. Las operaciones de comercio y las variaciones de los precios de las acciones en las bolsas son registradas automáticamente por sistemas informáticos.

Es impresionante el incremento acelerado de las informaciones registradas, acumuladas y procesadas tecnológicamente. Prácticamente todo lo que las personas hacen, dicen, miran y fotografían, es registrado y se acumula en enormes sistemas tecnológicos. La multiplicación de los instrumentos que captan datos de todo tipo sobre todo lo que ocurre en la Tierra y el universo, desde las micropartículas hasta los macrofenómenos cósmicos, en la meteorología, la genómica, la producción, el comercio y las finanzas, hacen que hoy todo quede registrado, acumulado y procesado informáticamente, en una gigantesca memoria tecnológica (la llamada Big Data).

El principal tratamiento que se hace de esta multitud de datos es cuantitativo. La información suele organizarse en parámetros y variables, que se relacionan unos con otros estableciendo las proporciones y variaciones concomitantes y recíprocas. Pero la información también es acumulada y transmitida con palabras e imágenes, estáticas o dinámicas.

El procesamiento de la información que hasta hace no demasiado tiempo era realizado por la mente humana, es actualmente ejecutado también por instrumentos tecnológicos. Así los datos captados por los instrumentos que fotografían, registran y miden las variables atmosféricas son transmitidos directamente a otros instrumentos, que los procesan también tecnológicamente y emiten informes sobre las condiciones del tiempo y sus cambios previsibles. Igualmente, toda la información económica es procesada por computadoras y puesta a disposición de quienes se interesen por ella en las redes informáticas. La prensa, la televisión y la internet ofrecen actualmente muy amplia y refinada información económica, que es asumida por los operadores económicos que toman decisiones en base a ella. Incluso ocurre que son las máquinas electrónicas mismas las que, debidamente programadas, toman decisiones por los sujetos, como ocurre actualmente en las operaciones especulativas en las bolsas de valores en base a los llamados ‘análisis técnicos’ que evalúan las tendencias de las variaciones de los precios en el momento en que ocurren, o sea constantemente, y que deciden la compra y venta de acciones de acuerdo a programas automáticos. (En este nivel opera la llamada ‘inteligencia artificial’)

La intelección – el segundo nivel del conocimiento - comienza en la información, pero no se limita a su captación y procesamiento cuantitativo. La intelección implica la elaboración y la aplicación de conceptos e ideas abstractas, que son generados por el sujeto cognoscente en base a procedimientos de abstracción, de inducción y deducción, de análisis y síntesis, a partir de los datos obtenidos en los procesos de información.

En la intelección, las ideas y conceptos son relacionados unos con otros, constituyendo hipótesis, teorías y ciencias, que nos permiten cierto conocimiento de las estructuras de la realidad, de sus procesos y de sus racionalidades. En este nivel, que es el de las ciencias empíricas, incluyendo entre ellas la economía, se identifican y se explican las relaciones que se dan entre los datos e informaciones que han sido proporcionados por los órgamos sensoriales y los instrumentos técnicos.

Este conocimiento intelectivo se comunica y acumula en libros y en revistas científicas de todo tipo, que quedan a disposición de los interesados en formatos digitales a través de la internet. Es un conocimiento que puede ser enseñado y aprendido. Pero conocimientos intelectivos propiamente tales ocurren exclusivamente en la mente de las personas individuales, mientras que aquello que se consigna en las revistas o en los medios digitales, estando en ellos, podemos considerarlo para nosotros, todavía como información acumulada.

Cuando los estudiantes, profesionales o personas en general, estudian una materia correspondiente a una disciplina o ciencia, y entienden los conceptos, hipótesis y teorías que aprenden, han accedido a este nivel del conocimiento que llamamos ‘intelección’. Eso que han inteligido es lo que pueden después aplicar, comunicar y enseñar.

A nivel colectivo, o sea como humanidad, no cabe duda de que el conocimiento intelectivo está experimentando también una enorme expansión, que se aprecia especialmente en el avance de las ciencias físicas, biológicas, económicas y sociales. Se observa cómo el conocimiento intelectivo se ha ido especializando y diversificando crecientemente, en disciplinas y sub-disciplinas cada vez más particulares y detalladas.

La comprensión - el tercer nivel del conocimiento - es un grado superior del conocimiento, más avanzado que el que proporcionan las ciencias empíricas. La comprensión se alcanza a través de intensos procesos de reflexión y meditación que las personas realizan sobre las informaciones y sobre los conocimientos previamente adquiridos. La comprensión se obtiene cuando se capta el lugar de cada información y conocimiento, y la relación que tienen ellos, en la totalidad compleja y plural de la realidad de la que forman parte. Identificar lo que tienen en común y comparten con otras realidades, y lo que las diferencia, distingue y hace únicas, es entrar ya al nivel de la comprensión de la realidad.

Pero no es solamente eso. La comprensión de una cosa, de una persona, de una situación o de un hecho, implica valorarlos en lo que significan en función de los fines inherentes a esa cosa, persona, situación o hecho; y apreciar la dirección en que se mueve y avanza o retrocede, y su distancia y su aproximación a sus fines. La comprensión incluye un juicio ético y estético, la apreciación de los principios y los valores comprometidos en aquello que se ha conocido.

La ‘economía comprensiva’ busca, precisamente, comprender la economía en este sentido amplio y profundo. Comprenderla en su complejidad, en la pluralidad de sus componentes, en la diversidad de sus formas, en sus múltiples alternativas y en sus potencialidades de transformación.

Decimos economía ‘comprensiva’ en la doble acepción de la palabra comprender: en cuanto comprende, o sea, incluye e integra todas las formas y modos de la economía, y en cuanto no se queda en la descripción, cuantificación y análisis de las interrelaciones entre las variables económicas, sino que va más al fondo, para identificar las estructuras y los procesos económicos en su complejidad, buscando identificar sus causas y sus finalidades, a partir de sus actores, de las actividades que estos realizan, de sus objetivos, intereses, conocimientos, proyectos y comportamientos.

La economía comprensiva parte de la conciencia de que la historia, y la economía, y la política y la cultura, las hacemos y las guiamos las personas, las organizaciones y los grupos humanos, y de ello tomamos conciencia real sólo cuando nos sabemos protagonistas y actores autónomos de la historia. Entonces nos es posible comprender que la ciencia de la economía no debiera concebir los mercados y las lógicas económicas como procesos naturales y objetivos, independientes de la conciencia, de la voluntad, de las emociones, de las éticas y de los valores propios de quienes sean los organizadores, protagonistas y guías de esa economía.

Por eso abandonamos la idea de una disciplina económica objetiva, porque hemos descubierto que toda la realidad histórica, económica y social, es realidad concebida, construida, guiada y coordinada por personas y grupos humanos. Personas y grupos que las crean y organizan, y que al crearlas y organizarlas ponen en esa realidad que construyen, su propia subjetividad, sus fines, sus valores, sus éticas, sus proyectos, sus ideales, y también sus engaños, sus ambiciones, sus intereses, sus maldades, sus contravalores. Todo eso es parte de la realidad, y por tanto, todo eso debe ser comprendido y reconocido como parte esencial de la explicación de los procesos económicos.

La nueva estructura del conocimiento que funda la economía comprensiva presenta profundas diferencias respecto de las disciplinas económicas llamadas ‘modernas’.

Mientras la disciplina económica moderna se ha institucionalizado y burocratizado, procediendo a conocer mediante la aplicación mecánica de métodos y técnicas formalizadas, las elaboraciones de la economía comprensiva son conocimientos vivos, que se gestan en el diálogo y la comunicación intersubjetiva entre sujetos activos, creadores de la historia y constructores de la economía, la política y la cultura.

Mientras la disciplina económica moderna procesa ‘datos’ e ‘informaciones’ recolectadas mediante procedimientos técnicos de los que se espera la validación de las hipótesis formuladas en base a la propia teoría preconstituída, la economía comprensiva considera como punto de partida la experiencia multifacética configurada como una ‘filología viviente’ en la que todos participamos.

Mientras la disciplina económica moderna se centra en la cuantificación de la realidad, privilegiando las dimensiones mensurables y aquellas que pueden ser procesadas matemática y estadísticamente, la economía comprensiva se centra en la comprensión de la realidad y de sus procesos, prestando especial atención a los aspectos cualitativos, y especialmente a las novedades históricas.

Mientras la disciplina económica moderna trata de ocultar la subjetividad tanto del ‘objeto’ que estudian como del sujeto cognoscente, para que no interfieran en la dinámica de lo real por conocer, la economía comprensiva pone de manifiesto la subjetividad, precisamente con la intención de intervenir en la historia, de construirla consciente y libremente.

Mientras la disciplina económica moderna analiza las dinámicas económicas separando cuidadosamente los juicios sobre hechos de los juicios de valor y de las apreciaciones éticas, la economía comprensiva considera las realidades económicas como resultado de opciones y de acciones, y en consecuencia incorpora los valores y la ética en el conocimiento, sea en cuanto se las reconoce presentes y activas en la realidad de las empresas, del mercado, del consumo y de la acumulación, sea con la intención de abrir camino a realidades nuevas, superiores a las de la actual economía en crisis.

Mientras la disciplina económica moderna busca la pasividad y la homogeneidad de las multitudes, para que no se desvíen de las racionalidades imperantes, la economía comprensiva pretende la activación de las personas, la liberación de sus energías conscientes y libres, y el potenciamiento de las racionalidades emergentes, de las que son portadores los creadores de las nuevas economías centradas en fines humanistas y en valores éticos.

Luis Razeto

 

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