I. El espacio de lo económico. Componentes estructurales de la economía y niveles de su análisis.

1.- En este Libro tercero nos proponemos conducir los diferentes análisis particulares o especiales desplegados a lo largo de esta investigación teórica[1], a un nivel de sistematización y síntesis que nos permita comprender mejor la estructura y el funcionamiento de la economía en su conjunto, entendida como un proceso altamente complejo en permanente desarrollo y transformación. Pero no ha de buscarse tanto, en lo que sigue, alguna acabada elaboración de un sistema o modelo teórico, sino más bien un andamiaje conceptual —un cuerpo coherente de conceptos básicos y esenciales- útil para reconocer la realidad económica en su complejidad, para enfocar los problemas del desarrollo, y para definir una práctica transformadora en la perspectiva de la democratización económico-social, a partir de las situaciones y problemas reales y actuales que enfrentan nuestras sociedades.

La exposición sintética que haremos supone un alto grado de esquematización teórica, en la que inevitablemente resultan simplificados muchos temas y problemas complejos. Cabe advertir, por ello, que la mayor riqueza de contenidos y determinaciones particulares deberá ser encontrada por el lector en las partes anteriores de este estudio, muchos de cuyos conceptos y análisis se encuentran aquí solamente subsumidos (en el sentido riguroso del verbo subsumir: reconducir un concepto, un análisis o un caso particular, al ámbito de otros conceptos, teorías o casos más generales, en cuya extensión aquellos se encuentran comprendidos). En numerosos otros casos nuestro aporte se limita a abrir un espacio y una perspectiva de análisis, dejando apenas enunciados nuevos problemas, enfoques alternativos frente a problemas antiguos, o dimensiones teóricas cuya exploración queda acaso iniciada.

En Empresas de trabajadores y economía de mercado y en los Libros Primero y Segundo de Economía de solidaridad y mercado democrático hemos examinado —siguiendo un orden distinto al que sugiere esta lista-, los siguientes asuntos:

a) Diferentes realidades microeconómicas: la empresa de trabajadores, los talleres cooperativos de autosubsistencia, las empresas cooperativas tradicionales, la economía doméstica, la economía de comunidades, la economía campesina, la economía popular de subsistencia, el cooperativismo, la autogestión y la economía comunitaria, la economía de donaciones institucionales, la economía de voluntariado y otros grupos informales y asociaciones alternativas. (En otras investigaciones especiales[2] hemos profundizado aspectos de estos distintos tipos de unidades económicas, englobando diversos subconjuntos de ellas bajo las denominaciones de "organizaciones económicas populares", "empresas alternativas" y "economía popular de solidaridad").

El estudio de estas realidades microeconómicas nos ha permitido desarrollar importantes conceptos relativos a la producción y circulación económica; en especial, una reformulación y nueva identificación de los factores económicos (distinguiendo principalmente los factores: laboral, tecnológico, financiero, comunitario, administrativo y medios materiales), y de las relaciones económicas (distinguiendo las de intercambio, donación, cooperación, comensalidad, reciprocidad, tributación, asignación jerárquica, incidencia redistributiva y otras menores).

b) Varias articulaciones sectoriales: la formación de un movimiento cooperativo integrado, la integración funcional de un sector de empresas cooperativas y autogestionarias, el mercado de las donaciones, la composición de un Sector solidario de la economía, y diferentes interacciones entre esos y otros agrupamientos y tipos económicos.

Tales estudios sectoriales nos llevaron a efectuar algunos importantes desarrollos conceptuales necesarios para una comprensión más amplia de la economía y de sus distintas alternativas y modos de desenvolverse. En especial hemos propuesto la distinción entre tres sectores económicos principales: un sector de intercambios, un sector de economía regulada y un sector solidario, y examinamos algunas de sus recíprocas interacciones; hemos también analizado distintas racionalidades especiales correspondientes a modos de comportamiento económico que se difunden en esos distintos sectores (examinando en particular: la formación del valor y de los precios en el mercado de intercambios, la dinámica y las distorsiones del "mercado de donaciones", la racionalidad especial de la economía de solidaridad, etc.). '

c) Algunos temas específicos de nivel más general: sobre las relaciones entre economía y política; el concepto de mercado, con sus formas de organización, componentes y regularidades; el proyecto de un mercado democrático y su modo de funcionamiento; las relaciones entre libertad individual, cooperación y Estado; un enfoque crítico de la teoría económica y de su evolución histórica; la cuestión del crecimiento económico; algunos aspectos de una acción transformadora de la economía en la perspectiva de su democratización, etc.

La reflexión y el análisis en torno a estos temas nos ha permitido aproximarnos a una comprensión de la economía en general, distinta de las que se han difundido y que se presentan como "convencionales" sea a nivel de la disciplina académica como del debate ideológico.

La tarea que emprendemos ahora incluye un esfuerzo de sistematización y síntesis de conceptos económicos (tanto de los que elaboramos a lo largo de este estudio como de los que recuperamos de distintas teorías económicas conocidas), a fin de disponer del conjunto básico y esencial de conceptos y teorías requerido para acceder a la comprensión de la estructura y funcionamiento de la economía en su conjunto. Para referirnos a este conjunto de conceptos y teorías acuñamos la expresión "teoría económica comprensiva", aludiendo a los dos significados del término "comprensión", en cuanto la teoría comprende -o sea incluye y abarca- las distintas formas y modos de la actividad económica ampliando significativamente el espacio de la disciplina, y en cuanto ella proporciona nuevos medios para comprender -o sea entender y explicar- los fenómenos y procesos económicos, llevándonos más allá del conocimiento del cómo son, para acceder a la intelección de sus lógicas y racionalidades.

A manera de introducción metodológica, indispensable para acceder con rigurosidad a este nivel de síntesis (o análisis de la globalidad), debemos precisar al menos tres cuestiones previas: a) lo que pueda entenderse por "macroeconomía" o "nivel macroeconómico de la realidad", términos con que suele calificarse el grado de abstracción propio de un estudio de la estructura y funcionamiento de la economía en su conjunto; b) la vinculación y relaciones que existen, o que deban establecerse, entre los análisis particulares o especiales y los enfoques macroeconómicos generales; y, más ampliamente, c) los niveles de abstracción y de análisis a través de los cuales la ciencia económica logra aproximarse a su objeto propio.

Precisar el sentido en que pueda hablarse de una realidad macroeconómica es importante no solamente por razones teóricas; también lo es por motivos prácticos, en la perspectiva de la acción transformadora que buscamos definir. Hay una idea errónea, muy extendida entre quienes aspiran a provocar cambios sociales de carácter "estructural", que entorpece el descubrimiento de lo alternativo en la economía y su potenciamiento y desarrollo a partir de lo existente. Es la idea de los "sistemas económicos" entendidos como totalidades funcionales que integran la realidad en un todo que tiene un carácter definido, con el cual marcan o determinan esencialmente a sus elementos constitutivos. Así, se habla del "sistema capitalista" y se lo concibe como un todo homogéneo o como una realidad global coherente, tal que los distintos elementos que participan en los procesos de producción, distribución y consumo al interior de esa realidad son considerados también como capitalistas, o al menos adaptados, "contaminados" y funcionales al sistema en cuestión. El resultado de dicha idea es que las diversas formas de empresa y las distintas racionalidades económicas especiales, por muy diferentes que sean a las capitalistas en su estructura interna, en su modo de operar y en sus objetivos (como es el caso de las empresas estatales, cooperativas, etc.), son consideradas como formas capitalistas por el hecho de funcionar "dentro del sistema". Lo mismo Se aplica respecto a la noción de "sistema socialista". En ambos casos las formas económicas alternativas y solidarias —que no son capitalistas ni socialistas- se tornan invisibles (para los que observan la realidad con esa idea de Sistema) no obstante estar presentes y operantes ante sus ojos. Como se ve y se descubre capitalismo (o socialismo) en todas partes, desaparece de la percepción el carácter distinto de algunos tipos de comportamiento y organización económica. El bosque no deja ver los árboles: con la idea de que se trata de un bosque de encinas, no se observa que coexisten con ellas muchas otras variadas especies de árboles y animales que viven y son parte de ese bosque.

La noción ideológica de los "sistemas económicos" está en estrecha conexión con el concepto "científico" de la macroeconomía. Con el término "macroeconomía", en efecto, suele designarse a la economía como un todo, o el ámbito de lo económico en su globalidad. Ahora bien, tal concepto de la macroeconomía requiere ser especificado y sometido a examen crítico si no queremos ponernos con él frente a algo inexistente o que no puede ser aprehendido o conocido como tal. En efecto, el "todo" no se encuentra en ninguna parte, no es determinable como tal, porque no tiene sustancia ni es un sujeto. Nadie puede identificar el componente empírico que otorgue contenido, forma y movimiento a la totalidad económica en cuanto totalidad. Ella es sólo un enunciado teórico, o un concepto abstracto.

Del todo en cuanto todo sólo puede decirse que es el todo, así como de la sociedad o de la economía en general puede afirmarse solamente que son la sociedad o la economía en general. Cualquier otra afirmación, concepto o análisis de ellas no puede ser sino un indagar y referirse a aspectos o realidades particulares, constitutivas -partes integrantes- de dichas totalidades, y por tanto implican abandonar el ámbito propiamente "macro" y entrar en alguna realidad o determinación particular o sectorial. Así, por ejemplo, la misma definición de la economía implica hacer referencia a los procesos particulares de producción, circulación y consumo, a los recursos, necesidades, beneficios, ingresos, relaciones y actividades, y a otros elementos que la componen.

Sin embargo, el término economía significa algo definido, y la noción de "macroeconomía" tiene también un significado. El "todo" que es la economía y el "todo" que es la sociedad, no son lo mismo. Lo económico se extiende por todos los ámbitos, aspectos y niveles de la realidad social, como una dimensión específica de ésta, de sus actividades y relaciones constitutivas. Al precisar que se trata de "una dimensión" de la sociedad queremos cuidarnos de cualquier interpretación pan-economicista; Sin embargo, al decir que se trata de una dimensión "de la sociedad", reconocemos que la extensión de lo económico no puede ser otra que la extensión de la sociedad misma. Pero no hemos avanzado mucho, pues "la sociedad" como tal no es sino una abstracción, un concepto muy general a cuya máxima extensión corresponde una comprensión mínima. Lo que existe son las personas, grupos, sujetos organizados, instituciones, sectores concretos, actividades, ideas, valores, etc., y sus relaciones e interacciones reales, constitutivas de la más increíble complejidad de determinaciones particulares. Cuando intentamos delimitar el campo de la sociedad o de la economía, l o que debemos hacer es, pues, precisar las realidades que consideramos las componen, con todas sus relaciones estructurantes.

Para nosotros, pues, lo macroeconómico no es otra cosa que el conjunto de los sujetos económicos particulares, sus actividades y comportamientos, con todas las relaciones e interacciones que establecen entre sí, formando una articulación o red altamente compleja de múltiples elementos en permanente movimiento y transformación.

Esta conclusión simple de un razonamiento elemental podríamos haberla obviado si no fuera porque demasiado a menudo se le atribuye a la economía como un todo una vida o dinámica propia, independiente de las acciones, relaciones y decisiones de sus componentes, como si estuviera movida por leyes inmanentes generales y dotada de una propia lógica de funcionamiento racional. Bajo tal idea subyace 1a  afirmación de que "el todo es mayor que la suma de las partes", cierta solamente si de las partes Se tiene una concepción puramente material y cuantitativa, pero que se demuestra sustancialmente errónea apenas nos percatamos de que entre las "partes" de la realidad es preciso incluir junto a los objetos y sujetos sus actividades, relaciones e interacciones tanto materiales como ideales, culturales y espirituales.

Pero no puede ser sólo esta afirmación lo que sostiene y ha hecho persistir en la ciencia económica una concepción delo macroeconómico como teniendo vida propia. Los orígenes reales de tal idea deben buscarse en la observación positiva de una condición efectivamente presente en la realidad y en la vida económica, cual es el hecho de que en ella todos los componentes que la forman se encuentran interconectados; no hay en la economía ningún acto, hecho o fenómeno que no tenga efectos reales sobre los demás actos, hechos y fenómenos que le son próximos, y a través de éstos sobre los más lejanos, en un encadenamiento general, del cual podemos tener una muy pálida imagen en aquella de la piedra lanzada sobre un lago que genera ondas concéntricas que se extienden por toda su extensión. Es lo que anota asombradamente Hegel, en aquel texto con que hemos querido iniciar este libro.

Ahora bien, del hecho que las acciones de cada uno de los componentes de la totalidad tengan efectos que se extienden sobre el conjunto de ella no puede deducirse que la totalidad como tal tenga vida propia independiente de las partes. Exactamente al contrario, el percatarse de esos encadenamientos y concatenaciones permite superar la creencia en una dinámica propia del todo en cuanto tal, toda vez que se nos evidencia cómo éste cambia su movimiento cada vez que actúa uno de sus miembros. Cabe recordar aquí el análisis que hiciéramos en el Libro segundo sobre la interpretación de las denominadas "leyes económicas". [3]

La mente humana tiene dificultades para comprender realidades muy complejas. Los hombres tenemos capacidades limitadas para mantener simultáneamente en la conciencia la cantidad de conceptos y datos que serían necesarios para comprender una estructura y unos procesos tan complejos y variados como son los económicos. De allí que tengamos que efectuar distinciones que nos permitan analizar separadamente subconjuntos o partes de esa realidad; creamos, en consecuencia, espacios teóricos sectoriales. Y para pasar de los conocimientos parciales y sectoriales a niveles de mayor agregación, procedemos mediante abstracciones y simplificaciones, subsumiento los datos y conceptos menos amplios en otros conceptos, modelos y teorías de mayor comprensión. Es lo que hacemos al pasar de los conocimientos micro-económicos a los sectoriales, y de éstos a los de nivel macro-económico. Por cierto, si no estamos conscientes de estos procedimientos analíticos, corremos serios riesgos de terminar confundiendo la parte con el todo, y los conocimientos y teorías generales con el conocimiento de toda la realidad.

Para entender la dinámica compleja de estas realidades económicas interconectadas y el ordenamiento de  sus innumerables componentes, formulamos conceptos y teorías de diferentes niveles de generalidad y abstracción. El conocimiento de nivel macroeconómico no será otra cosa que la conceptualización —en un nivel de abstracción y síntesis superior- de los sujetos, actividades y relaciones particulares y sectoriales, distinguiendo lo principal de lo secundario, lo (relativamente) permanente de lo coyuntural y transitorio, lo esencial de lo accidental, prestando particular atención a las interconexiones y nexos estructurantes del proceso económico general. En otras palabras, es una síntesis de múltiples conocimientos de nivel microeconómico y sectorial, que los supone ya elaborados. Siendo así, el estudio macroeconómico debe estar precedido de múltiples investigaciones microeconómicas.

Cierto es que el movimiento de la economía en su conjunto no coincide con las ideas, objetivos ni voluntad de ninguno de sus integrantes. Esto es obvio, pero no es debido a que tenga una lógica propia y a priori, independiente de las ideas y de la voluntad de sus integrantes, ni autoriza a creer que procede conforme a leyes inmanentes. Al contrario, se debe precisamente a que el movimiento del conjunto es un resultado de la acción de múltiples sujetos y fuerzas cuyas ideas, voluntades, objetivos, actividades y comportamientos particulares se componen en lo que podríamos considerar una correlación de fuerzas, una articulación de innumerables movimientos y vectores. El resultado no corresponde a la voluntad u objetivo de ninguno de los sujetos participantes considerado independientemente; pero cada uno produce efectos l reales, siempre mayores que cero.

Esto no hace más que reafirmar la necesidad de partir de lo particular, de lo microeconómico, si se quiere acceder a lo global, a lo macroeconómico; afirmación que formulamos inicialmente en los Prolegómenos en el Libro primero. Partir, en cambio, de lo general, o del nivel considerado macroeconómico, sin la previa indagación de los sujetos, actividades, relaciones, racionalidades particulares, no conduce más allá de una simple formulación ideológica, esto es, de una totalización pre-científica de la realidad. Cuando se procede en tal modo ideológico, inevitablemente se tiende a confundir las abstractas formulaciones ordenadoras con la realidad misma, llegándose a considerar la totalidad como si fuera una entidad real que tiene una vida propia. Y si, luego, desde lo general se quiere acceder a lo particular, se tenderá a absolutizar aquellas expresiones microeconómicas y sectoriales que manifiesten coherencia con la formulación macro-económica (ideológica) que se haya adoptado, con la consiguiente exclusión de todas aquellas expresiones microeconómicas que no concuerden con aquella, o con el no—reconocimiento de su diversidad, que viene a serlo mismo. De allí las dificultades insalvables que han encontrado los "economistas puros" para comprender las economías internamente diferenciadas, no sólo mixtas sino pluralistas.

A la inversa, el recorrido metodológico que propiciamos, que parte efectuando el reconocimiento de la composición múltiple y heterogénea de las realidades económicas particulares, parece ser el único apropiado para satisfacer la necesidad (que también enunciamos en los Prolegómenos de esta obra) de diversificar la microeconomía y desarrollar una macroeconomía comprensiva de la pluralidad, cuya coherencia no resulte de la absolutización de un enfoque unilateral sino del reconocimiento de la diversidad y del pluralismo de las expresiones reales que forman parte de los mercados determinados.[4]

Un insuficiente reconocimiento de la diversidad micro-económica es causante de conceptos restrictivos de la macro- economía, en distintas de sus formulaciones teóricas convencionales. Podemos observar, en efecto, que en la ciencia económica suele entenderse como realidad macroeconómica alguna de las siguientes situaciones: a) el análisis de las dimensiones globales de los procesos de producción, de la renta, del empleo, etc., en base a la consideración de variables agregadas y sus recíprocas dependencias; b) el análisis de las relaciones y actividades vinculadas al actuar de algunos sujetos económicos grandes, y especialmente el análisis de los modelos de política económica en que se traduce la acción del Estado; y c) la formulación abstracta de algún circuito económico sectorial, del cual se hace una indebida generalización considerándolo como si fuera la totalidad económica (es el caso del modelo de equilibrio general, que quiere representar el funcionamiento de una economía en que haya solamente relaciones de intercambio operando en condiciones de competencia perfecta).

En ninguno de estos casos se está considerando la economía en su conjunto. En el primero se dejan fuera de consideración los sujetos, actividades y operaciones concretas, y se consideran solamente agregados cuantificables de los resultados de aquellos. Se deja fuera toda consideración de las características peculiares de los productores y demás agentes del proceso económico, sus motivaciones, objetivos e intereses; se pierde la diversidad y pluralidad de los sujetos participantes, y no se llega a comprender los cambios que en la dinámica de la economía pueden resultar de modificaciones en el comportamiento social e individual. Sin duda, los análisis efectuados en términos de variables agregadas tienen utilidad práctica y capacidad predictiva (bajo ciertas condiciones); pero no pueden ser considerados como adecuada formulación teórica de la economía en su conjunto.

En el segundo caso se está considerando efectivamente la acción de sujetos económicos, sus objetivos y comportamiento; sólo que no se los considera en toda su extensión y amplitud. Cuando se analizan las políticas económicas del Estado y su concreto accionar (tanto en la producción, circulación y consumo), probablemente se está considerando una parte significativa de la economía global, tanto mayor cuanto más fuerte sea la presencia del Estado en la formación económico-social de que se trate. Pero será siempre el accionar de un sujeto, que por más amplio y compuesto que sea y por dominantes que sean Sus influencias sobre los demás sujetos económicos, no abarca el funcionamiento de la economía toda.

En el tercer caso nos encontramos con un enfoque "macro-económico" que más que los anteriores presenta la apariencia de abarcar la economía en su conjunto, al menos en un cierto nivel de abstracción. Las teorías del equilibrio general apoyadas en modelos de interrelaciones e interacciones ofrecen, en efecto, un marco de análisis capaz de dar cuenta de los flujos, fenómenos y procesos económicos que proceden en término de relaciones de intercambio y que tienen expresiones monetarias. Pero ya sabemos que la economía es mucho más que esto, y que en toda formación económico—social concreta se efectúan múltiples otras actividades y  operaciones económicas (de producción, circulación y consumo) que operan fuera del mercado de intercambios, y que no dejan de tener efectos incluso sobre éste. Ellos son parte de la economía en su conjunto, y como tal deben ser reconocidos en una auténtica macroeconomía. De ahí nuestra afirmación en el sentido que los conocidos modelos de equilibrio general no pasan de ser, en realidad, más que teorías económicas sectoriales, y específicamente teorías aplicables al "sector intercambios", que por más extendido que se encuentre en las sociedades modernas no deja de ser sólo uno de los sectores económicos.

2.- Las diferentes observaciones metodológicas efectuadas nos llevan a plantearnos la necesidad de una más precisa distinción e individuación de los niveles de abstracción y de análisis a través de los cuales la ciencia económica puede, aproximarse a su objeto propio.

La economía académica ha formalizado la distinción entre micro y macro economía. Con esa distinción ha enfrentado dificultades serias a la hora de precisar el objeto propio de cada una de estas ramas de la disciplina y de identificar los nexos que aseguren la coherencia esperada entre ellas. Ya nos referimos a estas dificultades por el lado macro, al observar como a veces los análisis considerados propios de dicho nivel son en verdad relativos a procesos particulares o microeconómicos considerados en términos de mayor agregación; y otras veces, corresponden a análisis sectoriales que no abarcan la economía en su conjunto. También por el lado micro se presentan análogas imprecisiones, toda vez que a éste nivel se incluyen tradicionalmente, además del estudio del comportamiento de las empresas y familias, los temas de la distribución de la renta y de los recursos entre usos concurrentes, la teoría de los precios, los mercados sectoriales, etc., que comprenden indudablemente análisis a nivel de variables agregadas. Así, no puede trazarse una demarcación entre lo que ha de considerarse de nivel micro y macroeconómico.

En realidad, la teoría económica es (debe ser) una sola, pues ha de dar cuenta de los comportamientos y procesos particulares en sus relaciones e interrelaciones recíprocas y en los movimientos de la economía global que de ellos resultan. El asunto es que para comprender esta realidad tan compleja formulamos conceptos y teorías de diferentes niveles de generalidad y abstracción, que nos permiten aproximaciones parciales y sucesivas, haciéndonos comprender el comportamiento de sujetos, sectores, mercados, etc. de mayor o menor extensión. Pero tales niveles no constituyen exactamente peldaños que se sobreponen unos a otros ordenadamente, como sería cómodo para las exigencias formalistas de la academia. Al contrario, se intersectan y combinan en un proceso cognoscitivo complejo que, si bien avanza de lo particular a lo general, no lo hace de manera uniforme sino que supone movimientos de retroalimentación, saltos analíticos y combinación de niveles, a través de los cuales el conocimiento de la realidad se va perfeccionando. De hecho, muchos de los conceptos económicos principales son válidos y utilizables cualquiera sea el "espacio teórico" en que se esté efectuando el análisis; por ejemplo, puede hablarse de factores económicos, y de cada uno de ellos, tanto para referirse a una empresa, a un mercado especial, a una economía global.

Aún así, es posible y conveniente proponer una distinción de niveles que sea mejor que la tradicional. Si el principal problema de ésta es que ni lo macroeconómico es puramente macro ni lo microeconómico puramente micro, la identificación de un nivel intermedio puede resultar esclarecedora. Y en efecto, la distinción  que hemos hecho desde el comienzo de nuestra investigación, entre los niveles micro, sectorial y macro nos ha sido bastante útil a lo largo de su desarrollo.

El contenido central de nuestro nivel microeconómico es el estudio de los sujetos económicos elementales en sus diversos tipos, esto es, los individuos con sus diversos modos de comportamiento, las familias con sus variadas actividades, las empresas con su amplia gama de diferenciaciones, todos los demás sujetos y organizaciones que mantienen unidad de gestión económica, con sus respectivas relaciones y características.

El resultado teórico principal correspondiente a este niveles la identificación de las diferentes lógicas operacionales que manifiestan los distintos tipos de empresas en su funcionamiento y desarrollo. También encontramos aquí el análisis de las relaciones y del comportamiento económico de los individuos; sus motivaciones, preferencias, intereses, necesidades, etc. que manifiestan en las distintas actividades económicas que realizan. Y en un plano más agregado, el estudio de las relaciones e interacciones entre sujetos y unidades económicas particulares (complementación, concurrencia, asociación, fusión, etc.)

Al nivel del análisis microeconómico vemos aparecer ya los principales conceptos teóricos que serán utilizados también en los niveles de mayor generalidad (conceptos tales como recursos y factores económicos, trabajo y capital, ingreso, renta y beneficio, distribución y patrimonio, relaciones económicas, intercambios, tributaciones, donaciones, oferta y demanda, empleo y salario, y tantos otros), porque en las empresas se realizan ya, con unidad de sentido, las distintas actividades económicas.

El contenido central del nivel sectorial es el estudio de los sectores económicos, esto es, de los subconjuntos constituidos por las unidades, sujetos, actividades y flujos económicos que proceden conforme a modos de relación y de comportamiento relativamente homogéneos (de un mismo tipo o de tipos afines), y que a través de sus interacciones recíprocas tienden a configurar circuitos económicos especiales.

Ateniéndonos a este concepto, hemos distinguido tres principales sectores económicos, a saber, el sector solidario, el sector intercambios y el sector regulado.

Lo que fundamenta y justifica el considerar cada uno de estos sectores económicos como un subconjunto susceptible de análisis unitario es, por un lado, la existencia de características y elementos que son comunes a todas Sus formas integrantes, y  por otro, la existencia de nexos y relaciones concretas que producen un cierto grado de integración real entre sus diferentes componentes, que en consecuencia generan una dinámica que involucra a todas sus partes, donde la actividad de cada una interactúa e influye sobre las demás. Tal integración entre las partes y su relativa, homogeneidad permite formular teóricamente, para cada sector, lo que podemos considerar como su racionalidad económica especial, expresión del modo de ser característico y de los modos de comportamiento y desarrollo del sector como tal y de sus integrantes.

Hablamos de "racionalidad económica especial" y no de "lógica operacional particular" (concepto que reservamos para expresar el modo de comportamiento y desarrollo de las unidades económicas), porque a nivel sectorial debemos reconocer realidades heterogéneas y menos integradas que las unidades económicas elementales. En efecto, cada sector está conformado por sujetos y unidades económicas que no obstante tener impórtales elementos en común, tienen diferentes estructuras y modos de funcionamiento, y que incluso proceden conforme a diversificadas lógicas operacionales. Vale al respecto, para todos los sectores, lo que afirmamos en su oportunidad respecto al sector de economía de solidaridad: en este nivel intermedio no estamos frente a un sujeto unitario, como son, por ejemplo, la empresa de capitales, la empresa de trabajadores, o la cooperativa de consumo, que proceden con una lógica definida y precisa al estar provistas de unidad de funcionamiento y de gestión; ni tampoco frente a una totalidad, como es el mercado en una formación económica-social determinada, del que es posible observar su evolución e identificar sus tendencias globales mediante el estudio de sus dinamismos y conflictos internos. No siendo ni un sujeto particular ni una totalidad social, la economía de solidaridad (como también los otros sectores) presenta una coherencia y unidad interna menor, por estar compuesta de una multiplicidad de sujetos diversos, y por estar condicionada por su interacción con sectores externos con quienes constituye la totalidad.

Si bien el estudio de los sectores económicos constituye el contenido central de este segundo nivel de análisis y abstracción, cabe identificar en el mismo también otros importantes contenidos. En un plano de menor agregación, más próximo al nivel micro-económico, encontramos el estudio de los procesos de integración entre unidades económicas similares (dentro de un mismo sector) que constituyen grupos de empresas asociadas, movimientos económico-sociales integrados (el movimiento cooperativo, por ejemplo), redes de sujetos coordinados (por ejemplo, las empresas públicas de un país), etc. que operan organizadamente desplegando en común funciones específicas o políticas económicas definidas. Y en un plano de mayor agregación, más próximo al nivel macroeconómico, encontramos los desarrollos teóricos y análisis referidos a circuitos económicos o "mercados especiales" que tienen como base un sector determinado, pero que interfieren y están afectados por procesos propios de los otros sectores. Nos referimos, por ejemplo, al sistema de precios (cuya base es el sector de intercambios pero que se encuentra afectado por los sectores regulado y solidario); a la política económica del Estado (que opera especialmente sobre el sector regulado pero que incide sobre los niveles globales de producción y empleo); al sistema de las donaciones (que incluye tanto las de carácter público y privado como las especificas del sector solidario), etc.

De acuerdo con esta concepción puede concluirse que prácticamente todas las teorías económicas consideradas "generales" se han desenvuelto en realidad al nivel de abstracción y análisis sectorial. Las teorías generales clásicas y neo-clásicas porque versan sobre el sector de la economía de intercambios; la macroeconomía keynesiana y los distintos análisis de políticas de desarrollo, porque se han concentrado en el estudio de los efectos que sobre la economía global tienen las decisiones y procesos generados desde el sector de la economía regulada. Los varios enfoques de economía alternativa, cooperativa y autogestionaria, porque se han limitado a analizar aspectos del que hemos denominado sector solidario.

Precisar, por ello, los contenidos propios del nivel macro-económico resulta especialmente complejo, si tenemos en cuenta las consideraciones metodológicas que ya hicimos al respecto. En términos formales no es difícil indicar que se trata, aquí, de estudiar la estructura, el funcionamiento y el dinamismo de la economía en su conjunto; pero esto no nos indica aún un contenido determinable.

En el curso de nuestra investigación hemos encontrado un concepto fundamental que puede darle un contenido a esta definición formal; es el concepto reformulado de mercado determinado, concebido como todo el complejo sistema de interrelaciones y correlación de fuerzas entre todos los sujetos, relaciones, flujos y actividades que participan en los procesos de producción, circulación y consumo en una formación económico-política. Pero aún este concepto es insuficiente pues acoge sólo una dimensión de la economía global cual es la de las relaciones, interacciones y flujos de los bienes y entre los sujetos, no incluyendo los procesos  de transformación que experimentan los elementos sustantivos de la economía en los procesos de producción y consumo. No obstante sus delimitaciones el concepto reformulado del mercado nos indica el ámbito general en que se desenvuelven los procesos económicos.

Naturalmente, al interior de este ámbito teórico general pueden identificarse y desglosarse analíticamente aspectos y temas de estudio que aproximan la teoría general a los niveles sectoriales (porque, como explicamos, del todo en cuanto todo poco puede decirse sin entrar en especificaciones). Son "temas" macro- económicos, en efecto, las teorías de la producción, dela circulación y del consumo, consideradas como desglosamientos analíticos de conjuntos complejos de actividades y relaciones de ciertos tipos; lo son también los estudios teóricos de las distintas conformaciones posibles del mercado determinado, a saber, el mercado democrático, el mercado oligárquico, otras formas del mercado concentrado, etc.; el análisis de la articulación entre los tres principales sectores económicos, con sus respectivas incidencias y su impacto relativo en el dinamismo de la economía global; el problema del desarrollo, considerado como proceso integral de expansión y potenciamiento de la economía global; y varios otros. Como es obvio, en este nivel de teoría macroeconómica todos los conceptos elaborados en los niveles micro y sectorial tienen cabida y pueden ser subsumidos, adquiriendo aquí el puesto y la función que les compete dentro del ordenamiento o encadenamiento teórico.

Sobre el grado de integración teórica que es posible alcanzar en este nivel macroeconómico nos detendremos mas adelante. Bástenos por el momento reiterar nuestra precedente afirmación en el sentido de que a este nivel no encontramos alguna lógica operacional ni determinada racionalidad económica única. Ni siquiera un sistema de leyes coherentes que den cuenta del proceso general y de las direcciones de la evolución económica, como se ha pretendido, sino en términos meramente tendenciales y considerándose siempre posibilidades pluralistas alternativas.

3.- Una vez cumplido un recorrido teórico —con el análisis de diferentes formas microeconómicas y sectoriales— que nos enfrenta al estudio de la economía en su conjunto, parece necesario comenzar por alguna definición general que nos diga qué es la economía, o que al menos identifique el espacio de lo económico y lo distinga de las otras esferas o dimensiones de la actividad humana y de la organización social, como lo político, lo cultural, etc.

En términos rigurosos la definición del espacio de lo económico —que coincide con la delimitación del objeto propio de la ciencia de la economía- no puede hacerse sino al concluir su desarrollo teórico, una vez que se hayan analizado los distintos sujetos, actividades y relaciones que lo constituyen. En verdad, esto vale para cualquier ciencia, por más que sus teóricos Se esfuercen por definir prematuramente —habitualmente en el primer capítulo, o en la introducción- el objeto propio de la disciplina que practican. Debemos repetir una vez más lo que enseñó Hegel: que la totalidad sólo puede Ser aprehendida como resultado.

No obstante esto podemos, ya a estas alturas de nuestra investigación, proponer un concepto de lo económico que no resulte demasiado formal ni incompleto, pues hemos recorrido una parte significativa del proceso analítico que nos ha llevado a un progresiva ampliación del ámbito de lo económico, superando conceptualizaciones restringidas que han sido formuladas en distintos momentos de la evolución de la disciplina. El concepto que adoptemos provisoriamente aquí podrá a su vez resultar ampliado y enriquecido en el curso del nuevo recorrido teórico que iniciamos.

Además, la delimitación de lo económico no resulta de la simple sumatoria o integración de los elementos económicos que hayamos conocido, sino que requiere una específica reflexión que venga a completar la construcción de su espacio teórico.

La finalidad eficiente de la economía es la satisfacción de necesidades humanas, individuales, grupales y colectivas, en toda su variedad y complejidad. Para satisfacerlas, los hombres encuentran en el mundo natural y en la realidad social dada, un conjunto de recursos, también grandemente diferenciados, que se presentan como medios que pueden utilizar para lograr aquella satisfacción. Entre tales extremos —las necesidades como fines y los recursos como medios- se desenvuelve lo que consideramos como proceso económico. Pero no a todo cuanto se presenta y manifiesta en tan amplio espacio podemos atribuirle connotaciones económicas.

La economía supone una específica actividad humana de ordenamiento consciente de ciertos recursos en función de satisfacer determinadas necesidades: una adecuación de medios afines, que implica una cierta racionalidad (humana) en la acción, y algún nivel de organización (social) de los recursos utilizados. Para estar en presencia de hechos económicos es, pues, necesario que la satisfacción de las necesidades suponga tal racionalidad en la acción, y tal organización de los recursos.

Esta precisión revierte sobre la definición misma de las necesidades y de los recursos que tengan connotaciones económicas. Se reconocerán como necesidades económicas y como recursos económicos, aquellas necesidades humanas y aquella gama de recursos, implicados en las susodichas actividades racionales y organizadas. Respirar, que satisface una necesidad humana mediante el uso de un recurso natural, no se presenta como actividad económica sino en ciertas circunstancias; por ejemplo, cuando se quiere stisfacer esa necesidad con el aire puro de la montaña y para ello se organiza un tour especial, o cuando se ha de respirar bajo el agua transportándose hasta allí el oxígeno necesario. (Es habitual distinguir lo económico por el uso de recursos que sean escasos; pero aún cuando hay relación entre la escasez de los recursos y su organización racional, no siempre la escasez de los recursos utilizados convierte la situación en económica. Por ejemplo, no porque la lluvia escasee por escasez de nubes, el riego natural del campo -efectuado sin intervención de la actividad humana organizada- se hace más económico de cuanto lo es cuando abunda la lluvia).

El concepto de lo económico requiere todavía ulterior especificación, pues la organización social de los recursos y su ordenamiento racional en función de satisfacer necesidades humanas podría ser aún insuficiente para discriminar lo económico de las otras dimensiones de la vida social. En economía nos encontramos siempre ante el hecho que los recursos disponibles pueden ser utilizados en distintas formas y para satisfacer diferentes necesidades. En otras palabras, característica suya es la posibilidad de usos alternativos de los recursos, para satisfacer también necesidades alternativas, lo que implica siempre efectuar opciones tanto a nivel de los fines como de los medios y de su modo de organización. Las opciones son económicas cuando implican preferir un determinado uso de los recursos, en una determinada organización, para satisfacer determinadas necesidades, descartando otros usos posibles y otras necesidades que podrán satisfacerse si las opciones fueran distintas.

En economía nos movemos siempre con algún grado de libertad, en el sentido que los sujetos que adoptan decisiones están ante cierto rango de alternativas entre las que pueden escoger. Cabe anotar de paso que, desde el momento que estamos frente a fines y medios alternativos entre los que es preciso optar, toda cuestión económica involucra alguna dimensión ética, entrando en juego los juicios de valor.

Las opciones económicas no son arbitrarias sino racionales, en un sentido que es preciso explicar. En toda actividad económica se busca alcanzar determinados beneficios (directa o indirectamente vinculados a las necesidades que se quiere satisfacer) y se incurre en determinados costos (el sacrificio de los otros usos posibles de los recursos, y de las necesidades que podrían haber sido alternativamente satisfechas). Así, en toda unidad económica se efectúa, implícita o explícitamente, una proyectación y una evaluación de la actividad, en base a algún tipo de cálculo de costos y beneficios. Este modo de efectuar las opciones viene a especificar ulteriormente los tipos de racionalidad que podemos reconocer como propiamente económicas, lo que a su vez revierte sobre el tipo de necesidades y de recursos que tienen contenido y significado económico. Por ejemplo, la necesidad de comunicarse con otras personas adquiere connotación económica cuando se busca optimizar su satisfacción organizando de manera eficiente el tiempo, las actividades y los recursos disponibles al efecto, pero no la tiene cuando se satisface en la práctica espontánea de la amistad ajena a todo cálculo.

Este último ejemplo nos sirve para precisar mejor lo que en realidad buscamos. definir al preguntarnos por el espacio de lo económico. Si la práctica espontánea de la amistad sin cálculo no es una actividad específicamente económica, ella tiene sin embargo una "dimensión" económica, como la tiene toda actividad humana. En efecto, el tiempo destinado a practicar esa amistad tiene otros usos alternativos que podrían rendir resultados económicos distintos; por ejemplo, si en vez de conversar amigablemente el hombre trabajase, o dedicase ese tiempo a estudiar la conveniencia de realizar ciertas inversiones. Si hiciera una de estas dos cosas es probable que aquella necesidad de comunicación personal permanezca insatisfecha, de modo que más adelante buscará satisfacerla de otro modo, por ejemplo, organizando una recepción o integrándose a las actividades de un club social, decisiones que inevitablemente implican uso de recursos económicos. Por otro lado, la misma práctica de la amistad sin cálculo requiere la disposición y uso de ciertos medios materiales con valor económico, y puede tener también efectos económicos futuros... aunque no sea otro que el de liberarse de la necesidad de organizar recepciones.

Podemos concluir que si bien no todas las actividades humanas son específicamente económicas -pudiéndose, al contrario, identificar un tipo particular de actividades en que lo económico es lo central y determinante-, tienen sin embargo todas una dimensión económica, que puede ser individualizada y precisada. En este sentido afirmamos antes que lo económico se extiende por todos los ámbitos, aspectos y niveles de la realidad Social, como una dimensión específica de ésta y de sus actividades y relaciones constitutivas, sin que por ello aceptemos una concepción pan-economicista.

A una conclusión análoga llegaríamos si debiéramos precisar el espacio de lo político o de lo cultural, que son también dimensiones inevitables, siempre co-presentes en todas las actividades y relaciones humanas, que sin embargo no constituyen ni agotan toda la vida social.

Como resultado de nuestro reconocimiento de una multiplicidad de formas económicas alternativas habitualmente no consideradas como tales por los economistas, hemos abierto grandemente el espacio de lo económico; pero al mismo tiempo nos preocupamos de deslindar lo más nítidamente posible lo económico de las demás dimensiones de la vida social, para no caer en conceptos ambiguos e imprecisos que para nada sirven.

Hemos identificado, pues, el espacio teórico de la economía entre las necesidades humanas (cuya satisfacción es la causa final de la economía) y el mundo natural y social de donde se obtienen los recursos (que podemos considerar como la causa material de la economía), encontramos los distintos sujetos y unidades económicas que realizan y cumplen diferentes actividades y funciones económicas (todo lo cual es causa eficiente de la economía), en las cuales se establecen diferentes tipos de relaciones, flujos, circuitos o mercados que conectan en distinto modo y en varios sectores y niveles -micro, sectorial y macro- todos los elementos integrantes de la economía, conforme a variadas formas de organización y a diversas racionalidades y lógicas operacionales (elementos que pueden asumirse como causa formal de la economía).

Así definido el espacio de la economía, su comprensión y reconocimiento implica elaborar conceptualmente y examinar al menos los siguientes aspectos principales; las necesidades económicas; los recursos económicos; los sujetos y unidades económicas; las actividades y funciones económicas; las relaciones, flujos, circuitos y mercados económicos; las racionalidades y lógicas operacionales; los sectores económicos especiales y los niveles en que se articula la economía global.

Este concepto de lo económico y este listado de aspectos a ser tratados pueden no diferir aparentemente -si se los considera en su formulación abstracta- de lo que ha sido tradicionalmente aceptado por los economistas teóricos. Sin embargo, al identificar los contenidos reales de esos distintos elementos componentes del concepto los economistas han efectuado significativas reducciones, que terminan limitando el campo de la economía a sólo algunas de sus manifestaciones. Con ello —y tal como lo hemos ido viendo en distintos momentos de nuestro análisis- esta ciencia ha dejado fuera de su objeto de estudio numerosos tipos de necesidades, de recursos, de sujetos y tipos de unidades económicas, de actividades, de formas de organización, de relaciones económicas, de racionalidades, de circuitos y procesos, a los que es preciso reconocer ciudadanía económica.[5] Especialmente si pretendemos alcanzar una visión "de la economía en su conjunto".

Hemos ya proporcionado una explicación de aquellos reduccionismos en nuestro análisis de la evolución de la ciencia económica, al poner de manifiesto las características que ha ido adoptado la disciplina en función del clima cultural y científico en que se ha venido configurando su estructura conceptual y cognoscitiva, y atendiendo a los nexos que ligan los distintos sistemas teóricos con las diferentes situaciones históricas y prácticas, y con los proyectos económico-políticos a los que se han vinculado orgánicamente, "otorgándoles coherencia y justificación". Junto a la explicación del reduccionismo, tales análisis históricos nos permitieron percibir de que manera -todavía insuficiente- se ha ido transformado, reduciendo en algunas fases y ampliándose luego progresivamente, el objeto considerado propio de la disciplina, con el progresivo reconocimiento de algunas nuevas racionalidades económicas importantes.[6]

Nos referimos, además, a la generalización indebida de ciertos tipos de comportamientos particulares de tipo capitalista, de los que se ha supuesto sea la expresión del comportamiento medio e incluso del comportamiento natural o normal y que son propuestos como modelos para la obtención de los óptimos resultados económicos. En este sentido la teoría económica ha colaborado eficientemente en la difusión de un tipo humano de características morales bastante discutibles por su insaciabilidad, competitividad, pobreza espiritual e individualismo exacerbado, y en la expansión de un tipo de racionalidad y de organización económica que consolida injustas desigualdades y subordinaciones, cuyos automatismos son propuestos como "leyes objetivas y universales", las únicas racionales posibles. Evidentemente, tales generalizaciones se sustentan en las mencionadas concepciones reductivas de lo económico: podremos esperar, entonces, positivos efectos prácticos de su ampliación teórica.[7]

A este propósito cabe hacer también una observación crítica respecto a ciertas tendencias teóricas que, pretendiendo ampliar el campo de lo económico, no hacen sino acentuar el problema. Nos referimos a dos orientaciones distintas e incluso opuestas, pero que coinciden en el mismo problema de fondo. En un lado tenemos las postulaciones economicistas que atribuyen a lo económico una función estructurante de todos los demás ámbitos de la vida social, pretendiendo explicar lo político, lo cultural, lo jurídico, lo moral, etc. (niveles considerados "superestructurales") como estando determinados estrictamente por la economía. En el otro lado tenemos las más recientes concepciones neo-liberales que hablan de un "imperia1ismo de la economía", idea con la cual extienden una particular racionalidad económica (los cálculos de costo-beneficios propios del consumidor y del empresario maximizador de su beneficio inmediato) a los ámbitos extra-económicos de la vida social, política y cultural, generalizando tal método de cálculo como si fuera la expresión de todo comportamiento humano racional. En ambos casos, más que verdaderas ampliaciones del espacio teórico de la economía, lo que se verifica son generalizaciones indebidas de conceptualizaciones económicas restringidas.

Examinadas estas distintas cuestiones metodológicas y conceptuales previas, indispensables para enfocar adecuadamente el objetivo y el camino a recorrer, estamos en condiciones de pasar al estudio de los conceptos y cuerpos teóricos que nos irán aproximando a una visión de conjunto de la economía. Estructuramos la exposición siguiendo un ordenamiento que se ha hecho clásico en la disciplina (aunque nos reservamos observaciones críticas por hacer a la distinción en que se basa). Analizaremos en la primera sección problemas que pueden corresponder a la denominada "teoría de la producción"; en la segunda sección abordaremos temas que son más bien propios de una "teoría de la circulación económica"; y en la tercera nos centraremos en aspectos que conciernen más directamente a una "teoría del consumo". Dejaremos pendiente las cuestiones propias de una "teoría del desarrollo".

 


[1]   Nos referimos especialmente a los Libro primero y Libro segundo de Economía de Solidaridad y Mercado Democrático, publicados en segunda versión con los títulos: Las Donaciones y la Economía de Solidaridad y Crítica de 1ă Economía, Mercado Democrático y Crecimiento, (Santiago, PET, 1994); pero también a Empresas de Trabajadores y Economía de Mercado, PET, Santiago., 1991 (Segunda versión).

             

[2] Se trata de: Las Organizaciones Económicas Populares (3ra. edición), Santiago PET, 1990; Las Empresas Alternativas, Santiago, PET, 1985; Economía Popular de Solidaridad: identidad y proyecto en una visión integradora, Santiago, Área Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Chile, 1987.

[3] Cfr. Crítica de la Economía, Mercado Democrático y Crecimiento, parágrafo 2.

 

[4] En un taller que se realizó en la CEPAL (Cfr. Taller "Economía de Solidaridad y mercado democrático", CEPAL/CNHUAH, Santiago, 9.04.85, Documento 85-9-1331) para analizar los dos primeros volúmenes de esta obra, algunos comentaristas nos observaron que sería demasiado extensa, detallada o minuciosa la primera parte de nuestro trabajo destinada a examinar el comportamiento donante y las actividades de los sujetos de la economía Solidaria, y sugirieron invertir el orden de la exposición en el Sentido de partir con el encuadramiento general y con los problemas teóricos enfocados en el Libro Segundo.

Como hicimos ver en esa ocasión, haberlo hecho así constituiría un error pues sería anteponer conclusiones —por lo demás provisorias- sin que al lector le resulten suficientemente justificadas por un conjunto indispensable y suficiente de análisis particulares. Aquella observación crítica refleja un vicio muy difundido en la cultura moderna y en la intelectualidad progresista, que podemos denominar con G. Marcel "Espíritu de Abstracción", y que consiste en la pretensión de alcanzar ideas generales, juicios sobre la totalidad, sin antes habernos dado el que Hegel llama "duro trabajo de abstracción" a partir de la experiencia y de lo particular. Es cierto que los hombres y los grupos organizados necesitamos paradigmas orientadores de la acción; el problema es que ninguna totalización podrá superar el nivel de lo meramente ideológico si no se manifiesta como resultado, suma y prolongación de múltiples indagaciones particulares.

[5] Observamos reducciones significativas en la identificación de los contenidos correspondientes prácticamente a todos los elementos que especifican el campo de la economía: a) en el reconocimiento de sólo algunas necesidades humanas como económicas (Cfr. Las Donaciones y la Economía de Solidaridad, parágrafo 29); b) de sólo algunos tipos de recursos como significativos económicamente (Cfr. Crítica de la Economía, Mercado Democrático y Crecimiento, pág. 28 y 29; c) de sólo ciertos sujetos y organizaciones como unidades económicas (Cfr. Empresas de Trabajadores y Economía de Mercado, cap. 1, y Las Donaciones y la Economía de Solidaridad, pág 32 a 41); d) de sólo algunos tipos de flujos y relaciones económicas como tales. (Cfr. Las Donaciones y la Economía de Solidaridad, pág. 4 a 9); e) de sólo algunas racionalidades y lógicas operacionales como económicamente válidas (Las Donaciones y la Economía de Solidaridad, pág. 29 y Crítica de la Economía, Mercado Democrático y Crecimiento, pág. 2 a 7); f) y de sólo determinadas modalidades del cálculo de costos y beneficios como propiamente económicas (Cfr. Las Donaciones y la Economía de Solidaridad, pág. 30).

[6] Cfr. Crítica de la Economía, Mercado Democrático y Crecimiento; pág. l al 8.

[7] Sobre la reducción del campo de lo económico en base a un tipo C particular de comportamiento pueden encontrarse abundantes afirmaciones explícitas. Por todas ellas valga la siguiente, de Schumpeter: "Sólo nos ocuparemos de aquella conducta económica que tiene por objeto la adquisición de bienes mediante cambio o producción, restringiendo su concepto a estos tipos de adquisición, abandonando el sentido más amplio a los conceptos de "motivo económico" y "fuerza económica", pues los precisamos fuera del campo estrecho dentro del ` cual hablamos de la conducta económica". Y precisa el significado de tal reducción: "Si encuentro el origen de ciertos movimientos de precios en regulaciones políticas del comercio, he terminado ya mi labor como economista teórico, pues esas regulaciones políticas no se dirigen inmediatamente a la adquisición de bienes por cambio y producción, y no caen, por tanto, dentro de nuestro concepto de hechos puramente económicos". (J. Schumpeter, Teoría del desenvolvimiento económico, F.C.E. México Buenos Aires, 1963, págs. 17 y 19).